Una vez más: Gracias por el dolor

Tomás estuvo a punto de irse a Canadá a fines del invierno, en medio de todo se enfermó mucho y aún vive una gran crisis de sentido; finalmente decidió escuchar a su cuerpo y ahora me cuenta que se quedará en Santiago, que quiere enraizarse por fin, pero está nervioso, siente la incertidumbre… Fer viajó unos días a Uruguay, a puro reconectarse con el nido familiar, no quería volver a Chile, pero finalmente regresó con nostalgia y miedo a no encontrar trabajo, pues su actual oficio de garzón lo cansó y lo dejará, y de nuevo se encuentra ante lo incierto, pues tampoco puede volver a Montevideo, una tierra bella, pero demasiado quieta… Silvia después de 11 años no sabe si volver o no a su Argentina natal, ya formó cosas acá y le da miedo y cansancio la sola idea de comenzar de nuevo todo allá, pero en Chile aunque no le ha ido mal, tampoco alcanzó -aún- la estabilidad laboral que anhela y la familia está –también- en suspenso… María quería dedicarse a la sanación, su gran don, pero la recontrataron en una gran empresa por un buen sueldo y no le gusta el lugar ni el trabajo, pero aún no puede soltarlo: tiene dos hijas a quienes mantener, mientras su cuerpo apenas se levanta a trabajar cada mañana… Celeste se despidió de su tiroides, que estaba con cáncer, justo después de un año de sostener a su compañero que tuvo la misma enfermedad pero en los pulmones… Mariana vio cómo una parte de su útero se iba con un “pre-cáncer” y cuando le dicen que está todo bien, que ya no hay células malignas, a su madre le encuentran nódulos en la tiroides y también debe operarse antes que sea grave… Pedro presentó unos siete proyectos audiovisuales este año y ninguno resulta y encima alguien cercano lo traicionó. Bajo todas sus andanzas comenzó a crecer una depresión que hoy lo vigila de cerca aunque él no quiere mirarla de frente… Víctor a sus 60 y algo se preparaba para terminar de pagar su casa después de 20 años y disfrutar a sus nietos, pero su próstata le dijo: tengo cáncer, tengo dolor, tengo frustración. Víctor es mi papá…

Así va el viaje de la vida este agitado año, tejiendo sus caminos de aprendizaje, oportunidades, dolor, esperanza, regalos, obstáculos, desesperación, crisis, alegrías… Amor, Conciencia.

Y al finalizar octubre de este intensísimo 2011 estuvimos con Fer en un seminario sobre el cáncer de mama. Allá nos encontramos con Deborah, mi maestra de interpretación de sueños y su amiga Consuelo. Más que por el tema en sí fuimos porque hablaría la psicóloga Bárbara Porter de Mindfulness y la gran antropóloga Patricia May sobre espiritualidad y enfermedad.

Lo primero estuvo re bueno. Al final Mindfulness (práctica de la atención plena) es meditación budista tibetana marqueteada inteligentemente por Estados Unidos, y está buena la técnica. Muy adaptada a nosotros los occidentales, aterrizada, necesaria y benéfica: apunta a detenernos, salir de los pensamientos negativos y aprender a estar presentes. Es simple, algo difícil de mantener, pero segura de lograr.

Y Bárbara Porter resulta muy cálida, dulce y didáctica, cualidades que se agradecen  en su rubro. Nos instó a estar presentes en lo agradable y en lo desagradable de la vida. “El dolor existe, pero el sufrimiento es opcional”, afirmó, parafraseando a Buda. Estar conscientes del momento presente con aceptación, de verdad puede cambiar nuestra vida. Porque, claro, lo habitual es enganchar con la rabia, el miedo, el rechazo, la venganza, la tristeza, la envidia… Y entonces comienza una marejada de pensamientos y sentimientos aflictivos (los venenos de la mente que identifica el budismo) que no paran y nos enferman más… La técnica plantea que luego de sentirlos, podemos mirarlos y dejarlos pasar, desengancharnos, y entonces volver a la atención a nuestra respiración, junto con enfocarnos constantemente en el presente y en lo bueno de la vida… Eso es en palabras hiper resumidas.

