Trascender nuestras barreras con alegría

Por fin camino a orillas del Bósforo… Era la única expectativa que tenía de este viaje. Y aunque al principio me cuesta porque están remodelando la costanera de una de las zonas que quería recorrer (Karaköy),  luego de seguir y cruzar en el ferri, camino con el viento en la cara por la costanera vibrante de Uskudar…. Eso tiene Turquía («mi país», como señalo siempre medio en broma, medio en serio porque sé que ya estuve en otras vidas por aquí): otra vibración. Tiene chispa, sabor, color, magia… Antes pasamos por Londres, Manchester y Liverpool, que me gustaron mucho, pero -obvio, cada uno con lo suyo- les falta sabor, aunque tienen su majestuosidad y belleza. Y les falta brillo. Hay zonas de energía muy baja por esos lados y otros que recorrí antes y, a diferencia de nuestra América, ‘más nueva’, la naturaleza en el norte hace lo que puede para contrarrestar el peso de la historia cruda y el exceso de mente pragmática, y sostiene, pero -para mí- no logra vibrar muy alto, por tanto, no conmueve. E igual acompaña, lo cual es mucho y me provoca agradecimiento.

Recuerdo que hace tres años, en una conversación con una inglesa en el hostal en Estambul, veníamos llegando por la noche y le pregunté qué había hecho ese día. Me dijo: caminé y caminé a orillas del Bósforo; creo que unas tres horas-. ¡Ay! Yo quiero (tengo que) hacer lo mismo, pensé; pero al día siguiente ya teníamos que irnos y antes nos daríamos un reponedor baño turco…

Cuando estoy en medio del viaje, sin conexión a Internet, explorándolo todo, jugando, además de agradecer mucho, digo: ¿cómo no hice esto antes? Claro, igual me fui al sur chileno -que adoro- un par de veces, pero parece que necesitaba estar aún más lejos y con más estímulo. Bueno, Chile queda tan ‘lejos’ de todo que cualquier viaje es importante. Pero luego recuerdo que no podía. No me daba energética ni emocionalmente ni para que se me ocurriera la idea. Entonces vuelvo agradecer poder hacerlo ahora y termino de integrar lo vivido en 2016 que, para muchos, fue remecedor, un poderoso cierre y activación al mismo tiempo.

En estos días de regreso a Santiago observo/siento todo: el cielo, la energía, la montaña, la gente, la lluvia, la tele, las conversaciones sobre política local e internacional (muchas de las cuales me sacan varios bostezos; está todo taaan antiguo que no me da ni para opinar), los colores, los egos ansiosos, mi cuerpo y su readaptación a este sur, a volver a trabajar y a reencontrarse con el amor y las preguntas de varios que me reciben; también a los nuevos proyectos. Y en eso  estoy cuando por fin el Sol se asoma por Santiago y lo disfruto en mi piel y en las hojas de otoño humedecidas por la última lluvia. Cada espacio de este planeta tiene su belleza y nobleza y nos permite -a veces no y entonces hay que cambiar o sanar temas- ocuparlo y desarrollarnos ahí. Por eso me cuesta compartir con la gente -o escucharla- que rechaza u odia el lugar donde está, más aún cuando esa tierra les está dando trabajo, comida y más. En vez de agradecer encuentran todo malo y lo comparan insistentemente con otro lugar… Así somos los humanos, criticones y quejones. Pero también creativos y cada día en mayor conexión aunque el sistema patalee para que muchos no salgan de él.

En este viaje pasamos por Éfeso y Pamukkale (en la foto). Me habría quedado mucho más rato en esta última, en el castillo de algodón que con sus aguas turquesas y blancas llenas de calcio forma piscinas de agua tibia por toda una colina… La naturaleza, el poder de esta Tierra que elegimos habitar siempre puede seguir sorprendiéndonos con su pureza y su magia… Con los pies en el agua y el viento menos intenso que en la entrada del parque agradezco y conecto con la alta vibración de ese espacio en medio de las efervescencia y las fotos de todos los visitantes…

-Te apuesto que te querías quedar allá -me dice una vecina.

-Todo el raaato- le digo-… Pero sé que en este tiempo -para todos nosotros- es importante y urgente concretar. Ya todos tenemos que movilizar lo que queremos y lo que vinimos a hacer. Y si bien sé que volveré a «mis» tierras turcas y a otras, ahora me/nos toca enfocarnos.

