Confirmado: Existen las hadas madrinas

-Vecina, ¿cuál es tu nombre? -Le pregunté a la nueva y cuarta integrante de habitación  (antes fuimos tres por varios días), ya casi amiga de la vida con quien habíamos compartido dos días, conversado de lo humano y lo divino y hasta cenado pasta, el menú clásico del viajero de hostels.

Ella se da vuelta con una sonrisa por la paradoja.  Lourdes –me contesta. Ah, qué lindo nombre. Yo soy Jimena –le respondo, pero parece que ella ya lo sabía.

… Resulta que estoy feliz en mi viaje a La Nada mágica, (si no entiende el concepto, clickee aquí) porque además del lugar verde, ventoso y rodeado de coloridas montañas, puedo trabajar  al aire libre, conversar, salir de la rutina, meditar, y compartir con gente de todas partes, lo cual siempre amplía la mente y refresca el espíritu. De hecho comparto habitación con Annelise -Analía- (Nueva Zelanda) y Maja (Canadá), que se conocieron en Bariloche y desde ahí viajan juntas por Argentina, a la primera le queda un mes de viaje y a Maja, hasta abril de 2012, así que seguirá por Chile, Bolivia, Perú y quién sabe qué más. A los días se integra a nuestro cuarto Lourdes, de Argentina; todas nos entendemos bien, hablamos y reímos en spanglish y gestos, en un espacio pequeño con «cuchetas» (camarote) y baño privado (esto último es todo un lujo en muchos hostels).

Annelise y Maja disfrutan la tarde

El día en que llegué al hostel mis futuras compañeras de cuarto me sonrieron y saludaron en la entrada. Pasadas las horas, Annelise estaba tirada en la cama, se sentía mal, con fiebre y pasó dos días sin hacer mucho… Le convidé té de menta y a mi fiel compañero de viaje: óleo 31, un mágico aceite de hierbas que sirve para todo, incluso para la desolación. A los pocos días Maja tampoco se siente bien, parece tener una infección pero no le entiendo si es urinaria o a la panza. Toma té de manzanilla –le digo y ella recuerda que sí, que la “camomil” puede hacerle bien… En medio de todo compartimos, aunque no salimos juntas durante el día, pero tenemos nuestra cofradía de habitación… Cuando se integra Lourdes también fluye la energía y conversamos de Argentina, de Chile, del terremoto, Bachelet, Cristina… Luego Lourdes sufre con ampollas en sus pies por caminar por la bella ruta vieja -completa, no como otras que hacen dedo; valiente ella- pero con zapatillas de lona. El óleo 31 también alivia su inflamación…

Pasan los días y yo quiero ir a una cabalgata de tres horas a unos cerros donde hay unas minas de cobre. En realidad, me da lo mismo a dónde es. Si fuera a la vuelta de la esquina el paseo igual habría querido ir porque cuando llegué venían llegando unos holandeses muy felices con la aventura y yo pensé: yo a lo más me subí a un pony para una foto cuando niña. Esta vez andaré a caballo. Y le pregunto a Elvio, el guía: Hola, ¿oye, uno puede andar a caballo si no sabe?, ¿si nunca he andado, puedo?  -Sí, pues, si el que tiene que saber es el caballo, eso es lo importante- me dice sonriente. Gran respuesta –pienso. Ya, entonces un día voy a ir –le anuncio feliz.

Y llega el día. Pero mi guía es Ramón, el papá de Elvio, “nacido y criado en la zona, señorita”, me dice con su tenida de gaucho. Cuando llega se pasea por el terreno del hostel: “es que ando buscando mis vacas, que no sé dónde se fueron”. Yo de sólo verlo, ya estoy feliz sin haber puesto ni medio pie en el estribo. Comenzamos la aventura, le pregunto que cómo se llama el caballo: Orezco.  Permiso, Orezco –le digo y me subo según las instrucciones de Ramón. Estoy nerviosa-contenta-expectante y de a poco Orezco y yo nos hacemos amigos, aunque al principio se agacha a rascarse los mosquitos y el lindo no se entera que yo, novata, voy arriba y sufro con cada inclinación de él. Avanzamos entre alamedas, la carretera y luego nos internamos en el cerro, en subida hasta llegar a las minas que, la verdad, no me interesan (son sólo túneles, ni un brillo) pero el paisaje, los colores, mirar Uspallata desde la altura, el poder de los caballos que realmente conocen el camino y saben dónde pisar en estrechos pasadizos, junto a la sabiduría en la conversación con Ramón, son el mega regalo.