Luego vino Patricia May, de quien me declaro –igual que muchos- fan absoluta. Soy su groupie hace rato y la sigo de curso en curso, de charla en charla; me acompaña fielmente en mi MP3 en viajes y caminatas. Y habló de aquello que muchos hemos aprendido luego de crisis profundas: la enfermedad, el dolor, la dificultad, están al servicio de nuestro proceso de evolución y son inevitables.

Con sus palabras recordé un muy buen libro de Robin Norwood que encontré en un mágico y sanador viaje a Villa La Angostura, sur de Argentina, hace unos cinco años, se llama: “¿Por qué a mi, por qué esto, por qué ahora?”. Lo vi y dije: “lo llevo”, mientras se lo pasaba a la vendedora de una librería-bazar a la que entramos buscando pilas para la cámara. No lo solté en todo el viaje y hasta el regreso en Santiago. Aprendí, corroboré, recordé, lloré, sonreí, integré. Lo he prestado y recomendado a mucha gente que está en situaciones límite, como una chica que se separó a los 3 meses de embarazo, o a otra que perdió a su madre, su gran pilar; a una señora que llegó con muletas a mi consulta a semanas de un accidente… Hoy lo está leyendo mi padre.  Y creo que es tiempo también de releerlo.

Bueno, Patricia May con su habitual –y bendita- profundidad nos recordó que evolucionamos a través del dolor, de la fricción, del desacomodo en nuestra vida. Si no existiesen esos hechos no pasaría nada. Nada importante con nuestra historia, con nuestro viaje por este planeta en esta existencia.

“La razón por la cual estamos aquí tiene que ver con manifestar el potencial oculto –incluso a nuestros ojos- de nuestra luz interna, revelar el ser espiritual que nos habita (…) El sentido de la vida es ir a una manifestación creciente del SER en el mundo, un Ser que se expresa en amor, alegría, entusiasmo, unidad, paz, tranquilidad, creatividad”… Claramente, no es tan fácil, dice la propia Paty. “Desde este punto de vista, las circunstancias opuestas de la vida como salud/enfermedad, riqueza/pobreza, tienen un solo sentido: que el ser humano vaya a una mayor relación con su propia luz. Y si nos paramos desde ahí en la vida, podemos entender el dolor o la enfermedad como una oportunidad. Es una oportunidad cuando estamos bien, pero también es otra tremenda cuando estamos incómodos. Porque esto último nos obliga a cuestionarnos. Sin crisis nos cerraríamos y estancaríamos, que es la tendencia del ego. (…) La enfermedad es una oportunidad tremenda que nos abre una brecha en la conciencia para que nuestro ser interno pueda entrar en acción. La enfermedad es una vivencia con un enorme potencial: podemos mirarla como un desafío para que esta piedra preciosa que yace en lo profundo del corazón se revele”, expresa Patricia.

“Lo que ocurre cuando nos enfermamos es que nos enfrentamos a que la vida física es un lapso -finito- y oportunidad de enorme potencial creativo. Entonces, se trata de no perdernos, de no distraernos, de no vivir la vida corriendo y haciendo mil cosas que nos cansan (…) La enfermedad y la conciencia de que la vida física es una oportunidad limitada y preciosa en una circunstancia particular: en un cuerpo, familia y país determinados, es una experiencia de enorme energía para llevarnos a manifestar nuestro ser interior en nuestra vida. Y no por casualidad ocurre lo que nos ocurre”.

