Señales

señalesHay tanto que decir de las señales. Desde niña las tuve en cuenta aunque sin mayor consciencia como para hacerles caso, habían muchos gestos y «coincidencias» que me llamaban la atención y que algunas veces relacionaba. Más tarde hubo al menos dos tan evidentes que no seguí, que no supe ver ni escuchar y que luego pagué tan caro -con dolor- que desde ahí intento respetarlas y atesorarlas como gran protección y guía de la Vida, de esa energía sagrada que nos acompaña dentro y fuera de nosotros.

Últimamente me siguen mandando unas de madrugada. Algunas las comprendo, otras ni idea qué quieren decirme, hasta con letra y música aparecen. Aunque más que señales son mensajes.

En la consulta siempre las hay, como un chico que está puro flojeando con su vida y evadiendo, y se queja del sistema mientras yo me río y le digo que está grande pa’ seguir en la víctima, que encima eso está pasado de moda y que con todos los talentos que tiene es un desperdicio, pero que también es su opción no crecer y está perfecto si así lo quiere, al tiempo que afuera en la calle una niña llora y hace pataleta en los brazos de su padre: esa energía es tu ego, ese llanto taimado, ¿lo puedes ver? -le digo y nos quedamos en silencio escuchando los sincrónicos gritos dramáticos de la pequeña, mientras él se sonríe y mueve la cabeza. Señal-sincronía de confirmación.

Y en estos meses me invitan a algunas charlas y seminarios dentro y fuera de Santiago, a unos como asistente, a otros como expositora. En un par de casos las señales y sensación son de poderosa certeza: sí, voy, ¿cuándo es?; o no, gracias, paso. Y un par de semanas después tengo confirmaciones -vía conversaciones inesperadas- de que las decisiones estuvieron bien. Pero en otros casos, dudo y ya no sé qué decidir.

Hubo uno más fácil. Una charla de la que me entero la noche anterior y no estoy segura de ir porque capaz que no dicen nada nuevo y/o el charlista quizá es -para mí- chanta. No sería la primera vez en que me topo con esta energía opaca que vende una pomada o que es poco consistente o profunda, en todos los ámbitos hay chanterío y está bien, es parte de lo que somos y de un equilibrio, incluso en temas que algunos definen como «espirituales»; pero a estas alturas y con el poco tiempo que tengo no me da para ir a ciertas cosas que de sólo leerlas despiertan mi sospecha o indiferencia.  Y digo: bueno, llamaré aunque es tarde, si me contestan es la señal de que tengo que ir. Si no, no-. Entonces llamo y una chica al otro lado me da toda la info con mucha disposición. Igual no me convence del todo el expositor, por pura intuición no más, pero sí la experiencia y dado que pedí esa señal y la tuve, digo: ok, vamos.

Al día siguiente comprendo porqué tenía que ir. Efectivamente quien da la charla no es un gran aporte, está mucho en la mente y eso ya no va, aunque un par de frases y ejemplos me sirven. Pero me encuentro con dos personas (una que conozco y la otra sólo de nombre) que me confirman que el haber rehusado una invitación a otro evento estuvo bien, ellas tampoco irán y tuvieron la misma impresión que yo al recibir la info. Bien, a esto tenía que venir hoy, a reafirmar una mirada con respecto a otra cosa. ¿A la charla en sí misma? No mucho.

Pero hay otro seminario en el que no termino de saber si tengo que ir o no. Viene a Chile el antropólogo peruano Juan Núñez del Prado, formado además en la tradición andina, especializado en el estudio de la espiritualidad de los pueblos originarios de Los Andes, en particular de los Q’eros, descendientes de los incas. Del 14 al 19 de agosto, en Cuncumén, quinta región de Chile, enseñará sobre esta cosmovisión andina y entregará prácticas para la vida cotidiana. Acá está la info por si alguien más se suma.

Los Andes, Chile, verano 2011

Los Andes, Chile, verano 2011

Cuando supe, hace meses, me llamó la atención, pero no me convenció del todo, aunque me da vueltas y encima igual me llama porque tiene unas charlas en que conecta la tradición andina con la psicología jungiana, escuela siempre tan revolucionaria y lúcida en nuestra historia como humanidad y apasionante para tantos en distintas latitudes. Por otro lado, muchos coincidimos en que el despertar de consciencia energéticamente está en esta región, en Los Andes y que la energía y sabiduría de acá tienen mucho que aportar en este especial tiempo al planeta… Entonces, una tarde en medio de las compras en una tienda, le digo a Claudia, una de las organizadoras -y gran terapeuta, por lo demás- que no sé si ir porque igual me inquieta, pero es plata y tiempo. Ella me dice que no es la más indicada para asesorarme porque para ella la inquietud ya es una señal de que tiene que ir. En cambio para mí eso a veces es duda, no certeza.

