Hay gran poder en la incertidumbre

Regreso a mi querido sur después de dar la Charla sobre 2022, donde conectamos con la energía de este ciclo intenso e incierto, pero poderoso, y de terminar un Taller de práctica para astrólogos. Ambos fueron encuentros muy especiales, con bella conexión y comprensiones. Regreso también después de ordenar algunos temas y de comprender que otros no se tenían que dar, entonces no se puede insistir, menos en estos tiempos de mayor consciencia. Regreso después de lindos reencuentros y entrañables abrazos. Regreso con las celebraciones del año del Tigre de agua, con la Luna nueva de Acuario, que marca otro reinicio del 2022. Pero sobre todo, regreso después de sentir que necesito mucho de este espacio verde-azul, de este aire ventoso con cielos amplios para seguir sembrando y recibiendo la energía de este año que trae regalos para que todos nos conectemos más a nuestro corazón.

El viaje (por tierra; 1000 km) fue extenso, entretenido, cansador, con hermosos atardeceres y muy buena compañía. Así que, una vez acá, descanso, duermo y hasta veo una serie, cosa que no hacía hace cantidad de rato. Pero obvio que pasadas unas horas, necesito salir a caminar; quienes me conocen saben que es de las cosas que más disfruto y si es mirando el lago, los árboles y los volcanes, esto puede ser un placer único. Aprovecho, entonces, de agradecer, de conectar, de saludar. «Mi pueblo», Puerto Varas, está lleno de turistas que reavivan cada rincón y avanzar entre ellos resulta una entretenida aventura, entre helados, artesanía, cafés, pasteles, juegos, fotos, esculturas, niños que corren y disfrutan estos días sin tiempo, mientras yo los envidio porque mi trabajo no parará este mes. Me toca preparar varios temas, alistar los talleres para aprender astrología, dar lecturas que estaban muy atrasadas y otros temas en carpeta.

Volcanes del Llanquihue

Sur de Chile

Como muchos, mi energía está cansada nada más comenzar el año, por eso me vine al sur, porque la vibración de este espacio bello, al menos me da más descanso en medio de las obligaciones. Bueno, millones estamos cansados de los últimos dos años que, aunque a ratos parecieron como una década completa, paradójicamente pasaron rapidísimo. 2020 y 21 parecen un solo año. A muchos se nos pierden las fechas.

Pero 2022 es muy distinto. Es un giro de energía. Saldremos del mareo de tanta información, dato, estadística y medidas para entrar más en lo que sentimos, en aquello que nos inspira, en lo humano, en lo álmico. Son meses para conectar más con lo profundo. Pero al mismo tiempo podremos ir hacia lo práctico porque, aunque todo se desmorona y pierde forma, es urgente detenernos a disfrutar más esta Vida.

Lo taurino nos llama: lentitud, goce, materia, naturaleza, aterrizar, saborear, rumiar, medir, olfatear, sentir, abrazar, contemplar, invertir, simplificar… Solidificar. ¿De forma rígida? Ese es el riesgo. Pero no. Es de forma fluida, cadenciosa; más bien.

La energía de 2022 puede sorprendernos. Desafiarnos, probablemente. Así que cada tanto será bueno detenernos a respirar. A sentir, ¿en qué estoy y cómo?, ¿qué necesito?, ¿con qué cuento?, ¿ante qué estoy? Será preciso soltar el drama (dícese de agrandar situaciones, sufrir por adelantado, culpar, sentirse víctima, enrollarse) en que todos caemos cada tanto. La Vida, sin duda, se ocupará de hacernos más de alguna broma pero, dado el crecimiento que tuvimos de 2020 hasta acá, tendremos todas las herramientas para reírnos con esos juegos que el destino nos hace.

Sí, estamos en tiempos de gran incertidumbre. Y esto es aún más retador para las personalidades más apegadas, estructuradas, concretas. Aunque realmente a todos nos mueve el piso esta dinámica que se instaló hace unos años, desde 2018 con más potencia. Nada se puede dar por sentado. Todo está bastante «a prueba». Puede costarnos construir, pero eso que logramos en este último par de años cobra más solidez porque se afirma en nuestro corazón. Como también eso que tambalea podría terminar de romperse.