“Muchas veces lo que llamamos enfermedad es un evento precipitado por nuestra alma porque a ella le importa que lleguemos a conectar con el potencial espiritual de cada uno para que así podamos ser seres que vibremos en el sentido, en la auto-realización; que hagamos de esta vida un campo de lucidez extraordinario y seamos plenos y felices desde ahí: desde la certeza interna que hay algo en el fondo de nosotros que es luz, claridad y amor. Y eso es algo hacia lo cual podemos caminar. (…) Ese es el principal recurso que tenemos para sanarnos: nuestra luz interna, el fondo de nuestra mente; el centro de lo que somos es un sol radiante, extraordinario. Nacemos en este mundo para reconocerlo y actualizarlo. A eso vinimos…”

… Entonces, en medio de los dolores, Tomás decidió que estudiará Coaching y ya comienza a entusiasmarse con la idea… Fer comenzará a trabajar en un centro turístico vendiendo productos de la tierra y aunque está nervioso, lo nuevo lo anima … Silvia hará su blog para promocionar sus talentos y ver si consigue algo más estable, paralelamente está cocinando comida argentina los sábados para los amigos y comienza a usar otros dones… A María la cambiaron de oficina y aceptó que por ahora su labor de sanadora es entre empleados de una gran empresa, aportando desde ahí con el ejemplo, la voz y la escucha…  Celeste acaba de ir por primera vez en su vida a un curso de temas espirituales y por fin pudo soltar la pena con unas gotas homeopáticas y la terapia psicológica que le ayuda a encausar y ver sus dolores… Mariana se regaló un viaje a Nueva York, dejó su trabajo de más de una década y se apronta a ser independiente, mientras su madre da a luz un nuevo libro de investigación… Pedro aprovechará la crisis internacional, la caída de las certezas, para elaborar un nuevo material audiovisual y está empezando a ver su depresión poco a poco… Víctor está dejándose ayudar por primera vez, decidió que leerá cosas que tenía postergadas, plantará unas enredaderas, irá conmigo al próximo seminario de Patricia May sobre sabiduría china  y saldrá a caminar; mientras la vida lo sorprende con el encuentro con un sicólogo que le ofreció un trabajo cuando él pensaba que a su edad ya nadie lo consideraría… Y yo, en medio de lágrimas, angustias, somatización con vértigo e insomnios, decepciones e incertidumbres varias, me siento agradecida y una vez más me sorprendo honrando al dolor, dándole gracias por lo que ha provocado y porque debido a él también he recibido grandes regalos –entre otros, gente muy bella- en lo que va de este movido 2011… GRACIAS.

MILAGROS DEL FÚTBOL (Los cuartos serán los primeros!)

Martes 13 de julio de 2010, desde un rincón del Sur del Mundo llamado Uruguay…

Caravana celeste por la rambla, Pocitos, Montevideo (Foto El País)

En Solymar, poblado-balneario hoy casi capitalino,  una señora que bordea los 70 y que suele ser pesimista y algo (divertidamente) gruñona, escribe por Facebook lo feliz que está de los triunfos que acumula  su selección celeste en lo que iba del Mundial 2010, y dice: “que tengo una alegría enorme por mis jugadores y que siempre vamos a recordar esta dicha, seremos campeones, arriba Uruguay!”

…Un chico de Colonia, que no sale nunca de casa y que siente que su vida es re tranquila y más bien aburrida, decide ir hasta Montevideo –la ciudad que rechaza y critica- a recibir a la selección y participa en los festejos que paralizaron al país (tanto como los partidos del Mundial) en pro de los homenajes y celebraciones….

…Una chica de Malvín, Montevideo, que no entiende nada de fútbol y que lo ha pasado muy mal este 2010 entre la falta de trabajo y varios duelos, sale a la calle con sus pequeñas hijas y celebra con cantos y gritos el paso del bus de la selección por la rambla de su barrio; se entusiasma y siente que es un respiro a las tristezas que le ha traído este año…

… Un chico de Pocitos, Montevideo, que suele mirar todo desde el peor escenario, sintiendo que nada va a cambiar y que nada va a resultar,  por primera vez siente orgullo de su país y experimenta la euforia colectiva que lo llena de colores y alegría…