Subiendo la montaña con Ramón, Orezco y su colega equino

Ah, usted es paisana –me dice, refiriéndose a que soy chilena. Cantan lindo los paisanos, tienen su picardía, pa’cá siempre vienen a festivales.  Y las espuelas lindas que tienen… los ¿gauchos?- termina en tono de pregunta. Los huasos –le corrijo. Eso, los huasos, bien elegantes son -afirma. Ramón tiene siete hijos y varios nietos, es alegre, prudente, profundo conocedor de la tierra y tiene mil historias para contar porque además de guía de cabalgatas, cría animales y siembra hortalizas, junto con trabajar en el municipio. Le pregunto que cómo hace cuando le toca salir con gringos que no hablan español: Ah, es que como yo no soy “estudiao” no les sé hablar, así que les pregunto con el pulgar pa’arriba: ¿van bien? Y si me suben el pulgar me quedo tranquilo, pero me hablan y no les entiendo nada; sí, sí, les digo –me cuenta y nos reímos juntos de su técnica.

Hacemos una parada para tomar mate, comer medias lunas y tortas mendocinas (sabroso pastel de hoja salado, seguro preparado con mucha mantequilla y que es mejor no conocer). Mientras él arma la merienda yo recolecto piedras del lugar, hay cuarzos y un sinfín de variedades y colores. “Pura piedra, pura piedra”, me grita desde la pequeña sombra que encontró mientras yo hago de recolectora.

Al bajar hablamos de «la juventud actual», la comida, el país, Buenos Aires, Mendoza. Nos sorprendemos pues Orezco (que se manda solo, casi) toma un atajo y tiene toda la razón, nos lleva de vuelta hasta el hostel. “Si el animal sabe, pues”, me dice alegre, Ramón.

Nos despedimos contentos y cansados por el calor. Me recomienda que me dé una ducha caliente pa’ que no me duela el cuerpo. Y le hago caso. Pero al rato, al mirarme al espejo me veo pálida y no me siento muy bien. Sigo trabajando toda la tarde, pues siento que puede faltarme tiempo para terminar las Predicciones 2012. Cada cierto rato siento un vacío, pero no es grave.

Al día siguiente sí es más grave. Confirmado: tengo vértigo. Me levanto y la habitación se me mueve,  decido acostarme a ver si pasa, aunque ya sé –después de varios episodios en cuatro años, casi soy una experta en vértigo y con mi oído derecho tenemos cada vez mejor comunicación- lo que más menos debo hacer: unos movimientos de pivote. Los hago pero no pasa nada.  Es temprano y todas mis compañeras de habitación dejan el hostel. Lourdes, eso sí, irá antes a su propia cabalgata, un poco más corta que la mía, pero cabalgata al fin y partirá pasado el mediodía de vuelta a Baires. Ella al verme en la cama me trae té de yuyos (hierbas) y mi desayuno, a ver si comer me ayuda; pero mi estómago dice no. Yo me quedo inquieta y tranquila a la vez, pidiéndole a los ángeles que esto pase pronto, que ya sé que no debo hacer tantas cosas, pero que se me olvida, etc., etc. E igualmente agradezco profundamente que alguien me traiga un té en este momento de angustia.

Al rato Annelise y Maja me vienen a ver preocupadas y me traen más té. Me dicen que me quede tranquila: “Ya va a pasar, vas a estar mejor, vas a ver”, y llega la hora de despedirnos y no sólo me da emoción el adiós, también el tener a tres hadas madrinas cuidándome y dándome ánimo. Nos damos los correos y la invitación a quedarnos en las respectivas casas si vamos por Nueva Zelanda, Canadá o Chile.

Se marchan y me quedo sola en la habitación, emocionada, agradecida y preocupada. A los pocos minutos llega la chica de la limpieza y me pregunta que qué me pasa; le explico. Ah, usted fue con mi papá Ramón con los caballos ayer, esto le pasa por el caballo, a mí que soy criada en el campo me pasa que me mareo y me siento mal y no puedo ni andar después- me dice… Y sus palabras me dan gran alivio. Me recuerdan las de Patricia May que, parafraseando a Lao Tsé, explicaba que los humanos necesitamos definiciones, que la madre cuando su bebé está enfermo y no sabe qué tiene, se desespera, pero que cuando el médico le dice: tiene fiebre, la madre se tranquiliza… Lo mismo me pasó a mí.

Y luego mi intuición me dice que me ponga con la cabeza colgando al borde de la cama y lo hago y ahí la habitación se me da vuelta completa, pero a los segundos comienza a ceder la revoltura, vuelvo a estar acostada y algo mejora notablemente. Con Roxana, la hija de Ramón, por mientras conversamos de su vida y distraerme con su historia también me ayuda. Se va a limpiar otro cuarto. Al rato llega de vuelta de su cabalgata Lourdes, también viene un poco mareada…¡Vaya aventura!

