TERREMOTO EN CHILE: GRACIAS POR EL DOLOR (2da Parte)

Este relato es –entre otras cosas- para honrar a las víctimas más afectadas, para que no olvidemos su dolor y para que recordemos ayudar con acciones y en lo cotidiano, incluso con nuestro CAMBIO de actitud, donde sea que estemos…

Esa noche, sola en el 5° piso, me desperté pasadas las 3.30 de la madrugada con lo que parecía un temblor más en Chile. Ese movimiento que da un poco de susto, pero que está en el ADN e inconsciente colectivo chileno.

Cuando dejó de ser un simple movimiento, me levanté agachada y me afirmé como pude de un mueble, mientras todo el edificio se agitaba, el ruido causaba horror y, al mismo tiempo, yo rezaba a todas las figuras sagradas que recordé y pedía que terminara, recuerdo haber repetido en voz alta: “Por favor, Dios, que termine”… Pasados más de dos minutos la Tierra cesó de rugir.

…No entré en pánico, sí en mucho miedo, angustia y también estremecimiento por lo que podría haberle pasado a otros. Yo estaba bien. Tenía un nudo en el estómago que me duraría horas y mi cuerpo tiritaba entero con una sensación de fragilidad y de rozar la muerte que no olvidaré.

Enseguida recibí la llamada de mi hermana que estaba en el sur de Chile. Luego mis padres y nos comunicamos con algunas amigas, una de ellas había caminado unas 12 cuadras a oscuras por Santiago hasta la casa de su abuela que, como ella, vive sola. Llamé a mi tía anciana que también vive sola y camina poco. Estaba asustada como todos, pero bien y a oscuras, pues no podía moverse para buscar una vela.

Luna llena desde Santiago, el 27 de febrero a las 4.23 am

Abrí la puerta. Se escuchaba el ruido de vecinos bajando por las escalas, dejé abierto, quizá para que supieran que había alguien ahí. Luego abrí las cortinas: el cielo verde muy oscuro, la luna llena pero no radiante y una capa de polvo que se levantó sobre edificios y el cerro San Cristóbal. Santiago completamente a oscuras, con gritos, llantos, sirenas de distintos vehículos de emergencia, gente caminando con desesperación, autos que apenas circulaban …Se me cayeron las lágrimas… Comencé a pedir, a pedir por todos los seres que podrían estar sufriendo, a pedir que el daño se detuviera, que todos los seres pudieran estar protegidos. Que el miedo se aplacara; comencé a mandar amor desde mi balcón…

Sé que en medio de todo me vestí, junté agua, desenchufé todos los aparatos y reparé en que increíblemente nada se había caído ni quebrado. Mis padres volvieron a llamar pues escuchaban la radio del auto y se confirmaba: Terremoto en Chile, grado 8,3 en Santiago.

Encendí un par de velas, una en mi altar en la sala, y frente a figuras sagradas de oriente y occidente comencé a mandar amor, paz, protección, calma para todos los seres. También agradecí. Venían réplicas del terremoto, pero sabía que serían más suaves, ya no me levantaba. Después de casi dos horas del terremoto bajé al primer piso. Ahí había luz de generadores de emergencia y decenas de vecinos en pijama asustados intentando llamar por celulares, una familia entera en silencio y cabizbajos, algunos perros con sus amos, gente que venía a buscar a otros. El edificio comenzaba a vaciarse, mientras el conserje corría a resolver cada detalle, una señora ofrecía pan a los que quisieran, una chica pegaba un letrero para encontrar a su gato enfermo que había desaparecido y un abuelo recolectaba a sus nietos mientras cargaba a una bella bebé en brazos. Fue bueno bajar, sentí eso que a veces olvidamos: somos todos iguales, nuestro corazón y sus latidos son los mismos. Conversé un poco y subí, a seguir meditando-rezando para esto que estábamos viviendo.

El mar arrasó con Pelluhue, localidad cercana al epicentro del terremoto. (foto Emol, AP)

Cerca de las 7 de la mañana volví a la cama y me desperté por otra llamada familiar. Había vuelto la electricidad y encendí la TV. Ver imágenes y noticieros en plena madrugada de sábado fue la certeza: Terremoto en Chile grado 8.8 en las ciudades del Sur. Con la cabeza aturdida, el cuerpo apretado, el corazón roto y los ojos vidriosos miraba las imágenes: Qué dolor. Y todavía no vería todo. Aún no llegaban imágenes del tsunami en las costas, eso sería aún más estremecedor.