…Una pequeña de 7 años que no suele ir al centro de Montevideo y cuya familia pasa por una delicada situación económica, me cuenta por e-mail: “miré en la Plaza Independencia en una pantalla gigante el partido de Uruguay,  nos pintamos la cara, nos pusimos la remera de Uruguay y llevamos banderas, gritamos los goles y nos divertimos mucho”…

…Una talentosa periodista del clásico barrio candombero Sur de Montevideo escribe en su –recomendable- blog: “aquello ya era una fiesta. Entonces salimos a la calle y un frío estelar nos apretó las manos. Petardos, cañitas voladoras y banderas frisadas por el viento. Niños exonerados de las escuelas, obreros, muchachos, mujeres en bata, y ese popurrí propio de los desbordes cuando sale a la calle. Entonces pasaron enfrente a mis narices, y como viendo sin ver, nos saludaron desde la ventana. Ahí, a unos centímetros de mi cuerpo, pasaron los atletas”

(Foto El País)

Y el bus de la selección pasa con su bullante estela celeste por todos los barrios montevideanos que une la rambla, incluso algunos jugadores se suben al techo y saludan desde ahí…

Así llega hasta el imponente Palacio Legislativo, donde las escaleras forman un vivo escenario que transforma la llegada de los futbolistas y su gran ‘Maestro’ Tabárez en una fiesta nacional muy especial y sin mucho protocolo, a la uruguaya. Los jugadores hablan con sus compatriotas desde ahí, hacen bromas y disfrutan del cariño entrañable de su pueblo…

Hay orgullo, esperanza, felicidad, expansión, complicidad y calor en medio de un país ventoso y hasta hace poco con el temple más bien gris y pesimista…

Y el Presidente de la República Oriental del Uruguay, “Pepe” Mujica, con su habitual pachorra los presenta desde ahí con emoción; afirma que «nunca hemos estado tan unidos» y que han sido capaces de borrar las diferencias de clase, las políticas -y tantas otras propias de América Latina-, y remata: “¡Porque estos muchachos no sólo son guapos, además son valientes!”, mientras el público celeste aplaude emocionado, con el corazón mucho más abierto y tibio que hasta hace unos meses…

URUGUAY NO MA!!!

Desde el clásico bar El Gaucho, en el centro de Montevideo. (Foto Diario El País)

Me acuerdo cuando en la primavera 2009 paseaba por Pocitos pocos días después de que Uruguay clasificara al Mundial y vi un lienzo en la rambla que decía: «¡Mandela, yo llevo el mate!»… Además de reír y de fotografiar ese y otros emblemas de la identidad uruguya, disfruté mucho conversando con los expertos en fútbol locales; aunque yo no entiendo nada del tema, era un espectáculo escuchar sus comentarios…

Y ahora, sin soltar el mate, los uruguayos celebran con júbilo en Montevideo, desde la rambla, 18 de julio, el mercado del puerto… Y seguro, desde cada rincón del pequeño gran país. Un diario titula «Un río de felicidad» y otro: «Permiso para soñar»…

Tengo una teoría: Este Mundial se juega en uno de los íconos del Tercer Mundo (al fin) y es para el Tercer Mundo… Enhorabuena!

Vamo arriba La Celeste! Uruguay no ma!

Con calabaza (mate) celeste y todo. (Foto diario El País)

HA LLEGADO CARTA!!!

Llego tarde a casa, re cansada después de un día largo y con frío otoñal.

Mientras abro la puerta miro hacia abajo y veo la punta de un papel. En seguida adivino que no es un aviso publicitario ni una cuenta por pagar.  Sí, debe ser una postal!!

Aachen, Hanna dice que es muy linda y agrega con ironía que es segura!

En cuanto logro abrir lo confirmo: una postal de una bella amiga alemana, Hanna!! Guau!! Qué lindo!! Adoro las postales, mandarlas y recibirlas. Tengo algunas en una mesa enviadas desde Argentina, Tíbet, Bolivia, Ecuador, España… Me emociona la llegada de esta. Dejo las bolsas tiradas y la leo. Es de su ciudad, Aachen.

