Cambiar de aire

Ex salitrera Santa Laura, norte de Chile.

… Y de repente, aparezco en Santa Laura y en Humberstone, dos antiguas oficinas salitreras en el norte de Chile, declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad, hoy convertidas en museos, además… En medio del desierto, con trazos de nubes y donde al menos hay brisa, caminamos -después de comprarme un sombrero de ala ancha por $ 2 mil (4 dólares) al bajar del bus en el puesto itinerante de una chilena ingeniosa- desde la carretera, primero con entusiasmo y sintiendo la energía -del sol principalmente, obvio- tan diferente a otros lugares de Chile, luego haciendo bromas pues a mí el desierto no me seduce especialmente y me río con la idea de buscar una sombra o anunciando alucinaciones, esperando que pase un camello, poniéndole precio al té de menta que llevo en el termo, etc… La energía es potente: el cielo amplio, el Sol abrasador y la tierra intensa. Acá no hay escapatoria, pienso. Escapatoria de la vida misma, de lo que somos. Poco a poco le encuentro la belleza, el color, la vibración. Claro, no viviría en un lugar así porque el verde y yo somos mejores amigos, pero igual hay algo muy mágico en esta amplitud…

Antes de viajar me nublé. Quería ir pero no, pensábamos en tres destinos y luego no sabía si me cansaría mucho dada la agenda del último tiempo y que a ratos me hace tener ganas de esconderme y desconectar teléfonos y correo; entonces pensaba en no moverme, pero igual necesitaba salir; por otro lado aunque me encantan los aeropuertos y los aviones, la energía de éstos está tan densa últimamente que no quería pasar por ahí, encima ya la semana anterior fui al aeropuerto a despedir a un amigo-hermano del alma con lagrimita incluida… Y así, mientras definíamos si sí o no y a dónde, de repente la palabra mar me centró y dije: dale, vamos; sí tengo que ir -sentí ya sin dudas. El destino era Iquique, ciudad costera y puerto en el norte de Chile.

Qué alivio cuando la mente se desconecta, cuando deja de enredarnos, de perdernos en dudas y posibilidades. Qué bien cuando es silenciada por la intuición, por la certeza, por la panza (el instinto y el poder) que dice «sí, esto es».

Bueno, sólo imaginaba eso: hacer una pausa en un ambiente con más naturaleza y menos cemento para ver cómo seguir en este 2012 que no nos ha dado tregua, ¿verdad? La semana anterior, en la sección de radio Cooperativa la periodista Cecilia Rovaretti me preguntaba por estos tiempos y en algún momento hablamos del desapego y creo que ahora hay que tenerlo más que nunca. Más con el dolor porque pasamos demasiado rápido de un hecho doloroso o desafiante a otro, ni tiempo hay para integrar una experiencia y darle la vuelta, porque enseguida viene otro hecho que vuelve a exigirnos adaptación, conciencia, nueva mirada, otras herramientas…. Uuufff.

Playa Cavancha «de frente», Iquique, Chile.

Y sí, la naturaleza hace -como siempre- su labor de sanación. También los viajes lo hacen si decidimos ponerles esa intención… En Iquique hay brisa y viento, mar cadencioso en su playa más clásica, humedad, desierto, montaña imponente «pegada» a la playa… Yo ya con eso estaba feliz el día en que llegamos: caminar sin rumbo fijo ni horario, comer otras cosas, descubrir rincones, pasar por el mercado -mi parada obligada en cualquier viaje-, sentir el cielo, el aire, la tierra, la gente, la energía del lugar, reírme de todo y dejarme sorprender. Siento, entonces, cuánto necesitaba alejarme, mi energía adquiere otro ritmo y mi mente se relaja…

Playa Cavancha, «de espalda», Iquique, Chile.