En este inicio de este año, muchos sentimos inquietud, cierto nerviosismo. Alegría y agobio, también. Honor, sin duda. Y más allá de los estados de cada uno, nuestro corazón permanece intacto. Porque él sabe que a esto vinimos. A este tiempo arrebatador, precario y bello a la vez, donde él late y brilla con potencia. Porque es en lo incierto donde el alma, que reside en nuestro corazón, cobra todos sus colores y se deleita, pues sabe que en eso que nos desafía, lo humano puede resplandecer e irradiar aún más el amor poderoso que somos. Aquí vamos, con nuestros latidos renovados.

Alma y Naturaleza: Dos grandes refugios (en este 2020)

Siento mucha emoción y se me humedecen los ojos al partir a Pucatrihue (la costa de Osorno, en el sur de Chile), también al hablar con Judith. Voy en viaje hace unos días por los sures argentinos y chilenos. La primera parte la hice acompañada; fue sanadora y chistosa; con el ‘saludo’ de bosques de arrayanes que hicieron su limpieza y noches repletas de estrellas que nos maravillaron y reconectaron en medio de las montañas verdes guardianas… Ahora me embarco en un microbús que sale desde la feria Rahue, en Osorno, donde gente del campo viene a vender sus productos: frutas, verduras, quesos, miel, huevos, granos, especias (el ají merkén real, entre otros), pescados, mariscos, flores, bebidas. Y antes de partir –como tengo unos minutos porque aún no sale el bus– compro algo de fruta, limones y tomates que una señora me explica que no tienen nada agregado, que son de su «tierra no más»; intuyo que quiere decirme que son ‘orgánicos’ (como ahora el marketing en las ciudades los clasifica y encarece), y le digo que sí, que la entiendo perfecto porque se nota que sus tomates cherry son de verdad, ¿no ves que tienen aroma? –agrego con placer. Por mientras, una familia -de tres generaciones: padres, hijos, nieto- que va por el día a esta playa/campo con su perrita fox terrier incluida, cuida mi bolso en el bus. Yo sigo con mi compra rápida. En medio hay un carro que ofrece Muday, una bebida mapuche que hace rato tengo curiosidad por saber qué es. Le pregunto a la chica que lo vende eso mismo: qué es. Me explica que es una bebida que se hace del trigo y que al principio no tiene alcohol, es dulce pero que se puede dejar fermentar también, como la chicha de manzana, que es más popular. Me da a probar en un vaso pequeño «para que no se quede con las ganas poh, casera». Me encantó, no está muy dulce y sacia la sed. Ya me tengo que ir así que me despido agradecida de la degustación.

Cuando voy camino a subirme, otro chofer me conversa sobre Pucatrihue y los arreglos que hay en la ruta, lo que demora el viaje y demás. Es muy amable con todos. Él va a Maicolpué, un balneario que está al lado de Pucatrihue. En medio de esto una señora huilliche, muy menuda, pequeña como yo, de cabello largo y labios pintados fucsia, muy vital, se lamenta que tendrá que esperar el otro bus porque ya está lleno. Le digo: no, al lado mío hay un puesto, puedes subirte–. Ella va a mirar, le avisa al chofer para poner todos sus bolsos atrás y se sube. Es Judith, de energía tan pura, que siento cómo se conecta mi alma, cómo se expande mi corazón en ese momento y casi lloro al tiempo que agradezco esta poderosa sensación. Conversamos todo el camino animada y fluidamente. Hablamos de los choferes de las micros, que a veces tienen buena voluntad, otras no, cuando alguien lleva muchos bolsos como ella; me dice que ese con el que yo conversé es muy buena persona. Más allá, ella se compra un milcao (pan en base a papa) porque en la ruta hay arreglos, nos detenemos y suben vendedores; me dice que ese es bueno porque ella conoce a la chica que los prepara. Se lo come feliz.  Me cuenta su vida, que llegó a cuarto básico no más (con 9 años de edad) porque la profesora era muy estricta (les pegaban con varillas para imponer orden; como pasaba hace unas décadas) y «antes los papás no sabían que la educación era importante, poh» y ella era rebelde -nos reímos juntas con sus anécdotas de la escuela-, también me habla de sus hijos; y que ella tiene un puesto en la ruta con comidas y muday, que da pensión para los trabajadores de la zona y que a todos les gusta su comida. Luego comentamos la agitada actualidad nacional y cómo le afecta a ella todo esto. Después de más de una hora de camino ella se dispone a bajar en su casa, que está en unas lomas al costado de la carretera. Me dice que ahí está ella, que la pase a ver cuando quiera y que me puedo quedar. –Chao, hijita, un gusto de conocerla, se me hizo corto el viaje; que lo pase bien– me dice con su sonrisa y ojos chispeantes; nos abrazamos con mucho cariño y me quedo viendo cómo baja todos sus bolsos, mientras sigo muy emocionada y agradecida por este bello encuentro. Aún no llego a mi destino y ya estoy más que feliz… Poco más allá,  la chica que va detrás mío con su hijita de alrededor de un año, se acerca al chofer para que le llegue más aire a la pequeña que viene mareada. Entonces él, unos metros después, detiene el bus y madre e hija bajan unos minutos para que se pase el mareo. Todos comentamos que la niña se siente mal. Nadie reclama ni se estresa; parece muy natural todo. Al rato ambas se suben y ya se siente mejor. Todo el bus figura aliviado y contento…

