En casa

Santiago, foto agencias

El cielo y el aire están limpios después de la lluvia y de un fuerte ‘temblor’ (en otras partes esto sería terremoto) en Santiago… Sí, todo se mueve y se purifica, como nuestras vidas, ¿verdad? … Al fin puedo descansar después de días intensos. Y como el cuerpo es sabio aparecen resfrío, dolor de cabeza y mucho sueño. Vivo mi propia purificación y me alegra; es también un ajuste de energía… Después de una siesta el cielo se ve bellísimo entre nubes oscuras y sol. Siento el cierre de un ciclo poderoso que iniciamos en julio, fueron dos meses de lecciones, gran aprendizaje, verdades y regalos. Este lunes 25 la Luna Nueva en Virgo nos propone reordenarnos y sacar la maleza de nuestros hábitos y rutinas para que la tierra quede lista para la siembra, que comenzará a crecer y mostrar sus brotes en octubre… Son días importantes, no podemos sembrar cualquier cosa y luego quejarnos del resultado, ya no… La consciencia está ya entre nosotros cada día más y podemos hacerla brillar…

De julio acá muchos nos encontramos con temas para limpiar y verlos no fue cómodo, pero sí aliviador… El alivio viene cuando aceptamos y decidimos encontrar el sentido de eso, pero mientras estemos resistiéndonos el dolor, la incomodidad, rabias y miedos aumentan… Como conversamos con un amigo sobre su trabajo: dale las gracias a ese jefe inoperante, inseguro y autoritario; dale espacio en tu vida y desde el corazón, en silencio, pregúntale para qué está en tu vida, a ver qué te responde, ve qué tiene para ti, cuál es el aprendizaje con él… Y acéptalo porque eres tú en otra versión… E igual nos reímos porque es incapaz de verse en él y eso que es re mandón, jaja, pero es más dulce, sin duda… Y yo le cuento de cómo me reflejan los consultantes de carta astral en sus angustias, obsesiones, ansiedades, fragilidades, fortalezas… Y de cómo algunas veces ciertos egos me ponen a prueba, mientras que con otros va todo bien… Somos iguales, somos uno y somos el Todo.

Desde ese Todo que venimos a experimentar -y que somos- , hay ciertos momentos-espacios en la vida en que volvemos a Casa… En que nos sentimos completamente a gusto, en paz, plenos, con certeza, libertad y alegría. Nos sentimos en total conexión con ese luminoso Yo Soy, con quien realmente somos… Pueden no ser intensos ni eufóricos, pueden estar cargados de silencio, quietud o aparente simpleza. Siempre son emocionantes. Quizá no sean muchos en el camino; quién sabe.  Pueden durar, otros pueden ser instantes. A veces son espacios físicos, otros más bien emocionales a través de personas o gestos y algunos son muy espirituales. Otras veces son un todo. Como sea, son un tesoro: algo que agradecer y llevar en el corazón…

Lago Todos Los Santos, Chile, 2010

Lago Todos Los Santos, Chile, 2010

Me he sentido en casa en mi propia casa, mirando el atardecer o la lluvia desde el balcón, o desde el sillón cerca de la estufa, en invierno; en los alrededores de los lagos Llanquihue, Caburgua y Todos Los Santos, en el verde sur de Chile; en las acogedoras Villa La Angostura y Uspallata, Argentina; en la mágica Turquía; en el pintoresco Porto, en Portugal; en la colorida Guatemala; en muchos rincones de Uruguay… Sentada en las faldas del San Cristóbal, uno de los cerros de Santiago; o en caminatas al comienzo de la primavera con las calles llenas de flores, o en días en que el viento levanta las hojas y desordena el cabello; en algunos bosques; escuchando el sonido del agua de ríos y cascadas. También en varios cafés o bares de Santiago y otras ciudades, mientras trabajo o nos encontramos a compartir y hablar por horas de nuestras vidas… Al sentir el aroma de las fresias en septiembre, o del pomelo, del azahar y del jazmín…

