Cuando en Chile y, especialmente en Santiago o en cualquier ciudad «pujante», alguien se propone correr el velo de las 4×4 que circulan por calles estrechas, las carreteras modernas y limpias, los edificios ídem, las mujeres de piel mate con el cabello teñido de rubio, los hombres con sus I-phones; el dinero plástico, las tiendas siempre con gente… Se encuentra con algo muy distinto, bello y puro… Que nada tiene que ver con éxito ni prisa ni consumismo… Sino más bien con un humor pícaro, timidez, inocencia, sabiduría, creatividad, fuerza, simplicidad…
Esa energía, esa luz, para mí es «el alma de Chile»… Y esa llama pura emerge de pronto en algunas calles, plazas, rostros, frases, risas, silencios, gestos, sabores, aromas, cielos, paisajes…
Y en este premiado programa de TV llamado «¿Con qué sueñas?» el alma chilena emerge desde el sur, desde la cordillera de Nahuelbuta, a través de la vida de Ítalo, un niño de 8 años que comparte con la cámara sus días sacrificados y alegres en un país muy distinto al que se suele mostrar por televisión y al que sevende hacia afuera.
Aquí pueden ver al bello Ítalo, en un Chile muy particular.
Antenoche, al regresar de una clase de astrología, en mi correo no sólo había unos cinco mensajes más (ya iba por los diez desde la última semana) sobre el 11.11.11, sino que además mi querido editor en Guioteca.com me escribía sobre el mismo tema diciéndome si podía publicar algo porque había mucho interés… Obvio que me puse a escribir. Primero porque el tema me interesa y ya sabía (desde el 8 de noviembre) que haría una nota sobre lo mismo en este blog. Segundo, porque cuando un tema se te repite tanto y por distintas fuentes es que algo hay para ti. Tercero, porque entre tanta información sentía que estaba bueno filtrar y decidir desde dónde vivir este portal energético que suma 33 y del cual hay mucha información en múltiples rincones del mundo, y ya que tengo esa tribuna por qué no difundir algo que nos sirve a todos…. Y cuarto, porque no le podía decir que no al jefe, the boss, que me cae tan bien y que no entiende nada de astrología, pero es Géminis, por tanto inquieto y con humor, y confía en mi pluma astrológica, lo cual es un lujo en el oficio periodístico.
Entonces, este jueves 10 por la mañana la nota ya estaba publicada y se titula: «11.11.11: Gran oportunidad de cambiar y partir de nuevo». Se lee aquí.
Ya, pero este no era mi motivo central para esta nota que comparto en la víspera del 11.11.11…. Resulta que el martes 8, después de una lectura en mi consulta con un bello y ordenado hombre grande (de poco más de 60), apesadumbrado y angustiado por su cesantía de más de dos años, que no acepta ni entiende que la vida le está haciendo el juego de obligarlo a parar, a cambiar y a caminar por otros rumbos o a otro ritmo o en otro sentido, o todas las anteriores; hombre al cual entiendo profundamente pues para su edad y género el trabajo lo es casi todo, su rol laboral se vuelve su identidad y no tenerlo es como estar muerto; con quien cerramos la lectura con una meditación guiada para conectar con su corazón, el agradecimiento a este tiempo de pausa, el aceptar y el comprometerse a generar una vida nueva poco a poco, donde pueda entregar a los demás sus talentos… Salgo de la consulta conmovida y alegre a la vez: el día está gris, con brisa, pero es primavera y los verdes se hacen más intensos en los árboles; adoro los días así y en mi MP3 suena una buena canción en radio Cooperativa. Con ella en mis oídos me encamino al banco y otras vueltas por Providencia antes de la lectura siguiente. Termina la canción y la voz inconfundible de la periodista Cecilia Rovaretti presenta la entrevista con alguien de apellido Matta, el hijo del gran pintor surrealista chileno Roberto Matta.
Se llama Ramuntcho, habla con acento italiano-francés?, y en menos de un minuto de conversación ya se había convertido en mi nuevo maestro, mi nuevo gurú. Lo entrevistan porque precisamente este 11.11.11 se cumple el centenario del nacimiento de Matta. «Y dale con la fecha» -pensé, mientras intuía que no por nada estaba escuchando esto. Y por supuesto no fue casual, al escuchar los números seguí atenta a algo que parecía otra entrevista de cultura interesante. Pero fue tanto más que eso, que me quedé pegada escuchando, sorprendida y agradecida porque por fin alguien hablaba de la vida desde una tremenda conciencia y aprendizaje en un medio masivo, pero sin ser una persona que está en temas despertar, autoayuda, espiritualidad, o crecimiento o psicología, propiamente tales… No, él oficia de artista, entre otras cosas.