Entrada a Pucatrihue (foto desde el bus)

De las ‘cosas’ que más me conmueven en esta Vida están la belleza del alma humana y el noble poder de la naturaleza con toda su bondad… Sin saberlo desde la mente, sino dejándome guiar por sensaciones e intuiciones  y por un viaje sin mucho itinerario ni referencias, ni expectativas, en estos días de vacaciones uno ambas cosas y resulta una aventura tanto sanadora, como alegre, revitalizante y de gran conexión…

Río y mar se unen

Esta costa de Osorno es zona huilliche, uno de los pueblos originarios de esta América sureña, más ligados al mar y la pesca. Un día converso con Inés, que trabaja en el hostal (Inalcar, con mucha identidad; es la segunda vez que vengo) donde me quedo. Le pregunto que cómo llega desde su casa; me cuenta que viene en lancha, «es que yo soy del agua, pura agua yo no más» –dice con orgullo y no sé si ella dimensiona el poder de esa frase que me quedo saboreando en medio de sus anécdotas. También me dice que cuando quiera puedo ir, que ella me muestra cómo llegar. Yo vuelvo a conmoverme. Este espacio, Pucatrihue (‘lugar escarpado’, en mapudungún), no es un sitio con lujos a ojos del sistema pero sí con otras riquezas más preciadas. Hay casas lindas y otras muy precarias. Una caleta de baja energía –como la mayoría lo es, al igual que los puertos de cualquier lugar–. Se nota que una cuota de alcoholismo, como suele haberlo en las zonas alejadas de distintos países –y en algunas capitales de clima frío también–, ronda en el ambiente de ciertos sectores… Pero de lo que más hay aquí es una naturaleza bellísima y majestuosa, que te deja en profunda conexión con la Vida y en un valioso silencio acompañado por el sonido del oleaje intenso; donde el río se une al mar abierto, donde zonas de campo y de las colinas están intactas y sueltan agua de vertientes, donde los colibríes y otros pájaros tienen su constante fiesta entre flores y frutos, donde las vacas aparecen cuando menos te lo esperas, donde la gente al verte caminando te ofrece llevarte (como me pasó tres veces y acepté aunque tenía pensado caminar), donde los lugareños sonríen amablemente, saludan, en una de esas te dicen ‘hola, vecina’ y están abiertos a compartir y ayudar, porque en ‘Puca’ como ellos la llaman, dado todo este contexto y su vibración, el alma colectiva tiene menos barreras del ego para emerger y brillar…