Cuando hablaba -que lo he mencionado varias veces últimamente- de jugar, es que nos toca crear más, enrollarnos menos, divertirnos y… Concretar. Como los niños, que inventan, arman, se arriesgan, se mueven… Los últimos días de este viaje, en el parque Kensington, en Londres, observo a unas pequeñas inglesas vestidas de rosado y con la piel ídem, que se lanzan rodando por un declive mientras los padres hacen su picnic y las miran con risa, igual que yo, que además recuerdo jugar a eso cuando niña en los faldeos del cerro San Cristóbal, en Santiago.  A unos metros figura  otro niño, español, con su abuela españolísima; él quiere hacer lo mismo mientras ella le insiste en que se ensuciará, que casi llueve, que hace mucho frío, que esto, que lo otro; hasta le inventa unas mentirillas para que no lo haga; pero él no deja de tener ganas y de querer intentarlo casi a escondidas de ella… Yo miro la escena con delicia pero no pude quedarme a ver el final… Ahora tenemos que hacer esos dos gestos: escuchar las barreras de nuestro ego (mente y emociones) que dirán ‘no’ por decenas de razones, que nos pincharán el globo; amarlas, aceptarlas, pues esos miedos y rigideces son parte nuestra y están para que los trascendamos; al tiempo que escuchamos también esas ganas, esos llamados del alma y nos lanzamos ladera abajo jugando sin importar demasiado si nos ensuciamos o nos golpeamos porque eso es parte de la Vida tanto para experimentar -que a eso vinimos- como para lograr.

Ahora Plutón y Juno desde las tierras estoicas de  Capricornio nos proponen mirar nuestras metas (pequeñas, medianas y grandes) y tomar tanto el compromiso como acciones transformadoras que nos conduzcan cada día más  hacia ellas… Y una de esas transformaciones es que como humanidad tenemos que sacarnos el peso y la seriedad. Es desde la alegría, la sorpresa, lo simple que podemos conquistar. Y el cielo nos apoya. Desde Libra, Júpiter sabe que no puede exagerar o predicar, sino que tiene que enseñarnos a armonizar nuestra vida y relaciones en la práctica. Venus y Urano estos días desde Aries nos dan empuje, más chispa, originalidad y una autoestima que nos permita hacer locuras; mientras que los aires geminianos vuelven más liviano el aire y nos abren opciones en este mayo/junio… No importa qué esté pasando afuera, si hay supuestas crisis, o caos, ‘atentados’, mentiras, abusos… Ahora lo importante es dejar de multiplicar eso, conectar con el amor a nosotros, a todos y a cada experiencia aunque sea incómoda; reírnos e inventar nuevas formas de estar mejor y de sentir que nuestra bella Vida -esté como esté hoy, nos guste o no- brilla y tiene sentido aunque sea poco a poco…

El alma tarda en llegar

-¿Cómo está el desarme de la maleta? Toma energía eso también, ah? -me dice por chat Judi, que sabe de ir y volver, armar y desarmar tanto equipaje como casas…

-Sii, la maleta no se quiere mover!! -le digo y pienso en que está ahí de lo más instalada sin querer ni hablar y sacar los trapos sucios, aunque los recuerdos ya comenzaron a salir…

-Yo opino que desarmar la maleta de a poco, es parte del volver. «El alma se tarda en llegar», me dijo una amiga esposa de embajador. Ella sabe! jajaja -agrega.

-Siii, eso sientoooo: mi alma no ha llega’o… anda en Turquía. 😀

-En una semana vuelve 🙂 Si la dejas volver, claro; jajaja.

-La esperaré entonces 😉

… Estoy en pleno aterrizaje después de poco más de un mes de viaje por España, Portugal, Turquía y Grecia… Una bellísima aventura que, como dije en el post anterior, surgió de repente: giros/regalos del destino, y que Sole-Sol  la noche del viernes pasado, sentada en la terraza de un restobar del barrio me recuerda con risa que a mediados de diciembre cuando me preguntaban por las vacaciones, onda ¿qué vas a hacer?, yo decía: no sé, no alcanzo ni a mirar pa’llá, no tengo nada planeado, nunca planeo mucho tampoco, supongo que algo saldrá y si no, realmente no me importa mucho, ya con «no hacer» me basta… Esa respuesta le di a varios que me preguntaban… Venía tan exhausta del año de la serpiente y en pleno levante del Ritual de cierre del 2013 y entrega de las Predicciones 2014 para Emol, que no veía nada ni me daba pa’ mirar. E igualmente me da curiosidad la gente que planifica con varios meses de antelación las vacaciones, por un lado lo admiro y en lo práctico (tiempos, dinero) sirve mucho, y por otro lado siento que eso a mí -hasta ahora- no me va, que siento que todo puede cambiar tanto del invierno al verano, por ejemplo, que prefiero hacer lo que vaya sintiendo… En fin.

Los primeros días de febrero, antes de irme, Deborah con su videncia me dice que es un viaje de sanación y reencuentro con lugares y sensaciones de vidas pasadas… Recordé y viví esto en varios pasajes del viaje, como en Barcelona cuando más allá de su belleza y aires sofisticados, me sentía en algo ya conocido… Lo mismo en partes de Porto, Lisboa, Toledo y Madrid… Pero donde más sentí esa energía fue en Turquía: tierra intensa y sonriente, llena de colores, sabores, aromas, culturas, nacionalidades, devoción, arte, antigüedad y presente pujante… Me habría quedado feliz allá en esa vibración intensa y armónica a la vez, de respeto y alegría, de tradición y modernidad; no tenía ninguna gana de empacar hacia Grecia… Pero, como siempre digo, los ciclos se terminan, así que puse música alegre para hacer la maleta y partir hacia tierras parecidas a las turcas por su pasado, pero con otra energía actualmente…