Pasadas las 10 de la mañana, por fin conseguí comunicarme con una amiga española que vive en Santiago en un piso 9 y que me tenía preocupada. Ella estaba en shock, se había paralizado frente a este movimiento telúrico completamente desconocido por ella y al lograr comunicarse por primera vez con alguien rompió a llorar a borbotones por el teléfono, mientras yo emocionada trataba de contenerla. Cuando colgamos envié un mail a su familia y amigas que estaban expectantes pues ya se sabía la noticia en Europa pero no tenían comunicación.

Volví a llamar a mi tía. Contestó un vecino y me dijo: “la señora Carmen está bien, la llevamos a otro departamento porque le estamos ordenando todo lo que se cayó; no se preocupe”, le agradecí y se me volvieron a humedecer los ojos, esta vez por la belleza del alma humana.

Zona central de Chile (Emol.com)

El día continuaría en casa de mis padres, lento, silencioso, aturdido, acompañado, sin apetito, con llamadas de amigos y familia, bellos mensajes de Uruguay, España, Argentina, Brasil, Alemania, México, Colombia, Inglaterra, Francia; y seguirían horas dolorosas, conmovedoras, preocupantes, compasivas. Pero curiosamente me sentía muy viva, no de vitalidad, sino por dentro, conectada, consciente, presente.

En la tarde, por primera vez reparé en que mi madre también tenía un altar en su cuarto, el de ella es católico: algunas Vírgenes, una imagen de Jesús, la Biblia, una vela, unos santos y una foto de mi abuela a la que no conocí. Tomé la Biblia y pedí un mensaje para entender este momento de Chile y la humanidad; cerré los ojos y abrí una página con la mano izquierda, mi dedo índice se posó en el capítulo 4 del Libro de Las Lamentaciones. El profético mensaje era nada menos que un poema de dolor por la destrucción de Jerusalén (Sion) a.c. (la explicación está aquí y pueden leer el texto bíblico acá) y me confirmó parte del sentido que veo y palpo de este desastre.

La estrella de Chile

Sí, nosotros, el país modelo de Sudamérica, ese al que todos elogian, ese que no vive la crisis internacional porque su manejo macroeconómico es inteligente y precavido, ese del cual muchos extranjeros me dijeron últimamente “Santiago parece primer mundo”; ese que tenía como agotadora, fantasiosa y cruel meta social el éxito y la estabilidad; ese que se había vuelto tan frívolo e insustancial sobre todo a nivel mediático; ese país con ciudades más bien plásticas que buscan parecerse a Miami en vez de rescatar nuestra

La caída de una autopista en Santiago (Foto Emol.com)

identidad mestiza; ese país con ciudades segmentadas donde nos clasificamos y desconfiamos según el sector donde vivimos y cómo nos vestimos o hablamos; ese para el cual el nuevo Presidente prometía majaderamente hacerlo crecer al 6 % y “terminar con la delincuencia”, como si fuesen los únicos temas relevantes para una nación y su gente; ese que comenzaba a celebrar su Bicentenario y lo abría con un Festival Internacional de Viña del Mar que no casualmente culminaba justo el 27 de febrero –que, por lo tanto, quedó trunco- y que como nunca en los últimos años se evaluaba francamente aburrido y mediocre, pues era un hecho que no había figuras actuales ni relevantes. Ese país limpio y ordenado, lleno de camionetas 4×4 y autos último modelo; con habitantes colmados de tecnología y cuyo ícono del avance social era el televisor plasma, la BlackBerry o el departamento propio encumbrado en edificios modernos; ese en el cual yo apenas ubicaba de vista a un par de vecinos de mi piso… Ese país envidiado, admirado e imitado…

Sí, este país, Chile, también es FRÁGIL, también puede sufrir y mucho. No somos intocables. Los desastres no sólo afectan a países pobres u orientales. No, este país estrella –como cualquier otro que descansa en su aparente actual buena fortuna- también puede ser quebrantado por el dolor y de forma aleccionadora.

Y –por supuesto que con todo mi respeto y honor a la víctimas más afectadas- enhorabuena.

Siento que somos afortunados de ser elegidos por la naturaleza, por el Universo y su energía sagrada.

Tenemos la enorme oportunidad DE NO SER LOS MISMOS después de este terremoto. Qué bien. Nuestro pecho se estremeció y puede estar trizado aún, pero también se ABRIÓ.