Espacio sagrado en Pucatrihue

Y todos los días en que estuve ahí voy a ‘mi rincón sagrado’.  Alis, la dueña del hostal, coincide en que lo es. Voy a hacer conexiones y canalizaciones. Es un camino antiguo, de ripio, que va al lado del río, donde la vibración es tan alta que te hace respirar profundamente, sanar toda interferencia y te sobrecoge. Siento felicidad pura de solo estar ahí. Una de las mañanas en que voy camino hacia allá (es como una hora hasta llegar al inicio y luego otra por el camino mismo, aunque creo que yo me demoro más porque me detengo mucho a sentir, observar, reírme, tomar fotos y agradecer), una familia me ofrece llevarme en su jeep, mientras voy por la ruta al lado del mar. Son lugareños, muy dulces; les digo que voy al camino viejo, pensando en que me dejarán en la entrada; me dicen que ellos también, entonces lo recorremos en auto mientras conversamos  y ya cuando termina, después del puente, les digo que me bajo ahí. –¿Aquí no más? –me dice la esposa. –Sí, es que vengo a hacer unas… ‘meditaciones’ –le respondo para que me entienda. –Ah, ¡¿eso es como el yoga?! –me dice con entusiasmo. –Sí, eso mismo, parecido al yoga –le respondo sonriente. Nos despedimos contentos, yo muy agradecida, y una vez que se pierde el ruido del auto me quedo en pleno silencio con el río, los pájaros y las mariposas. Nuevamente mis ojos se humedecen y el corazón se expande. Es mucha la plenitud y la belleza. Avanzo conmovida y liviana hasta una parte en la ribera donde me siento a hacer mis conexiones,  no sin antes pedir permiso al lugar, saludar y solo estar ahí, disfrutando y sintiendo ese espacio. Los árboles guardianes y el río tranquilo sostienen con mucha nobleza la poderosa energía de este lugar. Después de llevar un rato escribiendo en mi cuaderno, de repente siento ruido tras de mí, miro y me asusto. Veo dos bultos negros. Y luego los saludo con risa, son dos perros que vienen a instalarse conmigo y a pedir cariño; a una de ellas ya me la encontré el día anterior y me siguió un trecho, ahora con su compañero me invaden completamente y entiendo que ya terminó la canalización, que es hora de jugar con ellos, de quedarme ahí. Rato después parto de vuelta y caminamos juntos un buen tramo hasta que naturalmente se detienen porque seguro ya saben que voy más lejos y ellos tendrán que volver a su casa. Nos despedimos y me quedan mirando hasta que los pierdo en el camino. Sigo de vuelta llena de vida.

… Días después me toca volver a Santiago. Hay mucho que preparar y coordinar con los Talleres de Astrología.  Por mí me quedaría un par de semanas más en este sur sanador. Pero ya ando por acá en la ciudad, con sus bocinas y su vibración tan eléctrica. No la rechazo; solo me cuesta el ajuste, así que veo que saldré unos días más antes de retomar oficialmente todo… Pero les dejo este relato con la energía de Pucatrihue y algunas fotos más abajo, porque en este ciclo tan concreto e incierto a la vez, donde –por si nos faltaran estímulos– Marte (energía muy activa, individualista e impulsiva) se unió al coro de planetas que tenemos en Capricornio y traerá más desafíos, sorpresas y otras cortinas de humo (además de los supuestos «virus»), en especial (si miramos a corto plazo, porque todo 2020 será un camino transformador, con todo lo que esta palabra implica) hasta la primera quincena de abril, siento que el contacto profundo con la naturaleza y el ser capaces de conectar con el alma humana en vez de quedarnos pegados en el ego ajeno y propio –que dará material para dar y regalar, en especial en torno a los miedos personales y colectivos, los cuales siempre provocan violencia– serán dos GESTOS CLAVES  para atesorar, para mantenernos centrados, conectados; para cuidar de nosotros mismos, ver lo realmente importante y sentirnos –pese a los golpes o machucones– honrados de atravesar estos tiempos extraordinarios donde la Consciencia está, sin duda, elevándose e irradiándose cada vez con más fuerza y donde el Amor -en medio del desconcierto– se puede palpar. Gracias una vez más ❤ Ya vuelvo.

Símbolos, gestos y señales 2015

Antes de regresar a Venezuela -vaya valentía!-, Gladys, amiga nueva y colega astróloga, nos recomienda una peli, «Atlas de la nubes», no tanto por la calidad de ésta en lo cinematográfico sino por la temática y cuánto logra dimensionar el alcance y dinámica de nuestras vidas pasadas y futuras… Igual es Hollywood, pero está buena y me recuerda las lecturas de carta astral donde cada vidas pasadasdía nos sumergimos un poco en esas experiencias de otras vidas que nos regalan distintas cosas: energías, actitudes, talentos, desafíos, gestos y conocimientos que nos ayudan a integrar las piezas de esta encarnación… Y llega a ser divertido de pronto mirar a gente y sentir qué energía o rol tenían en otras vidas… A veces nada más al entrar a mi consulta o en la calle en una conversación cualquiera de café o al pasar, si te detienes un poco se siente ese pasado que enriquece esta vida… También me río bastante con el tema, como cuando nos encontramos con perros de raza pitbull terrier que me parecen tan feos y poco armónicos que los veo y les digo mentalmente (y algunas veces en voz alta lejos de sus dueños): no te preocupes, en la próxima vida vas a ser muy bonito, pero en esta no te tocó no másp; qué le vamos a hacer! -Y me quedo mirando su ‘feitud’ de cuatro patas entre risa y curiosidad…