La primera frase reveladora de mi gurú Ramuntcho fue precisamente ante la primera pregunta sobre si realmente ser el hijo de alguien tan importante no le había traído problemas, si acaso no había tenido que ir al psicoanalista: «Sí, muchas veces, uno necesita eso, es como llevar tu coche al mecánico -se ríe Cecilia. Es muy importante ir al psicoanalista, yo lo hago cada diez años durante dos o tres años como una pequeña revisión del ‘sistema’, porque uno se ilusiona mucho con cosas y el psicoanalista te ayuda a identificar las cosas interesantes de las inútiles».
Y siguió y no paró con otras como que las mujeres son más fuertes porque tienen más conciencia de su cuerpo y que eso le interesa: la conciencia de estar acá.
A propósito de lo mismo, Cecilia le pregunta por una experiencia dolorosa: una enfermedad que lo tuvo postrado por tres años y por la cual tuvo que aprender a caminar de nuevo. «Fue la mejor experiencia de mi vida» -¡Ah, nooo, estoy ante un iluminado! -pensé/sentí. ¿Por qué? -dice Cecilia con seriedad. «Porque te ayuda a entender porqué estás acá, qué quieres hacer y te haces muchas preguntas cuando no tienes el cuerpo. Cuando el cuerpo se va tienes el cerebro que te hace pensar qué quiero hacer, dónde quiero estar para el próximo año si sobrevivo. Y la experiencia de la muerte es muy impresionante porque pensamos que somos eternos, por eso es importante ser buenos y honestos lo más que podamos».
La enfermedad le dio por un virus a la espina dorsal. Cecilia lo bromea diciéndole si el virus se llamaba Matta. Se ríe y responde: «nooo, era un virus que creo se llamaba ‘trabajo’ -yo con mi corazón radiante por estar escuchando esto en pleno Providencia entre bocinas y gente-. Se trabaja mucho en este mundo para sobrevivir y se puede trabajar menos, creo, si uno piensa un poco lo que quiere hacer y toma un poco de distancia con las urgencias…»
La entrevista sigue (pueden escuharla o verla completa aquí) con otras buenísimas declaraciones donde Ramuntcho Matta habla de los medios de comunicación y el dictador rating, su padre, Chile -«no es una nación, es una energía», le decía el célebre pintor que se radicó en Europa-, la política, la cultura, la publicidad, la muerte, los fracasos, el caos, el amor…. Mientras yo camino agradecida por las sincronías, los regalos y el 11.11.11, un momento que nos da todos a la oportunidad de comenzar de nuevo y de sintonizarnos global e inéditamente con el amor. Una fecha que nos abre la bellísima posibilidad de transformar nuestro corazón, mente, cuerpo y espíritu en portales de nueva energía por donde pase y se quede la Luz de la Vida y se multiplique para todos en todas las direcciones.
Tomás estuvo a punto de irse a Canadá a fines del invierno, en medio de todo se enfermó mucho y aún vive una gran crisis de sentido; finalmente decidió escuchar a su cuerpo y ahora me cuenta que se quedará en Santiago, que quiere enraizarse por fin, pero está nervioso, siente la incertidumbre… Fer viajó unos días a Uruguay, a puro reconectarse con el nido familiar, no quería volver a Chile, pero finalmente regresó con nostalgia y miedo a no encontrar trabajo, pues su actual oficio de garzón lo cansó y lo dejará, y de nuevo se encuentra ante lo incierto, pues tampoco puede volver a Montevideo, una tierra bella, pero demasiado quieta… Silvia después de 11 años no sabe si volver o no a su Argentina natal, ya formó cosas acá y le da miedo y cansancio la sola idea de comenzar de nuevo todo allá, pero en Chile aunque no le ha ido mal, tampoco alcanzó -aún- la estabilidad laboral que anhela y la familia está –también- en suspenso… María quería dedicarse a la sanación, su gran don, pero la recontrataron en una gran empresa por un buen sueldo y no le gusta el lugar ni el trabajo, pero aún no puede soltarlo: tiene dos hijas a quienes mantener, mientras su cuerpo apenas se levanta a trabajar cada mañana… Celeste se despidió de su tiroides, que estaba con cáncer, justo después de un año de sostener a su compañero que tuvo la misma enfermedad pero en los pulmones… Mariana vio cómo una parte de su útero se iba con un “pre-cáncer” y cuando le dicen que está todo bien, que ya no hay células malignas, a su madre le encuentran nódulos en la tiroides y también debe operarse antes que sea grave… Pedro presentó unos siete proyectos audiovisuales este año y ninguno resulta y encima alguien cercano lo traicionó. Bajo todas sus andanzas comenzó a crecer una depresión que hoy lo vigila de cerca aunque él no quiere mirarla de frente… Víctor a sus 60 y algo se preparaba para terminar de pagar su casa después de 20 años y disfrutar a sus nietos, pero su próstata le dijo: tengo cáncer, tengo dolor, tengo frustración. Víctor es mi papá…
Así va el viaje de la vida este agitado año, tejiendo sus caminos de aprendizaje, oportunidades, dolor, esperanza, regalos, obstáculos, desesperación, crisis, alegrías… Amor, Conciencia.