Nuestra CONCIENCIA se sacudió. Nuestra humildad brilló, puede seguir haciéndolo y nos insta a recordar y aceptar que no manejamos el destino a voluntad y que la ansiada estabilidad no existe. Nuestros MIEDOS afloraron y nuestro agradecimiento se asoma con fuerza.

Qué alegría, podemos ser más sensibles, tenemos el inigualable regalo de estar más conectados con nuestras almas y con nuestra vulnerabilidad. Ahora –confío y es la idea- todos podemos estar más conscientes de lo realmente importante: El AMOR. Pero el amor verdadero. No esa emoción hollywoodense, ni el sentimiento dramático ni el dependiente, no ese que andamos buscando afuera, sino LA BONDAD DEL CORAZÓN.

Lo único que no se derrumbará nunca con ninguna tragedia es esa LUZ, esa energía poderosa que llevamos dentro y que es necesario sentirla, contagiarla, esparcirla, ofrecerla y recibirla HOY, no mañana.

GRACIAS, qué dolor tan sanador.

El terremoto de los niños (docu)

Gran documental chileno realizado a pocos días del terremoto de febrero 2010… Una mirada profunda, pura, sanadora, con sentido y esperanza. De Canal 13 cable que, todo el rato, es tanto mejor que su señal de tv abierta.

Un lujo de material visual. Clickead AQUÍ

TERREMOTO EN CHILE: GRACIAS POR EL DOLOR (1era Parte)

… Con profundo honor y respeto por las víctimas más afectadas del terremoto en Chile –fallecidas y sobrevivientes-, reconociendo que mi vivencia es absolutamente ínfima e incomparable al lado de la suya, les agradezco a ellas desde el corazón el mostrarnos y contagiarnos el dolor. GRACIAS, MUCHAS GRACIAS.

…Todos estos días he hecho (no sólo yo) silencio y varias abstenciones de lujos o placeres por respeto a ustedes y he apreciado infinitamente su coraje.

He valorado vivir en una casa, poder bañarme, beber agua, elegir lo que quiero comer o la ropa que vestiré, dormir en una cama, usar un baño limpio, saborear un pan fresco con mantequilla y una taza de té caliente…

Les agradezco a este terremoto, al tsunami y a sus víctimas el humanizarnos, movilizarnos para ayudar, conmovernos con sus desgarradoras lágrimas, con sus sueños truncados y desesperanza. El habernos dado la poderosa oportunidad de detenernos y así lograr preguntarnos: ¿en qué estamos y cómo?, ¿qué tipo de vida llevamos?

Les agradezco con gran satisfacción el haber cambiado la agenda nacional y mediática (esta última tan agotadoramente frívola los últimos años) en pos de lo profundo: el amor, el servicio, la protección, la ayuda y la información real.

Los efectos del tsunami posterior al terremoto, en las costas del sur de Chile (foto aérea de Emol.com)

Esta tragedia –qué bueno- nos ha pasado a todos, incluso al continente y al mundo.

Todos sentimos –o conocieron- el derrumbe literal y metafórico, el miedo, la incertidumbre, la angustia, la pena, la desolación, la rabia, la impotencia no de un país pobre, sino del país “modelo” de Sudamérica, ese “que estaba tan bien” a ojos del mundo y, efectivamente, en gran medida así era. Por lo mismo, aquellos que aparentemente nos salvamos de esta, igual sentimos el terror de que venga otro desastre y nos afecte más directamente como a los millones de seres que hoy lloran sus pérdidas humanas, materiales y animales.

Le agradezco a la naturaleza y a la Tierra mostrarnos su poder infinito e incontrolable para recordarnos eso: sólo somos humanos, no dioses todopoderosos; nada está bajo nuestro control y, al contrario, le debemos respeto y agradecimiento a la vida animal, vegetal, mineral; al viento, al agua, al fuego, al aire.

Sí, aunque suene como suene, estoy intensamente agradecida del dolor que estamos viviendo. Este país –confío y anhelo- no volverá a ser igual después de esta convulsión telúrica, emocional y espiritual, que tiene como paradójico contexto los mayores avances tecnológicos y económicos de su historia.

Gracias. Siento que muchos volvemos a respirar con ganas. Siento que vuelvo a valorar mi cuerpo, mis talentos, mis numerosos medios, mis vínculos, el amor que puedo dar y el mucho que recibo, incluso de gente que está muy lejos.

…Adoré el silencio y la energía lenta y sensible que se produjo en las calles santiaguinas los primeros días post terremoto. Me gustó mucho ver los restaurantes, cafés y tiendas vacíos; ¡qué bien!, salimos de la burbuja y de la anestesia intoxicante del consumo y la evasión. Logramos detenernos y sentir.