Desde el puente Galata, Estambul, Turquía

Desde el puente Galata, Estambul, Turquía

… En mi segundo día en tierras turcas, al entrar a la Hagia Sofia, la mezquita Santa Sofía, en Estambul, en una tarde gris, avanzo lento sintiendo el aire, dejándome sorprender por los pasillos y escaleras hasta ingresar a la galería principal del segundo piso con cúpulas, mandalas, vitrales. En medio de decenas de turistas inquietos y maravillados me asomo en cámara lenta a uno de los balcones que dan al espacio principal, miro todo y se me caen las lágrimas… No es pena, es emoción pura, es recuerdo del alma…  Después, en medio del gentío, mi mirada se cruza con la de un guardia que me saluda con la vista, cerrando los ojos e inclinando la cabeza en silencio, como si supiera de la emoción que siento…

Hagia Sofia, mezquita y museo, Estambul

Hagia Sofia, mezquita y museo, Estambul

En eso, mi hermana Consuelo, internacionalmente conocida como Cocó, me toca el hombro con ternura, mientras contemplamos y al rato me dice con su picardía característica: «¿estai emocioná porque ya anduviste por acá con los habibis?, si querís te quedai no más, está bien bonito» -y nos reímos al unísono, mientras juntamos las cabezas abrazadas y continuamos mirando todo, sorprendiéndonos, tomando fotos, sintiendo la energía; riéndonos de algunos turistas orientales adictos a la fotografía, y de un par de gatos siempre presentes en Turquía -y en Grecia también- y que parecen perros porque no se arrancan y te piden cariño o comida… Para referirnos a los turcos les pusimos habibis (amados, queridos), pero luego le dije a Cocó que nos podían escuchar y mal interpretar. -Les podríamos decir: cúrcuma… Curcu, más corto -se me ocurrió-. Pero nos duró un día porque igual se me salía el habibi y a Cocó le pareció que habibi se parecía a Javier y les podíamos decir Javieros. Así que quedaron con ese nombre para nosotras: el Javier me dijo esto, qué lindo el vestido de la Javiera, qué guapo ese Javier, mira las javieras chicas, qué tierno el Javier, etc… Sí porque los portugueses eran los «portu»; los españoles los «peta» (de peta-zeta, los dulces que saltaban en la lengua); los griegos, «grecios» y/o «Gregorios»; los asiáticos «orien» o «chainos», los chilenos, chili… Como muchos saben, adoro el humor y para viajar -tanto afuera como en la vida misma- a mi juicio hay que tenerlo, si no, lo pasas peor y tu mirada se estrecha, por tanto se estrecha tu realidad…

Plaza de la Mezquita Azul, Estambul

Plaza de la Mezquita Azul, Estambul

Es mucho lo que podría decir de Turquía, de la intensa y apasionante Estambul, de la dulzura de Goreme y la sorprendente Capadocia… Iré contando de a poco algunas aventuras, ahora estoy reencontrándome con mi alma que llega de a poco, muy agradecida, emocionada, sensible, contenta, sin ganas de trabajar, contemplando muchas cosas cotidianas, sintiendo que se avecinan más cambios, en bienvenidas y despedidas…

Parece que el inicio del año laboral-escolar provoca lo mismo, ¿no? Tenemos que ingresar al sistema frío que hemos creado pero el alma llega después porque tiene otra vibración, otra frecuencia, ritmo y energía; parece estar en la playa o donde sea que haya paseado, o en los días de relajo, en el sol de los atardeceres, en el compartir de otra forma… Y de pronto suena la campana y hay que hacer fila para ingresar a otra vibración no tan sana pero que depende de nosotros humanizar cada vez más, y el alma tiene que hacer su proceso para ingresar… Por estos lados, parece que el alma chilena -y la de otras latitudes también- se está acomodando con más de un temblor que empuja la tierra y nos hace despertar y recordar no sólo lo frágiles que somos, sino que además vivimos en permanente cambio…

Muchos estamos en eso. Acomodándonos, alistándonos, sacudiéndonos la energía anterior para seguir cabalgando con nuevas ganas en este año del caballo y dejando que el alma se asiente en el nuevo tiempo-espacio. Por eso, ahora no logro ver ni sentir la energía para hacer el Ritual de Otoño, simplemente no me da. Decidí no hacerlo y quizá hacer algo en abril, ya veremos. Lo siento por todos quienes lo esperan y participan, por el equipo y hasta por mí que lo disfruto, pero decido respetar mi energía y no forzar(me).  Le estoy haciendo espacio a mi alma para que llegue, aterrice bien y comience el nuevo ciclo con tranquilidad. E igualmente por acá -en el blog- podremos unirnos a celebrar el ingreso del Sol a Aries con el equinoccio del 20 de marzo. Por ahora, al menos yo, intento respirar más e ir paso a paso con la agenda que ya la veo bastante llena. Gracias y que tengamos un buen cierre del verano/invierno 2014!