Todo está lleno de símbolos y señales. Del pasado, también del presente y a veces del futuro. Si nos detenemos y estamos más conscientes podremos verlas, si nos quedamos en la literalidad solamente es más difícil y la vida se vuelve más plana y dormida, aunque a ratos más fácil -para algunos- también, pues pasas por alto gestos importantes de la vida y puedes echar más la culpa afuera en vez de ver que nuestra realidad nos habla a cada instante, tiene que ver con cada uno de nosotros en su contexto y está a nuestro favor…

En el Ritual que vivimos en Curicó, además de la bella mariposa que entró a celebrar con nosotros y a confirmarnos nuestra transformación interior, hubo otro símbolo. Justo cuando nos disponíamos a hacer un ejercicio para transformar los miedos, la pantalla del compu donde pongo la música me dice que queda nada de batería, cosa que no debió haber pasado porque dura bastante y llevábamos poco más de una hora compartiendo. Entonces busco el cable y no está. Mientras, les cuento a todos lo que está pasando: los miedos se están haciendo notar y me (nos) mueven porque ‘amenazan’ con detener el ritual. No encuentro el cable cerca y recuerdo que está en un armario que forma parte de la pared del fondo de la sala. Tengo que interrumpir y con gran simbolismo abrir las puertas de miedo oscuridadcorredera que dan a un espacio oscuro y buscarlo entre los bolsos. Cuando los tengo compartimos lo que acaba de pasar y al final una chica me dice que fue como el miedo clásico que tenemos de niños por la noche: abrir una puerta en la oscuridad… La energía, siempre se muestra y a veces de  forma muy evidente…

Otras veces con un poco de ironía. Como cuando vamos entrando a ver una peli chilena testimonial, «El bosque de Karadima», sobre el abuso de un sacerdote católico, Fernando Karadima, a un grupo de jóvenes en los años ’80 y ’90; al subir la escala una pareja de adolescentes nos pregunta: ¿Aquí dan «Los Vengadores»? -y yo salto, me río y les digo: no, pero casi, como que sí. Esta es otra versión de esa, jajaja -y nos reímos con ganas mientras los chicos no entienden demasiado. Claro, la peli chilena y el término de este arraigado abuso en una clásica iglesia de Santiago logró salir a la luz por la denuncia de hace pocos años de algunos de los -actuales- hombres que vivieron en silencio esta experiencia oscura en complicidad de varios religiosos y de sus altos mandos… Y como en estos tiempos las verdades de todos afloran con ganas, ahí está también una muestra…

Hay algunas señales que a veces quedan en la incógnita. Durante la lectura de carta astral de Cote, en un momento la oficina se llena de olor a cigarro -puaj!- pero no de alguien que esté fumando, sino de ese típico olor a cenicero rancio… Ambas nos damos cuenta y me levanto a cerrar la ventana que está entreabierta y vuelvo a rociar con el aromatizador que siempre pongo en la consulta y en los rituales, pero también le digo que es muy raro porque nunca me pasó y encima estamos entre dos consultas médicas y nadie fuma (uno de los gestos más pasados de moda y de muy baja vibración, igual que otras adicciones; aprovecho de decirlo!)… Una semana después, Cote durante un taller de biomagnetismo es diagnosticada por el profesor como parte de los ejercicios, y cuando le está hablando de una actitud a cambiar la sala se llena del mismo olor que sentimos en mi consulta y ella se acuerda y se lo comenta al profe; luego a mí. Los tres quedamos en ascuas y le digo que escuche la grabación de la carta astral para ver en qué tema entró ese aroma-energía…