Ha sido tan bueno cambiar de ritmo, de prioridades; no poder trabajar con la misma energía porque el alma y el cuerpo aún están remecidos. Ha sido tan bello recibir ayuda, pedirla y darla.

… Fue hermoso juntarnos con amigas, con mi hermana y mi madre a meditar, a rezar, a pedir, a enviar amor y a agradecer. Hasta fui a una misa católica el mismo día del terremoto, pues sentía que necesitaba un lugar de conexión espiritual, que era vital reunir mi energía con las plegarias de otros, y me encantó porque el sacerdote dejó los últimos 15 minutos para orar en silencio por las víctimas, mientras compartió el santísimo (creo que así se llama una bella cruz dorada que seguro da bendiciones), junto a la purificación del incienso y el sonido de las campanas.

Ha sido emocionante ver una posta de periodistas abnegados en todos los medios de comunicación, que se nota apenas durmieron por cumplir con la misión de informar, aquellos profesionales que desde el lugar de la tragedia estuvieron tan desabastecidos y sacudidos como las propias víctimas.

Qué bien nos hace y nos ha hecho el dolor. Este dolor colectivo, este sufrimiento que le ofrecemos al mundo como señal de alerta. Sí, es una señal: estamos frente a las últimas oportunidades de C-A-M-B-I-A-R. Nuestra transformación es AHORA.

¿Cuál transformación?  Un giro hacia el centro del pecho, hacia el respeto por el poder y sabiduría de la naturaleza, hacia la fuerza sagrada y benévola del Universo, hacia la empatía con la humanidad completa, incluso con nuestros enemigos o antagonistas; hacia promover paz en lo cotidiano, no sólo en casos de guerra…

Un compromiso con el amor, la compasión, la intuición, el equilibrio; una forma de actuar consciente para asumir que no estamos solos con nuestro ego, nuestra mente, nuestro cuerpo y ese afán de control constante que tenemos. No. Hay algo mucho más noble y sutil que nos mueve y rige nuestra existencia… Pero tenemos que optar por ella, atrevernos a sentirla y caminar según su vibración…

… Aahhh, puedo tomar aire con ganas para agradecerle a este dolor. Hoy tengo más conexión con mi propia alma y con la colectiva, esa que nos está empujando –aunque sea a golpes- a encontrar la verdadera felicidad. GRACIAS.

CÓMO SOBREVIVIR AL 2010: Tips para un año intenso y sorpresivo

Como les conté en el post anterior «Terremoto en Chile: Despierta el Amor»... el día antes de que la tierra se sacudiera bruscamente yo estaba escribiendo un artículo sobre la fuerza de este año 2010 para una sección del diario El Mercurio Emol.com
Ahora lo publicaron y pueden leerlo, pues tiene todo que ver con lo que hemos vivido y seguiremos viviendo en el mundo, no sólo en Chile… Como lo he dicho antes y como podemos percatarnos, el 2010 nos quiere muy despiertos, flexibles, pacíficos y amorosos.
La nota se titula «Cómo sobrevivir al 2010: Tips para un año intenso y sorpresivo» y pueden leerla, comentarla y reenviarla si lo desean, clickeando AQUÍ.
Un abrazo esperanzado.

EL SENTIDO DEL TERREMOTO EN CHILE

Lo que ha pasado es -entre muchas otras cosas- una señal para nuestro país y para toda la humanidad de lo frágiles que somos y de cuánto nos necesitamos… El dolor es una OPORTUNIDAD de conectarnos con el AMOR, con nuestra alma y su bondad; cuando el dolor o el terror nos toca, podemos hacer un cambio profundo en nuestras vidas, tener más conciencia y parar de generar apegos, avaricia, odio, rabias, desprecio, desconfianza, crítica, daño a otros…. Podemos mirar la vida de otra forma…
Por eso, quienes estamos bien evitemos estos días criticar o enojarnos con quienes están manejando la ayuda, con las autoridades en general, con quienes han robado, con quienes están informando a través de los medios de comunicación, con quienes están indiferentes ante el dolor de esta tierra… Es difícil, pero no nos quedemos en pequeñeces…
Paremos con la negatividad y la frivolidad, si seguimos con eso NO habremos entendido nada del para qué de este desastre… De esa negatividad hemos tenido y provocado demasiado.
AHORA conectémonos con el AMOR y la COMPASIÓN…