… Al día siguiente el destino son las oficinas salitreras en medio del desierto, a una hora de Iquique. Una de éstas, Humberstone, se hizo aún más conocida porque hace unos años se grabó una telenovela con este lugar como temática de contexto: el tiempo de auge del salitre (fines del siglo XIX y principios del XX), la riqueza en el norte de Chile liderada por los ingleses, la explotación de obreros que trabajaban el mineral, las diferencias sociales… Y la posterior caída de esta fuente de riqueza que, como siempre sucede cuando abusas de algo, el desapego se hace presente y las consecuencias te llegan sí o sí a tí o a tu ambiente… Entonces, alrededor de 1920 aparece el salitre sintético en el mundo, tanto más barato que el natural, y la dependencia de la extracción de éste para la economía chilena es un gran golpe que desemboca en una crisis de proporciones… Chile y sus ciclos, nosotros y nuestras dependencias… De un día a otro la vida puede decirnos: hasta aquí llegó esto, se acabó el ciclo. Y ahí, por más que le demos la vuelta e intentemos acomodarlo o maquillarlo, la realidad obliga y hay que hacer un cambio que muchas veces resulta doloroso, pero que si hubiésemos advertido antes de aferrarnos no lo viviríamos con tanta angustia… Porque, como siempre lo digo en la consulta y en las charlas: no hay nada para siempre. Disney y Hollywood son francamente monstruosos al meternos esta idea fantasiosa que crea tanta expectativa y dolor… Lo único que dura vida tras vida es la luz que llevamos dentro… Nada más. Suena crudo, pero es así.

Ex salitrera Humberstone

Desde la pampa chilena, entonces, caminamos, viajamos en el tiempo por construcciones a ratos muy sofisticadas para la época y que muestran el lujo al que se llegó, también por los precarios espacios para los obreros; sentimos el viento con placer y el sol con cierto cansancio. Nos sentamos a comer bajo una preciada sombra el pan integral que llevamos y luego helado de mango, la fruta estrella local… Qué placentero es lo simple…

Humberstone.

De vuelta en Iquique, el viaje sigue con caminatas por la playa, encuentros con amigos, un bombero que se asoma a decirnos en qué lugar podemos encontrar «chumbeques», el confite local, cuando ve que miramos la tienda cerrada y al final nos convida agua para el termo y nos regala bolsas de té para la «once»; un taxista chistosísimo que nos hizo reír a carcajadas desde el aeropuerto al hostal y que nos encontramos otra día caminando y se detiene a hacer bromas y sacarnos más risas…

También la aventura continúa nada menos que en el casino de la ciudad, que incluye show con cantante famoso. Recuerdo que en Montevideo había un casino en pleno centro y jamás se me ocurrió entrar aunque caminaba siempre por ahí con tiempo y curiosidad. El concepto ‘casino’ no me decía nada. Pero todo cambió el invierno 2011 cuando fui a Puerto Varas (uno de mis lugares favoritos), al sur de Chile, y con una amiga de infancia entramos de curiosas y terminamos enviciadas… Lo malo fue que esa vez cuando habíamos ganado plata (ni 100 dólares, pero nosotras ya nos sentíamos ricas y famosas) vino por el lado y silenciosa la señorita Codicia y se llevó todas nuestras ganancias pues no paramos de jugar… Mi amiga le decía a uno de los porteros cuando salíamos de madrugada: ¡Señor, míreme bien, acuérdese de mi cara, si vuelvo mañana no me deje entrar, dígame que no, comprométase! -mientras los tres nos reíamos y él movía la cabeza…

Lo malo de los casinos, al menos de los que están en Chile por lo que supe, no es sólo la energía tóxica -hay que decirlo y basta con entrar para sentirla- llena de ansiedad, adicción y vacío, sino además que se permite fumar. Qué fatal. No puedo con eso. Me supera. Pero, bueno, al final me divierto con el cantante y mirando a la gente que debe llevar horas y ser asidua al lugar, hay varios «personajes». Además, celebran la semana de Brasil y bailamos con la batucada un buen rato… Eso hasta que me siento en una máquina tragamonedas por segunda vez y le pido a uno de los chicos que trabajan ahí que nos explique cómo es el juego, él nos da todas las instrucciones y me queda más claro… Así, de la pérdida paso a la ganancia y el entusiasmo vuelve a mí, sigo jugando y la vecina de máquina se ríe con nuestros comentarios y gestos por las abundancia súbita que tenemos… Sin embargo, esta vez aparece tajante la señorita Prudencia y nos retiramos felices pasadas las 2 de la mañana, con plata en la billetera, muchas risas a cuestas y la caminata por la costanera con brisa que nos despeja en parte el humo del cigarrillo impregnado en la ropa…

