Despierto con el sonido de la lluvia pasadas las 8 de la mañana. Un placer sentirlo y me quedo escuchándolo un rato e imaginando el jardín que ayer estaba a pleno sol y donde estuve tomando unas fotos a mariposas y abejas sobre las zinnias, lavandas y caléndulas con todos sus colores más vivos, ahora recibiendo el agua del cielo… Fue un día extenso, caluroso, trabajado, bello, con muchos momentos mágicos para compartir por la noche el primer ritual en Curicó…
Formamos un círculo literal y energético. Este último desde que se gestó que viniera acá con los distintos lazos entre Doris, la amiga suichilena de quien conté en la nota anterior, junto a Celena, Teresita, Goretti, Ruth, quienes con mucha entrega forman parte del equipo y con quienes nos fuimos coordinando en todo, y otras manos amigas, como el talentoso Cristian quien desde su taller nos termina en un dos por tres la mesa redonda del altar que pasamos a pedirle como favor y no duda un minuto en hacerla y queda perfecta…
Y el otro círculo se forma la tarde del sábado con todos los que asisten, desde la pequeña Celeste con su dulzura y sutileza, hasta los que ya tienen nietos y comparten este momento de conexión, detención, celebración y consciencia que son los Rituales. La noche está fría después de un día casi veraniego, pero dentro del salón hay mucho calor de hogar y de corazón. El Centro Médico Vichuquén de Curicó abre sus puertas para este Ritual y el día antes en que lo visito me deleito viendo todo el aporte que hacen con distintas terapias energéticas que tanto tienen para acompañar nuestro camino…
Es tan emocionante ver cuánto hemos avanzado y en esta tierra, Chile, cuánta profundidad hay en sus sanadores y en las herramientas de este tiempo… Cada vez somos más quienes nos detenemos frente a un síntoma físico o a un problema, buscando una raíz más profunda y una solución más integral, no sólo el medicamento y no sólo la explicación lógica… Hay tanto que descubrir de nosotros y tanto que recibir de diferentes miradas sanadoras que nos ayudan a comprender y mejorar desde dentro de nosotros… Estamos en tiempos preciosos donde hacernos cargo de nuestra Vida y aprender a estar con nosotros mismos, es cada vez una posibilidad más abierta para todos…
En este primer ritual curicano se sienten los corazones abiertos, algunos en su proceso de hacerlo, otros curiosos y algunos sin saber ni a qué vienen pero muy dispuestos. La energía sureña tiene un encanto para muchos; a mí me conecta y me emociona muchas veces la vibración de esta parte con más verde, las montañas y los campos presentes, alejados de la agitación capitalina, construyendo sus vidas a su ritmo y color…
Así, nuestro altar tiene frutos de esta tierra: castañas, nueces, avellanas, higos, membrillos –que por la mañana trajo de regalo Domingo, quien arregla el techo y el jardín de Doris y en silencio los deja sobre la mesa de la terraza-, manzanas, choclos, ajíes; flores secas y frescas, pequeños frutos rojos, semillas, cristales, velas, agua, pocillos de arcilla, porotos; hojas de parras, de álamos, liquidambar y otros del camino… Cada altar tiene su energía y es una invitación tanto a conectarse como a crear y armonizar porque hay que usar mucho la intuición. No es sólo que quede bonito, sino que tiene un sentido para que vibre lo que el Ritual propone y esta vez la energía que los guías marcaron fue: La Vida. Y entonces, la honramos, la meditamos, la abrazamos y bailamos. Celebramos la Vida que nos propone la Luna Nueva en Aries, que abre espacios de osadía, un tiempo para tomar iniciativas que nos llenen e identifiquen, que realmente nos entusiasmen –no necesariamente con euforia, sino con autenticidad- y que nos saquen de la comodidad que tanto nos seduce a ratos.
Y la Vida se presenta: en sonrisas, curiosidad, frutos, miedos, aplausos, danzas, quietud, lágrimas, abrazos, profundidad, alegría, amor, pureza…. E incluso en medio de nuestra meditación, después de pedir permiso a los elementales y habitantes anteriores del lugar, entra una bella mariposa, revolotea y luego se queda arriba como mirando y bendiciendo el momento, justo cuando habíamos hablado sobre que muchas cosas son un símbolo y que casi siempre hay señales para seguir y permitirnos ser guiados… Ella, la mariposa, llega a anunciarnos la transformación, en medio de un ritual otoñal que con las hojas amarillas que caen nos recuerda los ciclos y los cambios…
La noche siguió mágica para terminar en abrazos y la energía vibrando en amor y agradecimiento. Más tarde, cenamos con brindis, sonrisas y conversación… Un honor nuestro (re) encuentro con Curicó, en un espacio de mucha entrega y dulzura. Ahora, en este día de chubascos y aroma a tierra húmeda, al lado de la estufa a leña y compartiendo con los amigos, escribo con emoción y regocijo esta nota que dedico a quienes asistieron y colaboraron, incluido el círculo de amor que desde Santiago y Talca también difundieron y estaban pendientes y me acompañaron de corazón con detalles muy bellos, y a todos quienes hacen posible que su Vida fluya y se transforme aunque sea con pequeños gestos, ese es el llamado de este tiempo bello e intenso que nos da a cada instante más y más dones para compartir y experimentar. Gracias! ❤