Las señales, símbolos y gestos están por todas partes y es bueno aprender a leerlos, a seguirles la pista y ver/sentir qué nos dicen, hacia dónde nos están guiando. Qué nos recuerdan o advierten. Muchas veces son mensajes de nuestros guías y maestros que asisten nuestro camino. Otras veces son llamados -y gritos en algunos casos- del alma y del espíritu… Pero no importa tanto el origen sino su sentido… ¿Hacia dónde apuntan?, ¿qué me muestran en este momento?… Un amigo que está peleado con su hermano gemelo hace unos meses me cuenta que en abril caminaba por unas tiendas y se queda en una vitrina mirando a la gente que está dentro sin ningún afán. Ve por detrás a un tipo y le recuerda mucho a su hermano. Piensa qué parecido es. En eso el tipo se da vuelta y efectivamente es su hermano. Mi amigo lo llama y lo saluda. El hermano se vuelve sin saludar y sigue en sus compras… Queda triste mi querido amigo, pero al mismo tiempo comentamos la magia de la energía y cómo la Vida le muestra lo conectados que están y cuánto amor hay entre ambos como para sentirlo antes de saber que es él y que encima el destino los junta en un lugar lleno de gente… Más allá del ego de cada uno, hay ahí una señal de amor y unión… También la Vida le da el regalo de verlo después de mucho, aunque sea unos segundos y comprobar en qué vibración está, sin juicio, sólo ver…

Por estas semanas hay también un gran símbolo. El terremoto de Nepal. Por un lado está la tragedia con todo su dolor, muerte, destrucción, desolación y más; dolor que desde acá no llegamos si quiera a dimensionar con los miles de muertos y de sobrevivientes atravesando probablemente el capítulo más extremo y heroico de esta y otras vidas… Y tras toda la energía de muerte que atraviesa a un país que en sí mismo es un gran símbolo dada su milenaria historia, riqueza cultural, arquitectónica, histórica, geográfica y espiritual -uno de sus mayores tesoros-, hay tremendo gesto simbólico… Para mí -es una mirada-, esta es la mega señal del nuevo tiempo: definitivamente dejamos al Era de Piscis y entramos con todo a la de Acuario. Nepal «cae». Se retira –con sorpresa y devastación evidente. Energéticamente «se ofrece» para mostrarnos que todo lo devocional pese a lo profundo, arraigado, bello, mágico y hasta romántico que pueda ser, ya fue. Aunque suene frío, pero hablo desde lo simbólico: no lo necesitamos ya. Es tiempo de caminar desde el corazón con nosotros mismos. Sin maestros externos sino conectando con el maestro que cada uno de nosotros es. Sin sacrificios, culpas ni separándonos del mundo como ha sido por más de 2 mil años en la era pisciana. Ahora tenemos que hacernos cargo y caminar con dignidad y consciencia en el mundo, en la realidad diaria de cada uno; es ahí -en cada pequeño y gran gesto diario de nuestras vidas- donde tenemos que aplicar nuestra espiritualidad y consistencia interior.

Terremoto en Nepal (foto: Agencias, AP)

Terremoto en Nepal (foto: Agencias, AP)

Esta zona, que incluye a Tibet, que tanto sentido nos dio y que tanto contribuyó al despertar de la humanidad donde tuvieron un rol protagónico en generar una nueva consciencia y conocimientos de invaluable aporte -con los cuales millones nos formamos y otros tantos siguen haciéndolo con el legado del Buda, que con toda su simpleza y contundencia revolucionó la consciencia y la observación de la mente-, se despide con un terremoto que destruye sus bases… Toda la cultura que representan comienza su despedida. No porque se terminen; de hecho si miro la carta astral del terremoto se ve que cosas muy auspiciosas saldrán de todo este dolor. Me refiero que pasan la posta a otras zonas y seres para este nuevo despertar de consciencia… De algún modo, la humanidad ya no podrá mirar hacia allá en busca de respuestas y de prácticas espirituales. Es mucho lo que está destruido: los hermosos lugares sagrados están entre escombros y dada la precariedad pasará un rato antes de que ellos se pongan de pie y de volver a aventurarse a esas zonas, al tiempo que al reconstruirlos pierden parte de su milenario valor y algo de su vibración original… Nos despedimos de Nepal con infinito amor y agradecimiento por toda su entrega, humildad, sabiduría y trabajo al mostrarnos cuánto podemos crecer interiormente si nos dedicamos a observarnos con disciplina y armonía... Honramos este momento, toda su historia y legado….