El último día del viaje recorremos partes antiguas de la ciudad y paseamos más por la playa sintiendo el mar y mirando la montaña terrosa… En medio de todo miro lo que va de este año, cuántas cosas en la juguera 2012… Y como el movimiento de estos tiempos no parará por buen rato, me detengo a agradecer frente al mar con el agua tibia en mis pies… Gracias por la protección, las oportunidades, la ayuda, la bella compañía, la limpieza -drástica- de situaciones y gente, el aprendizaje infinito, los desafíos, los regalos, los viajes, la risa aún en medio del dolor… Qué bueno es cambiar de aire -y de cielo-, de ambiente, de frecuencia para poder ver, agradecer, valorar… Y seguir con nueva luz. Sí, porque hay que seguir en este -como dice alguien que conozco- «camino sin retorno» de crecimiento, despertar y reencuentro con lo que realmente somos… Seguimos, entonces, en el poderoso viaje de esta sanadora e intensa década…

17 comentarios en “Cambiar de aire

  1. Ji….
    fuiste a dos lugares, el mar y el desierto, que, infinitos, tienen la gran capacidad y característica de recordarnos que ante y por ellos, somos pequeños y podemos desaparecer en cualquier momento…por lo tanto, se impone vivir y vivirlo todo…aunque duela
    De nuevo, sólo agradecerte
    Un abrazo, Poli

    Me gusta

  2. Ji, tu viaje me hizo recordar mi estadía en Iquique hace unos meses, de hecho ahí partió mi «cambio de aire», luego de mi distanciamiento del trabajo, el estrés y la rutina. Para mí, viajar es una excelente terapia de sanación, conectarse con la energía de distintos lugares y renovarse.
    Un abrazo!

    Me gusta

  3. Gracias Ji por mostrarnos la importancia de los viajes, que en el fondo son una forma de desapego desde el diario vivir a algo que no conocemos con certeza absoluta.

    Un abrazo!

    Me gusta

  4. Hola Ji, !que bueno tu paseo!!!¿como poder integrar esos sublimes momentos de encuentros con lo esencial, con nuestros ajetreos y chimuchinas varias de cada día,no?..¿.será un destino ineludible solo sobrevivir día a día y realmente VIVIR solo en los viajes? esa ha sido mi constante interrogante… podría ser una alternativa imaginar que todos los días emprendemos un nuevo viaje? …
    gracias por llevarnos a viajer en tus relatos
    un abrazo
    Pau

    Me gusta

    • Mmm! sí, cada día es un viaje sólo que lo olvidamos… muchas veces yo me voy por otras calles y me cambio de mis cafés preferidos para dejarme sorprender… Pero a veces inevitablemente la rutina-neura nos consume…
      Tenemos la bella tarea de colorear el día a día! Abrazooos!

      Me gusta

  5. Que bella cada una de tus palabras. Me has regalado una tremenda felicidad y nostalgia, pues soy Iquiqueño de corazón, de tomo y lomo (estoy orgulloso de que el fin de semana recién pasado, clasificamos a la copa libertadores!!). Tus palabras me han hecho caminar por mis adoradas calles y lugares.
    La otra vez, mientras caminaba por Providencia con mi mejor amigo (un hermano más bien), tan amante de Iquique como yo hablábamos de la importancia de la Geografía, como ésta te determinaba entre otras cosas, claro. Y para los dos, un poco depres en la vida, comprendíamos la fuerte diferencia entre el desierto y el verde, que finalmente, es la diferencia entre la muerte y la vida. El desierto es muerte, nada crece y se extiende en un extraño y melancólico silencio.. sin embargo, también tenemos esa bendición de mar, que como la fuente más grande de agua, es a fin de cuentas, una fuente de sanación…
    Como sea, la vida y la muerte aunque muy diferentes, también son similares, como todo en la vida…y hay que aprender a respetarlas y amarlas, pues ambas fuerzas en potencia conviven en el universo…

    Oye Jimena… y si te aventuraras con las cartas astrales de algunas de nuestras ciudades? Me encantaría ver que le promete el cielo a mi amadísima ciudad.

    Abrazos y buena semana para ti

    PD: Tomaste helado de mango? Probaste el mango con leche? Dice la tradición que el mango te hace retornar…
    PD2: Creo que, humildemente, Cavancha es una de las mejores playas de Chile, mucho mejor que las de Viña…

    Me gusta

    • Mmm! qué buena tradición! sí, el de mango con leche tomé… quiero otro, ahora!…
      Muy bello y potente lo que dices… la geografía nos marca y es también tremenda oportunidad… el desierto, la pampa, tiene también una infinitud muy mágica, que también te abre la mente y el corazón…
      Opino lo mismo que tú con playa Cavancha, un regalo y un tesoro!
      Ahora desde Santiago te mando un abrazo con nostalgia de otro helado! 😀

      Me gusta

Si quieres, deja un comentario