Septiembre, aterrizamos y comprendemos

Muchos estamos algo aturdidos -física y emocionalmente- después de los eclipses de agosto. Varios están remecidos. Y todos estamos renovados aunque no lo sepamos ni lo veamos del todo. Los eclipses en Leo, y en especial el último, el del 21 de agosto que, como dijimos, fue total de Sol fueron -«están siendo»- un poderoso «reseteo» energético que nos reconecta definitivamente con tres cosas cruciales. Primero, con lo que cada uno vino a realizar acá interior y exteriormente; nuestros propósitos del alma. Los eclipses se producen en relación a los nodos lunares (son de las primeras cosas que revisamos en el taller de astrología que llevo estos meses, porque tienen gran relevancia y profundidad en mi experiencia y mirada de esta Vida). Los nodos son puntos energéticos y matemáticos que tienen información álmica, nos dicen (en palabras muy simples para no alargarme tanto) qué dejar atrás porque en otras vidas ya se completó como experiencia o forma de hacer las cosas, o estuvo mal elaborado, y ahora, en esta vida, nos indican qué tomar, qué y cómo construir porque antes no estuvo resuelto o porque hoy nos corresponde ir a experimentar desde ahí la vida como desafío álmico. Los nodos son un eje que nos ayuda muchísimo a evolucionar y a encontrar una satisfacción potente, muy conmovedora, que no la dan otros temas de la vida y de la carta natal de cada uno. Cuando los comprendes y te entregas a ellos, a vivirlos, muchas cosas se transforman en tu día a día y en cómo sientes la vida.

Por eso los eclipses le mueven más el piso a quienes están más distantes o desconectados de lo que su alma pide y vino a vivir, lo cual muchas veces puede estar alejado de lo que el sistema dice o de todos nuestros «debería», o de todas las comodidades que lo conocido tenga. Encima los eclipses tienen un factor sorpresa que el ego no ve venir pero que seguro el alma hace rato reclamaba y para eso nos envió antes poderosas señales. Traen, por tanto, muchas verdades que se destapan por incómodas que sean. Pero si estás en mayor conexión con tus propósitos del alma y con quién eres realmente, los eclipses traen buenos cierres y oportunidades que puedes ver. Aunque igual todo es una oportunidad, incluso el dolor. ¿Verdad?

Ahora mismo, los nodos -que además mueven energía colectiva, nos dicen hacia dónde evolucionar como humanidad- en Leo y Acuario, desde mayo 2017 y hasta noviembre 2018 nos proponen soltar teorías para experimentar la Vida en sí misma, dejar tanta mente lógica o intelectualoide para jugar más, mirar en qué nos creemos importantes y a qué creencias estamos fijados para reírnos más de nosotros y atrevernos a lo nuevo, dejar de posar de cualquier cosa para ir a la autenticidad, mirar nuestro lado frío o distante (hacia nosotros mismos, hacia otros o al mundo)  para probar ser más acogedores, soltar lo opaco en nuestras vidas y formas para realmente brillar. Y esto último se consigue cuando estamos conectados -interiormente, obvio- y disfrutando simplemente…

Segundo, este eclipse fue un gran portal energético que nos llama a experimentar ya la Era de Acuario y a dejar de teorizarla. Esto, que es más largo de explicar, significa que como planeta abandonemos -con agradecimiento- viejas creencias y formas esquematizadas o estandarizadas para realmente vivir con más creatividad, que desarrollemos independencia de los sistemas que creamos durante siglos (incluidas las religiones y divisiones ideológicas de todo tipo), que practiquemos más comunidad y menos individualismo pero con autonomía pues ya no hay que pertenecer a nada, que dejemos fanatismos y evasiones, que recuperemos nuestros dones y talentos para sustentarnos (trabajar) en vez de insistir en sacrificar lo que nos gusta hacer en pro de la ‘estabilidad’ económica, que nos conectemos con la mente cuántica antes de sólo usar la desgastada mente lógica-literal, que la ciencia -y nosotros con ella- vea lo completo y no únicamente el detalle (lo cual incluye a la medicina, por cierto),  que comprendamos y vivamos este Todo que somos, donde nada es casualidad, nada sobra, todo está conectado y por tanto mi (nuestra) actitud y energía no dan lo mismo y este Todo nos habla constantemente; nos guía. 

Tercero porque estos eclipses recientes son un gran cierre que se completará a inicios de 2018.  Y estos primeros meses concluyentes de septiembre a noviembre  nos mostrarán -ya lo hacen- parte de sus efectos, como la potencia del huracán Harvey en Estados Unidos una semana después que el Sol se eclipsara por todo su territorio, al igual que en México, donde también fue visible y el agua hace su trabajo de limpieza. Pero este cierre tiene que ver con quiénes éramos personal y colectivamente en 2010/11 y quiénes somos ahora. Cuánto hemos crecido. Cuánto soltamos, cuánto nos atrevimos, cuánto comprendemos de esta nueva vida que nos exige -ya no es una invitación- salir de lo literal para entrar en una comprensión más profunda de cómo se mueven las cosas, del gran poder interior/vibracional que tenemos, de cómo se manifiesta la energía, de la perfección que contiene nuestra experiencia humana (por más injusta que a ratos nos parezca), de lo interconectado que está todo lo que vivimos, de cuán guiados estamos… Estos meses traen pruebas y comprobaciones en torno a cuánto dimensionamos -y aceptamos- el Amor que hay en todo lo que vivimos.  De esto último, en gran medida, se trata crecer. Y -obvio- no es el amor romántico o sufrido de la Era pasada de Piscis, tan arraigado en las últimas ocho décadas… Es algo mucho más grande, luminoso, sabio, impermanente, simple, profundo, perfecto, que todo lo impregna y que está detrás de todo lo que vivimos y de los hilos que tejen nuestros caminos.

Septiembre, es un mes de  aterrizaje en torno a percibir y recibir este Amor sutil y profundo presente en todo lo que vivimos. Nos caerán varias fichas sobre lo errado de nuestro pensamiento en otros tiempos y de lo que ahora podemos modificar para seguir el camino de forma más fluida, conectada y tranquila.

Es preciso descansar más en este inicio de mes, pues aún nuestros cuerpos están en ajuste y depuración (de hecho, muchos nos enfermamos y/o sentimos mucho cansancio en las semanas eclipsadas). Para esto la Luna llena del 6 de septiembre nos ayudará bastante, necesitaremos dormir más y mejor (amén!), atender más los mensajes de nuestros sueños, como también llevar una alimentación con más fibra. Es necesario aceptar una cuota de confusión estos primeros días para que llegue la claridad en la segunda quincena. Acá les dejo más detalles en el Audioróscopo de septiembre.

Este mes nos mostrará los frutos de temas que se gestaron al inicio de 2017 y también nos ayudará a reponer energía, adoptar un ritmo más cadencioso y sano para movernos y reinterpretar el presente en el que estamos. ¡Feliz septiembre, mes de aterrizaje, cosecha y conclusiones!

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