Y al finalizar octubre de este intensísimo 2011 estuvimos con Fer en un seminario sobre el cáncer de mama. Allá nos encontramos con Deborah, mi maestra de interpretación de sueños y su amiga Consuelo. Más que por el tema en sí fuimos porque hablaría la psicóloga Bárbara Porter de Mindfulness y la gran antropóloga Patricia May sobre espiritualidad y enfermedad.
Lo primero estuvo re bueno. Al final Mindfulness (práctica de la atención plena) es meditación budista tibetana marqueteada inteligentemente por Estados Unidos, y está buena la técnica. Muy adaptada a nosotros los occidentales, aterrizada, necesaria y benéfica: apunta a detenernos, salir de los pensamientos negativos y aprender a estar presentes. Es simple, algo difícil de mantener, pero segura de lograr.
Y Bárbara Porter resulta muy cálida, dulce y didáctica, cualidades que se agradecen en su rubro. Nos instó a estar presentes en lo agradable y en lo desagradable de la vida. “El dolor existe, pero el sufrimiento es opcional”, afirmó, parafraseando a Buda. Estar conscientes del momento presente con aceptación, de verdad puede cambiar nuestra vida. Porque, claro, lo habitual es enganchar con la rabia, el miedo, el rechazo, la venganza, la tristeza, la envidia… Y entonces comienza una marejada de pensamientos y sentimientos aflictivos (los venenos de la mente que identifica el budismo) que no paran y nos enferman más… La técnica plantea que luego de sentirlos, podemos mirarlos y dejarlos pasar, desengancharnos, y entonces volver a la atención a nuestra respiración, junto con enfocarnos constantemente en el presente y en lo bueno de la vida… Eso es en palabras hiper resumidas.
Luego vino Patricia May, de quien me declaro –igual que muchos- fan absoluta. Soy su groupie hace rato y la sigo de curso en curso, de charla en charla; me acompaña fielmente en mi MP3 en viajes y caminatas. Y habló de aquello que muchos hemos aprendido luego de crisis profundas: la enfermedad, el dolor, la dificultad, están al servicio de nuestro proceso de evolución y son inevitables.
Con sus palabras recordé un muy buen libro de Robin Norwood que encontré en un mágico y sanador viaje a Villa La Angostura, sur de Argentina, hace unos cinco años, se llama: “¿Por qué a mi, por qué esto, por qué ahora?”. Lo vi y dije: “lo llevo”, mientras se lo pasaba a la vendedora de una librería-bazar a la que entramos buscando pilas para la cámara. No lo solté en todo el viaje y hasta el regreso en Santiago. Aprendí, corroboré, recordé, lloré, sonreí, integré. Lo he prestado y recomendado a mucha gente que está en situaciones límite, como una chica que se separó a los 3 meses de embarazo, o a otra que perdió a su madre, su gran pilar; a una señora que llegó con muletas a mi consulta a semanas de un accidente… Hoy lo está leyendo mi padre. Y creo que es tiempo también de releerlo.
Bueno, Patricia May con su habitual –y bendita- profundidad nos recordó que evolucionamos a través del dolor, de la fricción, del desacomodo en nuestra vida. Si no existiesen esos hechos no pasaría nada. Nada importante con nuestra historia, con nuestro viaje por este planeta en esta existencia.