Conversamos un poco más y de que obviamente tengo que pedir una señal. Llegamos a la caja de la tienda y están la cajera y el chico que empaca las cosas. Entonces Claudia le dice a éste (que ya intercambió un par de saludos y sonrisas con nosotros): ¿Tú qué opinas, ella tiene que ir o no a eso que está dudando de ir?- mientras él mueve la cabeza, se apresta a responder, pero la cajera lo interrumpe: Yo creo que tiene que ir porque después una se arrepiente de eso y mejor hacerlo y no quedarse con la duda para siempre, poh -dice sin más la señora que es muy divertida, mientras Claudia y yo nos miramos y nos decimos: ¡¿Qué tal?!  Entonces, el chico agrega: no sé, es que igual a veces no hay que hacer algunas cosas, hay que pensarlas mejor, a mí me ha pasado eso al menos… Pero yo igual iría no más -dice, y empiezan a discutir los pro y contra con la cajera y todos nos reímos porque ella le dice que se tiene que portar bien y otras cosas. En eso, yo que no sé bien cómo interpretar esta señal, miro al chico y me río con con asombro y le digo al oído a Claudia: mírale la piocha que lleva -me refiero a la identificación que usan con el nombre de cada uno en la tienda y dice: JUAN… -Nooooo! -exclama Claudia a carcajadas y yo agrego: está clara la señal, ¿no?, ok, tengo que ir, na’ qué hacer-. Y la cajera se da cuenta que algo nos pasa con el nombre del chico y dice: yo estoy rodeada de Juanes, en la mañana había otro y me hacen rabiar-. Jajajaja, seguimos riendo y comprendo que aunque no termine de convencerme todo indica que tengo que ir a ese encuentro…

Agradezco mucho la guía sagrada que aquí se hizo presente y que está abierta y disponible para todos si decidimos usarla y permitirnos ser guiados, cosa que no siempre es fácil, pero que es una aventura bella y reconfortante que nos da mucha tranquilidad, pues no es nuestro ego quien decide a destajo, sino que cuando sigues una señal estás -además de practicando humildad- conectado con la divinidad que somos y activando la magia de la Vida. Encima es entretenido, aunque a veces parecen no tener sentido lógico algunas respuestas y señales.

En parte de eso se trata este tiempo: de entregarnos a la experiencia y voluntad que no pasa por nuestra mente sino por los propósitos del alma y del espíritu que se «confabulan» con ciertos hechos para que demos nuevos pasos en esto de crecer y despertar…

No será la primera ni última vez que trate sobre este tema. He tenido señales de tener que seguir haciéndolo… Hasta la próxima!

 

 

 

 

14 comentarios en “Señales

  1. por creer en algo que sólo uno ve y que ya…de sólo plantearlo así, suena a locura…este mensaje es para agradecer la sincronía…voy a seguir creyendo y confiando en ese regalo sagrado con el que llegamos aqui….con esa radio a pilas que pareciera estar siempre mal sintonizada..la intuición
    Gracias Jimena…tú eres una de las pilas que permiten que la radio se escuche…un abrazo

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  2. Gracias Jime. Pucha!! creo que es difícil, por lo menos para mí, darme cuenta de las señales. Tal vez no las sé ver o no me doy cuenta de ellas. De ahora en adelante practicaré y veré que resulta. Un abrazo sureño!!

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    • Sí, practicaaa, si a cada rato están. Pregunta algo por la mañana y pide que te manden una señal clara que puedas comprender…. 😉 Ir más lento y con más confianza también ayuda. Sigamos practicando! Abrazo grande hasta el bello suuur! ❤

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  3. Es difícil ver las señales cuando no se les da espacios, viviendo el día a día… todo tan rápido. Pero de que están ahí están, recuerdo haber tenido mas de alguna muy claras sobre todo cuando niña, cuando las veía. Espero volver a encontrarlas y a reencantarme con ellas.

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