Y en eso regresa Roxana, a decirme con bondad y orgullo: ¡Lo que usted tiene es que está apunada por el caballo y la altura, ¿sabe lo que tiene que hacer? -¿¡Qué!? –le respondo ansiosa.  Aspirar una cebolla –dice con certeza. Yo abro los ojos con cara de pregunta pero feliz por dentro porque los secretos de naturaleza no fallan. –¿Le traigo una? –no alcanzo a decirle que sí cuando aparece con una cebolla pequeña y un cuchillo. Lourdes mira expectante la escena. La parto por la mitad e inspiro fuerte varias veces. Mi compañera de mareo me pide una mitad y ambas “aspiramos” repetidamente la cebolla que, poco a poco, comienza a hacer su sabio efecto. Me siento mejor y decido moverme un poco.

Lourdes en la ruta, de regreso a Baires

Acompaño a mi vecina-hada que pronto toma el bus a Mendoza y luego vuela a Baires. Nos despedimos y ahora sí me quedo conmigo en la habitación y agradezco infinitamente la intervención y ayuda de mis hadas madrinas. Escucho a mi cuerpo y me quedo quieta, sólo me levanto a servirme más té. En la tarde, como a las 5, revivo y salgo a la naturaleza, el hostel está casi vacío y el chico de la recepción también está enfermo, pero por comer mucho asado, jaja. Camino lento y me siento a meditar (con los ojos abiertos pa’ no marearme) y sentir el aire limpio de montaña. En eso estoy, sintiéndome mejor pero un poco vulnerable, cuando llega mi quinta hada madrina del día: Loli, una de las golden retriever del hostel cuyo pasatiempo constante es traerte una piedra en el hocico para que la lances y ella corra a buscarla una y otra vez. Se acerca cariñosa, sin piedra, y se instala a mi lado con su cabeza y pata en mi muslo y se queda fiel conmigo largo rato acompañándome mientras sólo el ruido del viento en los árboles se escucha en este mágico rincón de Uspallata.  Gracias otra vez.

Loli y su fiel compañía

13 comentarios en “Confirmado: Existen las hadas madrinas

  1. Estimado Viejito Pascuero…
    – disculpa el cambio a última hora pero hoy quiero como regalos una nueva y desconocida poción mágica «óleo 31», y tres hadas madrinas…bueno, dos…vale, uno
    – lo otro y más importante viejecito querido: sigue cuidando y iluminando a Ximena…para que pueda seguir viajando por el mundo, la nada, el limbo, el barrio, la esquina…y alucinándonos con sus historias
    – saludos a la viejita pascuera y a los enanos…y a los renos
    JO – JO – JO
    Poli

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  2. Hermoso tu relato, Jime, como siempre…me transporto y vivo contigo la aventura….MARAVILLA !! Hasta cuando estarás en Uspallata ?… quizás mañana nos veamos!! Voy a pasar por allí pero no sé a que hora..
    Un beso grande y sigue dejándote regalonear por los ángeles y las hadas madrinas !!

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  3. Como decía Poli, Querido Viejito yo quiero de regalo… ir a Uspallata, andar a caballo, luego aspirar la cebolla por si las moscas, conocer hadas y hados madrinos, disfrutar tanto como lo narra maravillosamente Jimena.
    mil gracias, ahora con este ultimo relato me convenciste a viajar!
    gracias nuevamente por transportarme a tu paz, meditaciones, cabalgatas, paseos y tomar mate por cierto.
    un abrazo

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  4. Hola Jimena,
    que maravilloso sistema este que nos permite hacer tantas cosas al mismo tiempo.Comunicarnos exterior e interiormente a traves de tus notas de la cordillera.
    Dejar nuestras impresiones y sensaciones.
    Y como corolario desearte incluso unas buenas fiestas con tu gente querida.
    Buen 2012 !!! que sigue movido como este !!!!
    Un abrazo desde Uruguay de Stefan

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  5. Yo en realidad para mi las hadas no existen, sólo existen en peliculas ,caricaturas,ojalá las hadas existieran para poder pedirles muchos deseo 🙂 es difícil de creer en lo q muestran en video , echa cuento q es real y sigo sin creer, los q hacen son puros truco, efecto y montaje , se trata de verlos con tus propios ojos, ver para creer, con un video no prueba nada, parece estar ahí mamando gallo, mientras q alguien no tienen nada q hacer,son cuentos infantiles.

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