“La razón por la cual estamos aquí tiene que ver con manifestar el potencial oculto –incluso a nuestros ojos- de nuestra luz interna, revelar el ser espiritual que nos habita (…) El sentido de la vida es ir a una manifestación creciente del SER en el mundo, un Ser que se expresa en amor, alegría, entusiasmo, unidad, paz, tranquilidad, creatividad”… Claramente, no es tan fácil, dice la propia Paty. “Desde este punto de vista, las circunstancias opuestas de la vida como salud/enfermedad, riqueza/pobreza, tienen un solo sentido: que el ser humano vaya a una mayor relación con su propia luz. Y si nos paramos desde ahí en la vida, podemos entender el dolor o la enfermedad como una oportunidad. Es una oportunidad cuando estamos bien, pero también es otra tremenda cuando estamos incómodos. Porque esto último nos obliga a cuestionarnos. Sin crisis nos cerraríamos y estancaríamos, que es la tendencia del ego. (…) La enfermedad es una oportunidad tremenda que nos abre una brecha en la conciencia para que nuestro ser interno pueda entrar en acción. La enfermedad es una vivencia con un enorme potencial: podemos mirarla como un desafío para que esta piedra preciosa que yace en lo profundo del corazón se revele”, expresa Patricia.
“Lo que ocurre cuando nos enfermamos es que nos enfrentamos a que la vida física es un lapso -finito- y oportunidad de enorme potencial creativo. Entonces, se trata de no perdernos, de no distraernos, de no vivir la vida corriendo y haciendo mil cosas que nos cansan (…) La enfermedad y la conciencia de que la vida física es una oportunidad limitada y preciosa en una circunstancia particular: en un cuerpo, familia y país determinados, es una experiencia de enorme energía para llevarnos a manifestar nuestro ser interior en nuestra vida. Y no por casualidad ocurre lo que nos ocurre”.
“Muchas veces lo que llamamos enfermedad es un evento precipitado por nuestra alma porque a ella le importa que lleguemos a conectar con el potencial espiritual de cada uno para que así podamos ser seres que vibremos en el sentido, en la auto-realización; que hagamos de esta vida un campo de lucidez extraordinario y seamos plenos y felices desde ahí: desde la certeza interna que hay algo en el fondo de nosotros que es luz, claridad y amor. Y eso es algo hacia lo cual podemos caminar. (…) Ese es el principal recurso que tenemos para sanarnos: nuestra luz interna, el fondo de nuestra mente; el centro de lo que somos es un sol radiante, extraordinario. Nacemos en este mundo para reconocerlo y actualizarlo. A eso vinimos…”
… Entonces, en medio de los dolores, Tomás decidió que estudiará Coaching y ya comienza a entusiasmarse con la idea… Fer comenzará a trabajar en un centro turístico vendiendo productos de la tierra y aunque está nervioso, lo nuevo lo anima … Silvia hará su blog para promocionar sus talentos y ver si consigue algo más estable, paralelamente está cocinando comida argentina los sábados para los amigos y comienza a usar otros dones… A María la cambiaron de oficina y aceptó que por ahora su labor de sanadora es entre empleados de una gran empresa, aportando desde ahí con el ejemplo, la voz y la escucha… Celeste acaba de ir por primera vez en su vida a un curso de temas espirituales y por fin pudo soltar la pena con unas gotas homeopáticas y la terapia psicológica que le ayuda a encausar y ver sus dolores… Mariana se regaló un viaje a Nueva York, dejó su trabajo de más de una década y se apronta a ser independiente, mientras su madre da a luz un nuevo libro de investigación… Pedro aprovechará la crisis internacional, la caída de las certezas, para elaborar un nuevo material audiovisual y está empezando a ver su depresión poco a poco… Víctor está dejándose ayudar por primera vez, decidió que leerá cosas que tenía postergadas, plantará unas enredaderas, irá conmigo al próximo seminario de Patricia May sobre sabiduría china y saldrá a caminar; mientras la vida lo sorprende con el encuentro con un sicólogo que le ofreció un trabajo cuando él pensaba que a su edad ya nadie lo consideraría… Y yo, en medio de lágrimas, angustias, somatización con vértigo e insomnios, decepciones e incertidumbres varias, me siento agradecida y una vez más me sorprendo honrando al dolor, dándole gracias por lo que ha provocado y porque debido a él también he recibido grandes regalos –entre otros, gente muy bella- en lo que va de este movido 2011… GRACIAS.