Igual que como algunos lo han dicho, para mí  la posta espiritual-energética de esta era acuariana está acá, en América del Sur. No porque seamos bacanes (geniales)ja, ja. Sino porque nos corresponde el honor de crecer y ser una fuente de despertar -por tanto de consciencia y sanación- para todos y por largo rato. En muchos gestos esto ya se nota hace años. La magnífica cordillera de Los Andes es y será la protectora de este proceso; como si el Everest y el Himalaya completo le cerraran un ojo y en reverencia le dijeran: bien, ya cumplimos; recibe esta bella y magnífica ‘posta’. Ahora muestra todo tu poder, elévanos y enraízanos al mismo tiempo, te corresponde entregar todo lo que tienes y sabes en este momento crucial de la humanidad… Y acá recibimos esta mega y bellísima misión…

Como le he dicho más de una vez por aquí y en varias conversaciones, «crecer duele», no a nosotros, sino a nuestros egos, claro, lo cual no le quita peso pero nunca está demás recordarlo… Dentro de nosotros está todo intacto y listo para brillar cada vez más con cada aprendizaje, pero nuestras caretas, comodidades y fijaciones salen trasquiladas. Para eso tenemos en esta América el privilegio de contar con decenas de terapias -desde las más ancestrales hasta las más innovadoras- que nos ayuden a abrazar a nuestro ego para que nos acompañe en la tarea y podamos soltar hábitos (auto)destructivos… En tiempos de crecimiento uno de los gestos más sagrados, que hace la diferencia y cambia nuestra vibración es: PEDIR AYUDA. Ojalá lo recordemos constantemente en este ciclo tan bello y desafiante…

Los Andes con su majestuosidad y sus volcanes, nos recuerdan lo jóvenes que somos a este lado de la Tierra donde todo está tan vivo y bullente, listo para ser entregado a este nuevo ciclo que nos pide más creatividad, autencididad, poder interior, verdad, intuición, madurez, risa, amor por nosotros mismos, por todos y el Todo que somos…

Mientras, Chile -nuestro sur americano y nosotros- seguimos purificando tanto valles como volcanes, política, economía y, sin duda, el poder y cómo lo manejamos… Muchas señales de limpieza tenemos por aquí, pero la más importante es la interior. Este mayo nos propone bastante introspección y nos anima a despejar desde espacios hasta relaciones. Mediados de 2015 nos quiere más livianos y claros frente a nuestras vidas…

Y cuando termino de escribir esta nota me cuentan otra señal: después del terremoto en Nepal el Everest se elevó. Como si nos recordara desde la altura que las experiencias de quiebre y de dolor nos hacen crecer y elevan nuestro poder aunque nos cueste ser capaces de verlas y sentirlas de esta forma… Desde este sur poderoso y remecido, seguiremos creciendo, aportando y reconociendo cada pista del camino. Gracias Nepal ❤

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Regalos de Santiago

No es la ciudad más amable, no es la más pintoresca, no es la más sabrosa, no es la más bella, no es la más propiamente sudamericana… Pero más allá de toda la identidad que ha perdido con construcciones que miran -a veces garrafalmente- a Estados Unidos, en vez de mirar a nuestras raíces (americanas y españolas), Santiago de Chile aún conserva un sello que no necesariamente está en la arquitectura -ya no-, sino mucho más en los cerros y montañas que la habitan, junto con la gente: nosotros, los chilenos.

Las calles santiaguinas de distintos sectores céntricos, pese a la insistente proliferación de fatales cadenas de comida chatarra, farmacias que parecen supermercados y tiendas con letreros en inglés que en vez de liquidaciones tienen «sale» y al abrir la puerta dicen «open», conservan un ritmo, humor y tono muy locales que tienen su encanto… Lo dije en una nota sobre el humor santiaguino, que publiqué hace un par de años y lo recordé hace unos días conversando con el frutero de la esquina que me hace bromas y, luego, al salir a caminar por Providencia, en una pausa en la mitad de un agitado día de consultas de tarot…

En medio del acalorado paseo por las calles llenas de gente, que a veces caminan con el rictus muy serio y amargo, aparece un regalo que despierta a cualquiera, alegra el corazón, entusiasma al cuerpo, relaja la mente y deja un sabor de boca muy dulce: una orquesta de chicos con violines y otros instrumentos que interpretan desde obras clásicas, hasta tangos, e incluso… reggaeton!

Muchos nos quedamos pegados, les damos dinero con gusto en su estuche de instrumento sobre el piso y aplaudimos al final de cada pieza, mientras ellos sonríen, agradecen e improvisan más de un paso de baile cuando la música lo amerita… Esa tarde yo bailé y reí con esta. Se las dejo y los invito a descubrir los regalos del lugar que habitan hoy… Siempre hay uno o más!