Con Hanna, Jan (también de Alemania), Marie (de Francia), Cat (de Rumania), Francisco (de Portugal), Alex y Cía (de México), Ángela (de Estados Unidos), Analía, Yvonne, Malena, Judy, Stefan (de Uruguay)  y tantos otros, nos conocimos en Uruguay. Varios nos encontramos en Ciudad Vieja, en esas reuniones nocturnas regadas y saboreadas de CouchSurfing (comunidad mundial de viajeros y anfitriones, donde estos últimos ofrecen su sofá o su tiempo para recibir y compartir con los primeros) que cada jueves se daban cita en el centro de Montevideo.

Viste cuando desde el principio tienes buena onda con alguien? Eso pasó con ellos y ahora de los extranjeros sólo Cat está en Montevideo, Malena cambió Uruguay por España y los demás andamos por nuestras tierras de origen, pero seguimos de alguna forma conectados, incluso con postales.

Hanna quiere volver en julio o agosto a Uruguay y Argentina. Quizá yo también regrese, aunque aún no vislumbro la fecha. Con ella somos un par de tantos encantados con el pequeño país y su gente.

Pero no sólo con este rincón de Sudamércia. También somos unas apasionadas de la amistad, de compartir sin importar el idioma o las diferencias culturales, de reírnos a carcajadas de cosas pequeñas y absurdas, de fluir con la complicidad, de caminar sin destino por calles nuevas contándonos la vida  y parando por una cerveza, un café, un bizcocho, una empanada o un chivito donde nos pille el camino, de ayudarnos por el sólo hecho de caernos bien y sentir cariño desde el principio; de hablar de amores y desamores, de decir con toda propiedad «es que los uruguayos…»…De compartir la magia de la vida. Esa misma magia que sin pensarlo nos lleva a encontrar en cualquier lugar a alguien con quien nos sentimos cómodos y acompañados…

Qué regalo es la amistad! Aunque esté lejos y ni siquiera sepamos tanto del otro… Parece que el viaje por la vida puede hacerse prescindiendo de muchas cosas, pero nunca de los amigos, sobre todo de esos que aparecen  de repente y con quienes podemos sonreír desde el principio.

Abrazos y gracias desde el Sur, Hanna!!!

«Ahí va!»… CON NOSTALGIA URUGUA-SHA

Dado el mega remezón que muchos tuvimos con el terremoto de Chile, ahora no siento ganas de moverme… Mis planes de viaje se quedaron en pausa, por un rato, obvio… Durante marzo y hasta mediados de mayo estuve re quieta, con poca vida social, silenciosa, menos dispersa, más presente y, paradójicamente, más feliz….

Parece que cuando vivimos mucho dolor/miedo/conmoción como protagonistas o como espectadores cercanos, también el alma y el cuerpo piden reposo, pero al mismo tiempo la mirada de las cosas cambia y valoras hasta el atardecer que antes no veías.

Bueno, en eso estoy cuando comienzo a sentir nostalgia urugua-sha… Saudade… De qué?

Del ritmo uruguayo, de las conversaciones, de la vida simple adornada por un asado, el mate, los bizcochos y la gente que comparte con pocos prejuicios… Nostalgia del poco stress, del ritmo cadencioso de Montevideo o de Colonia, del verde de Valdense y de Solymar… Nostalgia del domingo en el Parque Rodó o de caminar sin rumbo por Ciudad Vieja con el viento en la cara…

Montevideo desde Plaza Independencia

Mmm, ahora que lo escribo me entusiasmo otra vez y me dan ganas de tomar pronto la maleta y los pasajes. Pero parece que aún no es el tiempo. Todavía me ronda una sensación de fragilidad y encima presiento que se asoman grandes cambios internacionales. Entonces, por ahora, atesoraré los recuerdos con un mate desde mi balcón, donde las nubes pasan muy lento, pues acá la cordillera frena el viento… qué lastima, es tan agradable despeinarse!