En ciertas relaciones, conversaciones, reencuentros, abrazos, gestos; también he estado en casa. En momentos de crecimiento y aprendizaje en que he podido ver la película completa de un hecho también he suspirado por llegar a ese estado de comprensión profunda que da certeza, plenitud y pertenencia, donde luego puedes celebrar, soltar y pasar a otra ‘etapa’, a otra aventura en el camino…

Frente a distintas herramientas de crecimiento y de consciencia he sentido la alegría de saber que sí, que son para mí, que sintonizo con ellas en ese momento y que puedo reconocerlas como parte esencial de mi camino, así como otras no me suenan nada  o me aburren o me huelen mal (podría hacer un post entero con estas últimas, pero es mejor que cada uno olfatee y descubra qué le sirve y qué no)… Sí, hay de todo para todos porque este viaje es personal y tiene mucho de ensayo y error, a no si no. Varias veces idealicé -o creí- en ciertas miradas o escuelas y el aterrizaje fue más que forzoso después. Es que a los humanos parece costarnos la coherencia, aunque cada vez estamos más consistentes; este tiempo es de mucha verdad y belleza: todo lo que somos sale a la luz inevitablemente, casi no hay espacio para mentirnos a nosotros mismos -¡vaya regalo!-, lo cual puede angustiar a algunos y liberar a muchos…

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Haciendo un despacho (ofrenda), una noche en Cuncumén.

Y estos días, nuevamente, volví a casa. El trabajo interior que aprendimos y vivenciamos durante seis días en Cuncumén (centro de Chile) de la mano de Juan  e Iván Núñez del Prado (padre e hijo, formados durante años con los Q’eros, pueblo Inca), en que nos conectamos profundamente con la sabiduría andina, su (nuestra) cosmovisión y espiritualidad fue todo un lujo y un gran regreso a casa. De esos que te marcan y te dejan un agradable sabor de boca muy duradero. De gran simpleza y profundidad a la vez, basados en el Ayni o principio constante de reciprocidad, de potente conexión con la naturaleza y con la energía de este continente, este «arte espiritual andino» como lo llaman viene a ser un gran tesoro para estos tiempos de despertar en la humanidad. Encima es nuestro, tiene la vibración de Los Andes, de esta tierra bella y aparentemente joven, pero que los registros y aportes de los incas se encargan de develar como mucho más antigua y sabia de lo que creemos.

qeros1 Con un grupo de Argentina, México y Chile, vivimos momentos bellísimos, recibimos mucho conocimiento y pudimos practicarlo con la pureza de aprender algo ancestral que transforma nuestra vida cotidiana, al mirarnos como parte de la naturaleza e igualmente con facultades distintas, como seres portadores de una semilla brillante e intacta; como seres humanos únicos que podemos entregar a la madre tierra a modo de ofrenda toda nuestra energía «pesante»: preocupaciones, miedos, frustraciones, rabias; y recibir del cielo energía «fina»: polvo de estrellas, energía cósmica que puede limpiarnos… Una práctica espiritual que -como me gusta y en sintonía con estos tiempos- se aleja de formalidades y rigideces, que con sencillez nos llama a abrir nuestra visión para conectar con el poder humano: la fuerza de Ser, entregar, recibir, compartir, crecer, manifestar, aportar, amarnos -a nosotros mismos- y amar a todos los seres desde la decisión y voluntad consciente de abrir ese poder que puede crear amor. Sí, por si lo habíamos olvidado, nuestra sabiduría andina nos recuerda que podemos crear amor.  Bajo esta visión el amor es un acto de voluntad y una energía que podemos producir tanto para nosotros como para todos los que nos rodean…

Esta llegada a casa «está siendo» un gran recordar, confirmar y resignificar varios hitos de este «viaje sin retorno», como me dijo un amigo hace unos años cuando hablábamos del crecimiento interno, el auto-conocimiento, la sanación y la consciencia… Una vez que comienzas, ya no te puedes devolver a tus creencias y hábitos de antes, y sigues descubriendo cada vez más porque la espiral tiene muchas puertas que abrir. Eso sí, puedes elegir parar y/o estancarte, y está bien, pero no puedes retroceder si algo en ti, por mínimo que sea, ya decidió crecer…  Ahora de nuevo en casa, estoy feliz, sintiendo la alegría y responsabilidad tanto de haber comprendido la señal que me indicaba que sí tenía que ir a este encuentro, como de poner en práctica lo nuevo que se integra con lo antiguo porque de eso se trata este tiempo: de integrar, tanto entre nosotros, como en nuestros aprendizajes, como en los distintos roles que tenemos, en todo lo que somos: un mandala vivo, chispeante, evolutivo, vinculado al resto, mágico, amoroso, humano, puro, poderoso…

