Una cosa es el milagro después y en medio de la tragedia. Ese regalo de la vida y de la Tierra. La luz en la oscuridad.
Pero otra cosa es el aprovechamiento político, mediático, económico y más que ya podemos ver y que quizá aún no logramos imaginar desde el minuto en que el primero de los 33 salga a la superficie.
Entonces, luego de apagar la TV con fastidio en reiteradas oportunidades al ver la agotadora cadena nacional del tema con decenas de bochornosas notas periodísticas; después de estar a punto de contratar TV cable para no mirar programas locales durante las próximas dos semanas; después de reírnos pensando en qué marca de bloqueador solar será la auspiciadora oficial del rescate; después de decidir consumir la menor información del tema para no contaminar algo que en el fondo es muy mágico… Propongo 5 pasos para sobrevivir a la oleada mediática sobre el rescate de los 33 mineros chilenos:
1. Aceptemos nuestra dualidad, la polaridad humana. Los grandes hechos sacan lo mejor y lo peor de lo nuestro. Como el terremoto: hay héroes y vándalos conviviendo en torno al dolor. Ahora, hay familias sufriendo, mineros atrapados, gente anónima y reconocida ayudando, trabajando y profesionales informando… versus, familiares en quinto grado robando cámara, personajes tratando de figurar, autoridades posando y midiendo en cuánto los beneficiará esto en las encuestas o elecciones, periodistas haciendo preguntas absurdas y editores de medios midiendo cada punto de rating que los haga vencer a la competencia… Así somos, tenemos ángeles y demonios dentro y ellos salen a pasear con alevosía en los momentos extremos. Por lo tanto, podemos observar esta realidad tan nuestra, antes de seguir criticando.
2. Si -como yo- usted es un consumidor habitual de información periodística, haga «dieta de medios» este tiempo. Será inevitable leer, ver o escuchar del tema. Y si le resulta irritante, entonces es mejor dosificarlo. Así nos evitamos una gran fuente de rabia, crítica, vergüenza, etc., que siempre se traduce en energía negativa que impregna su ambiente y su vida y que, ojo, se multiplica y se devuelve. En cambio, use este tiempo libre para cosas que tenga pendientes, como leer u ordenar.
3. Si tiene conexión con esta práctica, puede sentarse a meditar y a enviar, desde donde esté, paz, sabiduría, bienestar, armonía y conciencia, a todos los seres que están involucrados en este hecho y a todos los que en este momento -en cualquier rincón del planeta- están afrontando dolor, desafíos u opresión. En silencio, mande desde su corazón esta energía. Si meditar no es lo suyo, puede rezar, si esto último tampoco es para usted, cuando se acuerde del tema, piense en algo positivo.
4. Al igual que los mineros, saque a la luz algún talento que usted tenga oculto, o un bello sentir no expresado, o un gusto que quiera darse estos días y dedíquelo a todos los que no pueden hacerlo. Imagínese si usted hubiese estado ahí, cuál habría sido su aporte al grupo, qué habría sentido física y emocionalmente y cómo lo habría expresado.
5. Agradezcamos! Al menos podemos elegir qué ver, con qué quedarnos de todo esto, qué aprender. No somos los protagonistas, la gran mayoría no hemos vivido directamente este dolor, no estamos estresados trabajando en esto que dará para largo… Podemos agradecer el regalo del fondo de la Madre Tierra, las lecciones, el recordatorio metafórico de lo bueno que es ir a nuestro interior, de lo sanador que es no temerle a nuestras oscuridades y de confiar en las bondades que ese hilo invisible llamado destino a veces nos regala.
A ver cómo nos va en esta aventura.