Atardecer en Santiago desde mi balcón

TRUEQUE VIAJERO

Mmm, todo se termina en esta vida, ¿sabían? Lo bueno y lo malo. Los budistas le llaman impermanencia y a cada rato es la mega lección: aprender a viajar por los pasajes dulces y amargos sabiendo que en cualquier momento cambian, se van.

Desde ahí, entonces, podríamos disfrutar mucho más los regalos de la vida y aceptar con mayor sabiduría los dolores, porque ambas experiencias van a pasar. Suena fácil, es hasta obvio si lo pensamos, pero a ratos es taaan difícil hacerlo. Ufff… Sin embargo, se puede.

Ayer disfruté tanto el paseo con amigas de distintos países,  que se fueron uniendo una a una durante el día -partimos dos y terminamos siendo ocho-;

Con Marie y Hanna

donde descubrimos rincones de la ciudad y hasta subimos al mirador de la Intendencia a escondidas (actualmente está cerrado al público, así que espero que el señor Intendente no lea este post), como niñas haciendo una maldad. Y cuando casi a media noche terminó el paseo, que incluyó cine gratis, quedé con tanta alegría que me tentó quedarme más tiempo en Uruguay… Pero no. También sé –siento- que, por ahora, se termina. Y que está bien. Por eso me llevo los buenos momentos y a la gente bella como tesoros… Y agradezco lo bueno y lo malo, como parte ineludible de las experiencias que todos debemos vivir…

Y ahora mientras empacaba mis cosas y me quedan algunas citas y despedidas por Montevideo, se me ocurren algunos trueques entre Chile y Uruguay… Serían:

Nosotros les pasamos un trozo de cordillera nevada para que les tape el viento y Uruguay nos da un trozo de rambla -con Río de la Plata incluido, claro- para Santiago, así la capital chilena  se pone más emotiva y amable.

Chile les pasa la mitad de su velocidad en Internet y los uruguayos nos prestan un cuarto de su paciencia y calma para vivir lo cotidiano.

Chile les regala un poco de frutas y verduras para su dieta diaria y ustedes nos mandan bizcochos y asado, así se equilibra el metabolismo y se alegra el paladar, ta?

El sur de Chile les manda parte de sus frambuesas para comer frescas, en jugos, mermeladas, pastelería y más, y ustedes nos dan unas cuantas toneladas de dulce de leche para endulzar cualquier mañana o tarde (ni siquiera notarán si les falta un poco, no ven que aquí hay más vacas que gente?).

Uruguay nos manda gnocchis cada 29 de mes, como es tradición, y nosotros les mandamos las sabrosas papas de la Isla de Chiloé para prepararlos.

Cambiamos té con canela por mate con yuyos, claro que al mío le pondré una pizca de stevia, lo siento, me basta con los tragos amargos de la vida misma.

Parque Santa Teresa, con viento, obvio!

Uruguay nos manda viento que despeje la mente, refresque el alma y nos sorprenda, mientras Chile les regala algún volcán inactivo – obvio, este es un trueque limpio y la mercancía no puede venir dañada ni provocar perjuicio- o un poco de desierto; depende de qué quieran agregar a su paisaje y a su energía.

Les pasamos mucha palta, tomate y chucrut  para darle más onda a los panchos (hot-dogs apenas con un hilo de mayonesa, ketchup o mostaza) y ustedes nos pasan una flota de carritos con chorizo y chimichurri.

Pisco por grapa miel, especialmente en invierno.

Un tanto de esperanza chilena a cambio la adorable informalidad uruguaya.

El valioso trato humano uruguayo por la meritoria diligencia chilena.

Unas cuantas aparatosas camionetas 4 x 4 chilensis que apenas circulan por estrechas calles por más de un puñado de románticos antiguos uruguayos que te recuerdan que es posible vivir con menos, con menos neurosis por tener más y más.