Con esta Luna nueva de hoy, sin duda, podemos también limpiar y ordenar la casa más importante que tenemos: nuestro cuerpo, y darle los cuidados (amor) que necesite. Y luego de armonizarnos por dentro podemos hacerlo afuera, con la ayuda de Virgo podemos dejar nuestra casa como un espacio más pulcro que esté al servicio de todos los que la habiten… A ver cómo nos va con estos regresos a nuestras casas. Bienvenidos! y Gracias otra vez!

Señales

señalesHay tanto que decir de las señales. Desde niña las tuve en cuenta aunque sin mayor consciencia como para hacerles caso, habían muchos gestos y «coincidencias» que me llamaban la atención y que algunas veces relacionaba. Más tarde hubo al menos dos tan evidentes que no seguí, que no supe ver ni escuchar y que luego pagué tan caro -con dolor- que desde ahí intento respetarlas y atesorarlas como gran protección y guía de la Vida, de esa energía sagrada que nos acompaña dentro y fuera de nosotros.

Últimamente me siguen mandando unas de madrugada. Algunas las comprendo, otras ni idea qué quieren decirme, hasta con letra y música aparecen. Aunque más que señales son mensajes.

En la consulta siempre las hay, como un chico que está puro flojeando con su vida y evadiendo, y se queja del sistema mientras yo me río y le digo que está grande pa’ seguir en la víctima, que encima eso está pasado de moda y que con todos los talentos que tiene es un desperdicio, pero que también es su opción no crecer y está perfecto si así lo quiere, al tiempo que afuera en la calle una niña llora y hace pataleta en los brazos de su padre: esa energía es tu ego, ese llanto taimado, ¿lo puedes ver? -le digo y nos quedamos en silencio escuchando los sincrónicos gritos dramáticos de la pequeña, mientras él se sonríe y mueve la cabeza. Señal-sincronía de confirmación.

Y en estos meses me invitan a algunas charlas y seminarios dentro y fuera de Santiago, a unos como asistente, a otros como expositora. En un par de casos las señales y sensación son de poderosa certeza: sí, voy, ¿cuándo es?; o no, gracias, paso. Y un par de semanas después tengo confirmaciones -vía conversaciones inesperadas- de que las decisiones estuvieron bien. Pero en otros casos, dudo y ya no sé qué decidir.

Hubo uno más fácil. Una charla de la que me entero la noche anterior y no estoy segura de ir porque capaz que no dicen nada nuevo y/o el charlista quizá es -para mí- chanta. No sería la primera vez en que me topo con esta energía opaca que vende una pomada o que es poco consistente o profunda, en todos los ámbitos hay chanterío y está bien, es parte de lo que somos y de un equilibrio, incluso en temas que algunos definen como «espirituales»; pero a estas alturas y con el poco tiempo que tengo no me da para ir a ciertas cosas que de sólo leerlas despiertan mi sospecha o indiferencia.  Y digo: bueno, llamaré aunque es tarde, si me contestan es la señal de que tengo que ir. Si no, no-. Entonces llamo y una chica al otro lado me da toda la info con mucha disposición. Igual no me convence del todo el expositor, por pura intuición no más, pero sí la experiencia y dado que pedí esa señal y la tuve, digo: ok, vamos.

Al día siguiente comprendo porqué tenía que ir. Efectivamente quien da la charla no es un gran aporte, está mucho en la mente y eso ya no va, aunque un par de frases y ejemplos me sirven. Pero me encuentro con dos personas (una que conozco y la otra sólo de nombre) que me confirman que el haber rehusado una invitación a otro evento estuvo bien, ellas tampoco irán y tuvieron la misma impresión que yo al recibir la info. Bien, a esto tenía que venir hoy, a reafirmar una mirada con respecto a otra cosa. ¿A la charla en sí misma? No mucho.

