Regalos del 11.11.11

Antenoche, al regresar de una clase de astrología, en mi correo no sólo había unos cinco mensajes más (ya iba por los diez desde la última semana) sobre el 11.11.11, sino que además mi querido editor en Guioteca.com me escribía sobre el mismo tema diciéndome si podía publicar algo porque había mucho interés… Obvio que me puse a escribir. Primero porque el tema me interesa y ya sabía (desde el 8 de noviembre) que haría una nota sobre lo mismo en este blog. Segundo, porque cuando un tema se te repite tanto y por distintas fuentes es que algo hay para ti. Tercero, porque entre tanta información sentía que estaba bueno filtrar y decidir desde dónde vivir este portal energético que suma 33 y del cual hay mucha información en múltiples rincones del mundo, y ya que tengo esa tribuna por qué no difundir algo que nos sirve a todos…. Y cuarto, porque no le podía decir que no al jefe, the boss, que me cae tan bien y que no entiende nada de astrología, pero es Géminis, por tanto inquieto y con humor, y confía en mi pluma astrológica, lo cual es un lujo en el oficio periodístico.

Entonces, este jueves 10 por la mañana la nota ya estaba publicada y se titula: «11.11.11: Gran oportunidad de cambiar y partir de nuevo». Se lee aquí.

Ya, pero este no era mi motivo central para esta nota que comparto en la víspera del 11.11.11…. Resulta que el martes 8, después de una lectura en mi consulta con un bello y ordenado hombre grande (de poco más de 60), apesadumbrado y angustiado por su cesantía de más de dos años, que no acepta ni entiende que la vida le está haciendo el juego de obligarlo a parar, a cambiar y a caminar por otros rumbos o a otro ritmo o en otro sentido, o todas las anteriores; hombre al cual entiendo profundamente pues para su edad y género el trabajo lo es casi todo, su rol laboral se vuelve su identidad y no tenerlo es como estar muerto; con quien cerramos la lectura con una meditación guiada para conectar con su corazón, el agradecimiento a este tiempo de pausa, el aceptar y el comprometerse a generar una vida nueva poco a poco, donde pueda entregar a los demás sus talentos… Salgo de la consulta conmovida y alegre a la vez: el día está gris, con brisa, pero es primavera y los verdes se hacen más intensos en los árboles; adoro los días así y en mi MP3 suena una buena canción en radio Cooperativa. Con ella en mis oídos me encamino al banco y otras vueltas por Providencia antes de la lectura siguiente. Termina la canción y la voz inconfundible de la periodista Cecilia Rovaretti presenta la entrevista con alguien de apellido Matta, el hijo del gran pintor surrealista chileno Roberto Matta.

Se llama Ramuntcho, habla con acento italiano-francés?, y en menos de un minuto de conversación ya se había convertido en mi nuevo maestro, mi nuevo gurú. Lo entrevistan porque precisamente este 11.11.11 se cumple el centenario del nacimiento de Matta. «Y dale con la fecha» -pensé, mientras intuía que no por nada estaba escuchando esto. Y por supuesto no fue casual, al escuchar los números seguí atenta a algo que parecía otra entrevista de cultura interesante. Pero fue tanto más que eso, que me quedé pegada escuchando, sorprendida y agradecida porque por fin alguien hablaba de la vida desde una tremenda conciencia y aprendizaje en un medio masivo, pero sin ser una persona que está en temas despertar, autoayuda, espiritualidad, o crecimiento o psicología, propiamente tales… No, él oficia de artista, entre otras cosas.

La primera frase reveladora de mi gurú Ramuntcho fue precisamente ante la primera pregunta sobre si realmente ser el hijo de alguien tan importante no le había traído problemas, si acaso no había tenido que ir al psicoanalista: «Sí, muchas veces, uno necesita eso, es como llevar tu coche al mecánico -se ríe Cecilia. Es muy importante ir al psicoanalista, yo lo hago cada diez años durante dos o tres años como una pequeña revisión del ‘sistema’, porque uno se ilusiona mucho con cosas y el psicoanalista te ayuda a identificar las cosas interesantes de las inútiles».

Y siguió y no paró con otras como que las mujeres son más fuertes porque tienen más conciencia de su cuerpo y que eso le interesa: la conciencia de estar acá.

A propósito de lo mismo, Cecilia le pregunta por una experiencia dolorosa: una enfermedad que lo tuvo postrado por tres años y por la cual tuvo que aprender a caminar de nuevo. «Fue la mejor experiencia de mi vida» -¡Ah, nooo, estoy ante un iluminado! -pensé/sentí. ¿Por qué? -dice Cecilia con seriedad. «Porque te ayuda a entender porqué estás acá, qué quieres hacer y te haces muchas preguntas cuando no tienes el cuerpo. Cuando el cuerpo se va tienes el cerebro que te hace pensar qué quiero hacer, dónde quiero estar para el próximo año si sobrevivo. Y la experiencia de la muerte es muy impresionante porque pensamos que somos eternos, por eso es importante ser buenos y honestos lo más que podamos».

La enfermedad le dio por un virus a la espina dorsal. Cecilia lo bromea diciéndole si el virus se llamaba Matta. Se ríe y responde: «nooo, era un virus que creo se llamaba ‘trabajo’ -yo con mi corazón radiante por estar escuchando esto en pleno Providencia entre bocinas y gente-. Se trabaja mucho en este mundo para sobrevivir y se puede trabajar menos, creo, si uno piensa un poco lo que quiere hacer y toma un poco de distancia con las urgencias…»

La entrevista sigue (pueden escuharla o verla completa aquí) con otras buenísimas declaraciones donde Ramuntcho Matta habla de los medios de comunicación y el dictador rating, su padre, Chile -«no es una nación, es una energía», le decía el célebre pintor que se radicó en Europa-, la política, la cultura, la publicidad, la muerte, los fracasos, el caos, el amor…. Mientras yo camino agradecida por las sincronías, los regalos y el 11.11.11, un momento que nos da todos a la oportunidad de comenzar de nuevo y de sintonizarnos global e inéditamente con el amor. Una fecha que nos abre la bellísima posibilidad de transformar nuestro corazón, mente, cuerpo y espíritu en portales de nueva energía por donde pase y se quede la Luz de la Vida y se multiplique para todos en todas las direcciones.