Candombe en Barrio Sur, Montevideo

Dos días del Festival de Viña por una semana de carnaval. Ya si igual Uruguay tiene el carnaval más largo de Sudamérica y del mundo, todo febrero en fiesta; una semana menos pasa piola.

Un poco de espiritualidad chilena para ver más allá de lo aparente (ya viene un post sobre esto) a cambio de la amabilidad y candidez para vivir de los uruguayos.

…. ¿Algo más? Sí, un par de pasajes al año con destino a Montevideo para la autora de este blog  y sus seres muy queridos, así ella podrá venir cargada de alegría por los reencuentros y seguir escribiendo de la “uruguayez” para sus fieles lectores, ta?

Alguien quiere agregar algo más a la lista?… Hable ahora o calle por un rato, pues estoy a horas de regresar a Chile y una vez allá capaz que ya no haga trueques y me dé por hacer un remate, no ve que todo cambia?  …Todo es impermanente, hasta las despedidas!

Por eso aprovecho este post para hacer un trueque de agradecimientos por leerme, por estar, por la compañía cercana y a distancia, por los recibimientos y los abrazos, por el amor, por las sonrisas, por la ayuda, por compartir, por opinar, por las carcajadas y los silencios, por las caminatas sin rumbo fijo, el mate, los cafés, las cervezas y las noches de fiesta… Todo eso lo doy a cambio de abrazos de bienvenidas aquí en Uruguay muy pronto, en Chile estos días de fin de año y en otras partes del mundo en un futuro… Quién sabe qué nos depara el destino…

Como sea, ahí voy!

Nos vemos! Y GRACIAS otra vez!

POR LAS CALLES DE MONTEVIDEO

“EL DOMINGO 29, DÍA DE ELECCIONES, HAY FERIA. NO NOS HAGAN VENIR AL PEDO”…. Jajajajaja. Así dice un letrero colgado en un puesto de la clásica feria dominical de Parque Rodó y pienso que es tan representativo de la identidad uruguaya.

El cartel me lo señala Alejandro, un amigo mexicano con quien paseamos al mediodía y yo muero de la risa mientras pido permiso para tomar la foto al locatario, quien muestra una mueca sonriente mientras lo hago.

“Esto es Uruguay”, pienso. Esa mezcla de trabajo, tradición, reclamo y humor algo negro. Encima, el escenario es una institución local: la feria. Esta, la del Parque Rodó tiene mucha ropa y algo de artesanía; hay otras que incluyen frutas, verduras, quesos, pescados, abarrotes, antigüedades y más.

Y al par de días me vuelvo a reír con otro letrero. Uruguay acaba de clasificar al Mundial de Futbol de Sudáfrica y en la playa de Pocitos al día siguiente del triunfo que por fin se celebró con ganas, un lienzo dice: “MANDELA, YO LLEVO EL MATE!”…. Jajajajaja… No hacen falta comentarios.

…Y Maca, una amiga chilena me enseña la foto que tomó de la fachada de un negocio en El Prado, un barrio antiguo lejos del centro, donde atiende “Carlitos”. Esta es…

Así es esta ciudad que no parece capital y así también se siente su gente…profunda, reflexiva, poeta, con humor, simple, nostálgica, amable, naif, gruñona, sociable…

Si quiere conocer más, agarre su maleta y venga. Y si por ahora no puede, lea este blog y pasee sin moverse de su escritorio!

Ta? (Bueno, si, ok, ya, de acuerdo, bien… Todo eso puede indicar esta muletilla uruguayísima)

¿ESTÁ USTED CAPACITADO PARA VENIR A URUGUAY?

El clásico mate uruguayo

Mmm, esta no es una pregunta que se responda así no más.

Así que lo invito a leer la nota que me publicó el diario El País, en su sección de Viajes. Es un Test para viajeros con destino a Uruguay, que puede leer clickeando acá: http://viajes.elpais.com.uy/

Si quiere, agarre su mate, té o café y decida si es usted un viajero apto para aventurarse por este lado del Sur.

