De vuelta de un taller en el que estoy porque todo indicó que tenía que estar, más allá de si lo pensé o lo quería, subo al metro y escucho la conversación de tres chicos venezolanos. La mujer del grupo está saliendo con alguien hace poco y los otros dos no lo conocen y le hacen varias preguntas que ella responde escuetamente. Hasta que uno le dice con ojos curiosos: ¿Es guapo o es feo? Ella: Mmm… Y él con ironía le dice: Ya sé, es feo… Es que así es la suerte del migrante. De todo poquito, nos toca lo que sobra -y los cuatro (yo con ellos) nos reímos ante su broma. Me alegran el viaje a casa los chicos, en días de cansancio y agradecimiento.
Sí. Como muchos en estos días, estoy muy cansada. ¿Sí o no que Marte retro (fuerza, rabias, iniciativas, discusiones… algo frenadas y/o absurdas) se siente mucho en el cuerpo y en el aire? Ahí están las explosiones, incendios, accidentes y conflictos que aparecen por distintos puntos; desde fines de junio y hasta un rato más, Marte hace su propio gallito desde el cielo… Nos juntamos con amigos que llegan de lejos y otros que están acá y cada uno está con sus desafíos, con poca energía, tratando de tomar decisiones. Varios hemos somatizado y no pocos se han peleado en distintos ambientes. Estos días son muy verdaderos y la sabia Vida se encarga de encontrarnos o separarnos. Muchos estamos -enhorabuena- mirando cómo nuestro ego (Marte y Mercurio retro ayudan mucho a esto) se mueve; cómo interfiere, jode, controla, evoluciona -sí, puede hacerlo-, quiere revancha, se paraliza, etc.
Y si bien hay varios planetas retro -lo cual es muy normal-, los que más se notan son estos dos ágiles Marte y Mercurio. Se siente peso, bloqueos, confusión, frustración. Y cuando éste último se pone directo (desde este 19 de agosto) son días un tanto delicados antes de retomar poco a poco la claridad para comprender y moverse. Sí, recuperaremos claridad, pero aún no la fuerza completa. Marte seguirá retro hasta el 27 de agosto y recién una semana después de esto podremos sentir más vitalidad y dirección en nuestros pasos.
…Muchos me preguntan con cariño y por distintas vías que cómo estoy. Mi respuesta recurrente por estas semanas es… Un día a la vez… Hace unos meses, con el desafío familiar/personal que atravesamos donde -como lo dije en este post el amor y el dolor se unen con conmovedora belleza-, con las clases a sala llena del primer nivel de astrología -en que me divierto mucho y todos aprendemos de forma más vivencial que tan teórica- que hacemos desde el pasado 1 de agosto, con la consulta de lecturas astrológicas también completa y otros temas, siento una mezcla de cansancio/alegría/agradecimiento/aprendizaje/inquietud/calma… Ja, ja. Vaya ensalada. Encima, después de un mes de eclipses siento añoranza del verde y húmedo sur de Chile con toda su sanación. Amaría estar allá. Pero no puedo. No es el momento. Con suerte alcanza para caminar por el parque y sentir el atardecer rojizo desde la terraza de casa. Al menos, Steffi, de vuelta en Puerto Varas luego de unos meses por su natal Alemania nos envía fotos (abajo una de ellas) porque sabe que amo esos cielos y energía.
Sí, este es un tiempo muy exigente para todos. En especial para quienes ya dieron pasos importantes de consciencia. Para quienes decidieron ver (y verse) en vez de maquillar o evadir. Para quienes comprenden que el sistema es una fantasía -una mala broma, bien burda, a ratos- creada por nosotros mismos, que se está cayendo a pedazos -por fin- y que así tiene que ser pero que aún no crearemos otro más sano, lo cual produce dudas, incertidumbre personal/colectiva y angustias. Para quienes decidieron reconectar con el corazón verdadero, ir más lento y dejarse guiar desde ahí, en vez de moverse exclusivamente desde el ego y desde todos los «deberías» que nos hemos inventado… Y como estos eclipses, junto a Marte y Mercurio activaron la energía de Leo/Acuario, uno de los desafíos más potentes estos últimos dos meses está en cómo vivimos el Yo y cuánto se nos arranca el egocentrismo, los berrinches, el presionar por lo que queremos sin ver a los otros ni la energía ni las señales, el infantilismo, la soberbia intelectual, la locura, la frialdad, la mente que quiere encontrar lógica y quiere tener razón, la excentricidad como forma de llamar la atención e interrumpir… Como también estos meses nos permiten valorar el humor, lo creativo que habita en nosotros, el atrevernos a expresar y brillar, los vínculos que nos aportan ideas, juego y cariño; mirar a los hijos -o a los pequeños de la familia- con más aprecio; atrevernos a dar y recibir ayuda en vez de creernos superhéroes…
Por eso, como la Vida es perfecta pero no ideal ni cómoda, en medio del cansancio, la incertidumbre y un par de planes en pausa… Agradezco este «entrenamiento obligado» de… Un día a la vez… No es fácil. No es tan agradable para la mente, pero enseña mucho, aliviana cargas, impide varios placeres, te regala otros goces de la vida, te vuelve más presente, flexible, humilde y creativo, te deja poco tiempo para la queja y para fantasear, te permite observar/sentir más y seguir agradeciendo lo que cada día sí te da en vez de ver lo que no tienes -esto último, eso sí, es una decisión diaria- y te hace seguir maravillándote con las sincronías de la Vida, como la que hace varias semanas me tiene cantando al entrar a casa -y a veces al cocinar- una letra que siempre me gustó y que ahora apareció de un día a otro en mi cabeza, que hoy cobra más sentido… I say a little prayer… For you; for us, for all…