Equinoccio de otoño 2016: Recomenzamos

20160315_150823Al mismo tiempo que me acomodo en mi mesa de trabajo de lecturas astrológicas, luego de mover un poco los muebles porque pronto retomaré la consulta, aparece este gato mirándome fijo y es igual a otro que se me subió a la panza, los hombros y la cabeza cuando leía y tomaba sol frente a la piscina en San Alfonso, Cajón del Maipo (sector de montaña muy cerca de Santiago), el fin de semana pasado y al cual le dije que me limpiara con su energía y me ayudara a sanar mientras me reía con su ronroneo y su inquietud de gato pequeño; encima el lindo me dejó un par de rasguños en un hombro… -¿Y tú?, ¿qué quieres? No me mires así, si somos vecinos. ¿Por qué no te encargas de esto un rato y yo sigo de vacaciones? -le digo a este gato citadino, mientras no me saca la mirada algo intimidante  y luego se da vuelta y se queda una media hora en mi ventana… Parece que viene a darme la bienvenida y a convencerme de retomar las lecturas…

Tomé largas vacaciones, con un buen rato en la ciudad entre caminatas, piscina, terrazas, cine y atardeceres; además de otros bellos y divertidos momentos  muy bien acompañados en el norte y centro de Chile entre playas, poderosas montañas y cielos estrellados… Pero aún siento que me faltan más. Creo que a todos nos faltan, a todos nos vendría excelente una pausa en los días previos al equinoccio de marzo, luego celebrarlo por un día completo y entonces comenzar con el Sol en Aries (fuego jovial, chispa, iniciativa) cada año…

… Un día de principios de marzo me encontré con Edmundo, vecino de oficina, la suya está en la esquina, en la calle, donde hace años vende lentes y me dice: ¡Hola, guapa, ¿ya volviste?! –e imagino por su cara que decirle que sí le ayudará a compartir las pocas ganas de trabajar con calor. –Nooo, esto es sólo un paseo por el barrio, vecino. ¿Qué te parece? –le digo con risa y agrego: Sí, puedes envidiarme, pero poco; te doy permiso -porque sus ojos se abren y mueve la cabeza con cara de “quién como tú”. Y al despedirnos le digo que se arranque, que se vaya con su mujer a Viña a pasear…

Luego me voy a un café a estar, a comer baguette con mantequilla, a quedarme bajo el sol y los árboles, a sentir la ciudad después de unos días fuera, a leer un buen libro que una nueva amiga, Luz, me pasó para que luego yo también lo haga circular. Hace rato -unos tres años, capaz- que no leía una novela, no me daba ni me conectaba con eso, bostezaba con sólo entrar a una librería (no suena lindo ni culto, pero es así). Después de decirle al mozo -que está acelerado entre las mesas del mediodía- que no hay prisa con mi pedido de desayuno, él se detiene y me pregunta con cara inquieta/chistosa si soy chilena. Yo lanzo una carcajada diciéndole que sí y que sé por qué lo pregunta. Es marzo y en Santiago todo se acelera dado el regreso a los trabajos, estudios y obligaciones varias, pero yo -instintivamente- no sigo esos ritmos del sistema -nada sanos ni reales, ni humanos ni actuales, por lo demás-; siento pura energía de cierre, sin interés ninguno de volver a rutinas, aunque el teléfono y el correo tengan mucho movimiento, además de ansiedad…

Mi pausa también tiene que ver con lo que podría bautizar como “replanteamientos internos y espirituales” (podría escribir un ensayo con ese título), un tiempo de profundo cierre de etapa y bastante desazón; un movimiento de energía que me ha tenido botando mucha pena y angustia, a ratos con un gran signo de interrogación en la cabeza sobre estos tiempos inciertos y de limpieza, con cambios de escenario y de compañías, con agradable quietud, con cansancio y dolor que he podido drenar gracias al amor de varios que me acompañan de corazón, a la asistencia incondicional de mis guías, a la risa y a la naturaleza de este sur de mundo… Por supuesto que también gracias a la entrega, a la no-resistencia de lo que siento y de lo que es… También atravieso estos meses sintiendo la compañía de algunos pasajeros de este blog que están en un viaje parecido al mío y que hacen frente a sus propios desafíos; a varios de ellos me los encontré en la calle, en eventos y hasta en el restaurant de la esquina este verano… Sin duda, en medio de todo esto, avanzo con un corazón que está ahí, estoico, acompañando todo el camino y que sigue sosteniéndome, mandándome señales de que esta crisis/parto es necesaria y que no estoy sola. Como ahora, en que mientras escribo en uno de los café cerca de casa, uno de los mozos que me conoce y que ya me preguntó que por dónde andaba en estas semanas, de la nada me regala otro café tal como lo tomo yo (muy aburrido para muchos): americano pero ultra suave, y me da emoción con lagrimita incluida no sólo por su gesto bello, sino además por la presencia mágica Vida que a cada rato nos muestra en qué estamos y cómo…

Y por si faltara,  también cruzo replanteamientos -que disfruto- de forma a mis lecturas astrológicas y de proyectos que andan dando vueltas junto a otros que intuyo, además de sentir que no es el momento de retomar los rituales pero que sí volveré a hacerlos (en invierno, quizá)… Estas últimas semanas de verano aún me saben a descanso, y ya que mi energía está algo eclipsada como el cielo actual, me hice caso, seguí en mis días más tranquilos y de cierre que ya se despiden… Retomo poco a poco, y en eso comienzo un nuevo ciclo en radio Cooperativa donde partimos conversando precisamente del Equinoccio de Otoño 2016, acá.

Sin proponérmelo demasiado, este fin de semana celebramos -con amigos y familia- de distintas formas la despedida al verano y la bienvenida al otoño entre conversas, caminatas, brindis, comida tailandesa, café y postres turcos, reencuentros, jardines, sanación, carcajadas y comprensiones de lo que este verano de cierres e inicios nos regaló para ahora sí comenzar un año solar que nos invita a construir un hogar energético y material más abierto y luminoso, a realizar las tareas evolutivas de cada uno con optimismo, a trabajar con ingenio y liderazgo por nuestras metas personales, a dejar autoengaños, a sanar temas pendientes desde el soltar, a reconectar con la belleza en todos sus sentidos, a incorporar las artes y lo creativo como parte importante de los placeres que nos aportan inspiración y brillo para seguir adelante… A atrevernos a brillar y a terminar de limpiar lo que ya no nos corresponde…

Desde días soleados en Santiago, saludo al otoño y llevo al verano a mi corazón con todo lo que nos trajo y sonrío porque poco a poco acepto, comprendo, confío, abro, sé. Gracias, verano 2016. Gracias, aguas piscianas de febrero y gran parte de marzo por sensibilizarnos, confundirnos y finalmente limpiar. Gracias, Equinoccio y Sol en Aries que renuevan nuestra fuerza. Adelante, otoño, que contigo amanecemos a este 2016 y terminaremos de soltar cada vez con más fluidez y certeza. ¡Feliz Equinoccio! ¡Y a disfrutar los pasos y saltos del otoño 2016!

amanecemontaña