Pero hay otro seminario en el que no termino de saber si tengo que ir o no. Viene a Chile el antropólogo peruano Juan Núñez del Prado, formado además en la tradición andina, especializado en el estudio de la espiritualidad de los pueblos originarios de Los Andes, en particular de los Q’eros, descendientes de los incas. Del 14 al 19 de agosto, en Cuncumén, quinta región de Chile, enseñará sobre esta cosmovisión andina y entregará prácticas para la vida cotidiana. Acá está la info por si alguien más se suma.

Los Andes, Chile, verano 2011

Los Andes, Chile, verano 2011

Cuando supe, hace meses, me llamó la atención, pero no me convenció del todo, aunque me da vueltas y encima igual me llama porque tiene unas charlas en que conecta la tradición andina con la psicología jungiana, escuela siempre tan revolucionaria y lúcida en nuestra historia como humanidad y apasionante para tantos en distintas latitudes. Por otro lado, muchos coincidimos en que el despertar de consciencia energéticamente está en esta región, en Los Andes y que la energía y sabiduría de acá tienen mucho que aportar en este especial tiempo al planeta… Entonces, una tarde en medio de las compras en una tienda, le digo a Claudia, una de las organizadoras -y gran terapeuta, por lo demás- que no sé si ir porque igual me inquieta, pero es plata y tiempo. Ella me dice que no es la más indicada para asesorarme porque para ella la inquietud ya es una señal de que tiene que ir. En cambio para mí eso a veces es duda, no certeza.

Conversamos un poco más y de que obviamente tengo que pedir una señal. Llegamos a la caja de la tienda y están la cajera y el chico que empaca las cosas. Entonces Claudia le dice a éste (que ya intercambió un par de saludos y sonrisas con nosotros): ¿Tú qué opinas, ella tiene que ir o no a eso que está dudando de ir?- mientras él mueve la cabeza, se apresta a responder, pero la cajera lo interrumpe: Yo creo que tiene que ir porque después una se arrepiente de eso y mejor hacerlo y no quedarse con la duda para siempre, poh -dice sin más la señora que es muy divertida, mientras Claudia y yo nos miramos y nos decimos: ¡¿Qué tal?!  Entonces, el chico agrega: no sé, es que igual a veces no hay que hacer algunas cosas, hay que pensarlas mejor, a mí me ha pasado eso al menos… Pero yo igual iría no más -dice, y empiezan a discutir los pro y contra con la cajera y todos nos reímos porque ella le dice que se tiene que portar bien y otras cosas. En eso, yo que no sé bien cómo interpretar esta señal, miro al chico y me río con con asombro y le digo al oído a Claudia: mírale la piocha que lleva -me refiero a la identificación que usan con el nombre de cada uno en la tienda y dice: JUAN… -Nooooo! -exclama Claudia a carcajadas y yo agrego: está clara la señal, ¿no?, ok, tengo que ir, na’ qué hacer-. Y la cajera se da cuenta que algo nos pasa con el nombre del chico y dice: yo estoy rodeada de Juanes, en la mañana había otro y me hacen rabiar-. Jajajaja, seguimos riendo y comprendo que aunque no termine de convencerme todo indica que tengo que ir a ese encuentro…

Agradezco mucho la guía sagrada que aquí se hizo presente y que está abierta y disponible para todos si decidimos usarla y permitirnos ser guiados, cosa que no siempre es fácil, pero que es una aventura bella y reconfortante que nos da mucha tranquilidad, pues no es nuestro ego quien decide a destajo, sino que cuando sigues una señal estás -además de practicando humildad- conectado con la divinidad que somos y activando la magia de la Vida. Encima es entretenido, aunque a veces parecen no tener sentido lógico algunas respuestas y señales.

En parte de eso se trata este tiempo: de entregarnos a la experiencia y voluntad que no pasa por nuestra mente sino por los propósitos del alma y del espíritu que se «confabulan» con ciertos hechos para que demos nuevos pasos en esto de crecer y despertar…

No será la primera ni última vez que trate sobre este tema. He tenido señales de tener que seguir haciéndolo… Hasta la próxima!