  • Cada vez que venga a tu mente una crítica, una queja, un enojo o resentemiento por lo que está pasando… observémoslo y dejemos que pase, que se disuelva, para luego aplicar el antídoto del Amor.
    Simplemente siente en tu mente o en tu pecho las palabras Amor, Compasión, Aceptación…

Es AHORA EL MOMENTO DE CAMBIAR… No esperemos otra señal más poderosa que esta…

Y otra cosa (si les da lata no importa, ya con lo anterior podemos generar el mega cambio) …El lunes se lo dije al chico de la verdulería cuando me ofrecía más cosas y un buen trozo de queso y yo le respondía que no, por las víctimas del terremoto, que no era un tiempo para gastar ni para darse lujos, que muchos estaban sufriendo y que con lo mínimo estaba bien… Él se rió, pero luego lo entendió… Si quieres, como un gesto de solidaridad y conciencia, estos días intentemos evitar los lujos, con menos podemos ser igual de felices y, de paso, nuestra austeridad honra el dolor de las víctimas… Menos gasto de energía, menos compras, menos excesos, menos adornos en nuestras vidas y más esencia, más humanidad, más comprensión…
Eso es. Gracias a todos por estar.

***

Luz para Chile, América y el mundo

Hoy a las 20 hrs. ( y toda esta semana), donde quiera que estemos, intentemos mandar LUZ a Chile completo, a las víctimas y también a aquellos que están bien.
De esta forma:

  • Si estás en casa, puedes reunirte con otros o hacerlo individualmente.
  • Encendamos con conciencia una vela. (Si no la tienes no importa, lo que vale es la intención)
  • Sentémonos cómodos y sin prisa frente a ella.
  • Si quieres puedes juntar las palmas de tus manos frente a tu pecho y respirar profundo un par de veces.
  • Agradezcamos todo lo que tenemos hoy: nuestro cuerpo sano, nuestra inteligencia, un techo, una cama, seres queridos, un trabajo, comida, ropa, servicios, nuestra alma, la posibilidad de pedir por otros… Todo lo que venga a tu mente y a tu corazón.
  • Respiremos muy profundo y enviemos desde el centro del pecho, desde el corazón: LUZ, AMOR, SABIDURÍA, BIENESTAR Y PAZ a todos los que en este momento están sufriendo, a los que han perdido a sus seres queridos, a quienes han perdido sus casas, a quienes se sienten desesperados. A quienes están solos, a las almas que se han ido violentamente, a quienes tienen rabia, impotencia, dolor, miedo, angustia; a los enfermos, a quienes están robando, abusando o aprovechándose de este dolor, a las mascotas o animales desamparados, a los que están incomunicados. A los medios de comunicación y sus profesionales. A las autoridades, a los profesionales de la salud, a nuestra Presidenta y al futuro Presidente de Chile. LUZ, AMOR, SABIDURÍA, BIENESTAR, PAZ. Si quieres puedes decirlo en voz alta.
  • Respiremos profundo y sintamos que nuestro corazón manda luz de amor a todos los seres por igual.
  • Puedes terminar con un «Gracias», con un «Amén», con un «Que así sea», con un «Om»… Lo que te nazca.
  • Si quieres puedes dejar la vela encendida un rato.

Podemos repetir esto cada día de esta semana.
Si no puedes a las 8 pm, no importa, hazlo en el momento que puedas.
Si no tienes el tiempo de hacerlo, no importa, sólo manda tu intención de amor.

Este dolor es una oportunidad de conectarnos con el AMOR.
Si quieres reenvía esto para que Chile y su alma, nuestras almas, reciban mucha luz.
Gracias.
PD: Estos días especialmente, cada vez que comas algo, cada vez que te acuestes a dormir, cada vez que camines por un buen lugar, cada vez que entres o salgas de tu casa, cada vez que te comuniques con alguien a quien quieres, cada vez que te pongas tu ropa, cada vez que te bañes o bebas agua sediento…. puedes DEDICAR ESTAS COMODIDADES A TODOS LOS SERES QUE NO LAS GOZAN HOY… IMAGINA QUE TUS PRIVILEGIOS (APARENTEMENTE TAN NORMALES) LE LLEGAN A TODOS LOS SERES QUE HOY NO LOS TIENEN… SIENTE QUE LAS BONDADES DE TU VIDA SE MULTIPLICAN PARA AQUELLOS QUE SIENTEN EL DOLOR DE NO TENERLAS…  La intención es poderosa.