Saludos desde la rambla de Montevideo!

DE LA INCERTIDUMBRE AL CAMBIO

¡¿Qué onda?!  Parece que Noé, San Isidro y cualquier ser mítico que rija el agua, se picaron, se juntaron, e hicieron de las suyas.

No se puede pasar de 33 grados de rrrico calorrrr húmedo durante todo el día y que no baja ni por equivocación en la noche, a la tormenta eléctrica con escándalo que te despierta con los truenos y el viento golpeando las ventanas a la mañana siguiente.

No, poh! Den algún aviso al menos… Aunque lo tuve, ahora que recuerdo: una señora ayer en el ómnibus dijo: este calor va a traer agua! Y las otras tres que iban en frente asintieron y se pusieron a conversar del calor, mientras yo me divertía con sus comentarios.

Bueno, el tema es que sí, llovió (chovió, en uruguayo, y/o “diluvió, viste?”), y con escándalo. Si no me cree, puede verlo clickeando aquí: http://www.elpais.com.uy/especiales/galerias/vergaleria.asp?gal_id=815

Y luego, a media tarde, esto parece un sauna porque la temperatura no baja.

Pero al anochecer aparece mi amigo el viento frío y entonces tengo que recuperar alguna bufanda olvidada… Y encima anuncian tormentas para el fin de semana… No se puede jugar así con el arrugado clóset del turista, ni menos con quienes andamos con la incertidumbre a flor de piel últimamente! (Eso lo contaré en otro post)

En medio de esta fluctuación climática donde ni los uruguayos saben qué ropa ponerse, les cuento que me puse cheta, (dícese de “cuica”, “pituca”, “estirada”, “fifi”… cho qué sé). Mmm, resulta que mi única certeza por estos días es que quiero generar un cambio dentro de este viaje y decidí que me mudo de barrio: me voy a Pocitos, uno de los sectores acomodados de Montevideo.

Mi balcón en pleno centro

Mi balcón frente al Edificio Presidencial

Es que yo, la linda, actualmente me quedaba en un hostel (no muy agradable ni eficiente, con una energía rarísima) que es como quedarse en Plaza Constitución, en la plaza cívica de la ciudad; en cualquier momento le hacía señas al Presidente de ventana a ventana! Podía ver el cambio de guardia desde mi balcón, por ejemplo.

Ya, me encanta el centro de Montevideo, Ciudad Vieja, Plaza Matriz, el teatro Solís, el Mercado del puerto y toda la onda, pero confieso que me agoté un poco también. Creo que me cansé en parte porque ya lo conozco, aunque siempre hay rincones para sorprenderse, pero también porque los barrios céntricos de muchas ciudades, una vez que el sol se esconde, muestran un lado poco amable; más aún si el puerto está cerca. Y acá se ve bastante marginalidad a ratos, gente que vive en la calle o de pedir limosna y ciertos personajes que dan un poco de miedo para quienes viajamos solas. Seguro son los mismos que vería en Santiago, pero a esos los conozco; creo que es una cosa de códigos, pero también de miedos… algo me está pasó con ellos, con los miedos conscientes e inconscientes… Y les adelanto parte del contenido de mi próximo post: viajamos con nuestros fantasmas.

Volviendo al cambio: ya llegué a mi nuevo hostal, es el Unplugged Hostel, lleva sólo unos meses funcionando, es una casa de dos pisos con recovecos, patio para el parrillero, terraza y bar, en un barrio parecido a Providencia y a la costanera de Viña del Mar, con edificios algo más modernos, casas ídem que conviven con otras clásicas, playa y rambla muy cerca. En fin, ahora voy a explorarlo y a contarles cómo es este lado caro de Montevideo y cómo son mis nuevos vecinos.

Que pasen bien!

Ji.

7 ELEMENTOS INDISPENSABLES PARA VENIR A URUGUAY

1. Bufanda, pañuelo o cuello de polar, y cortaviento; o todas las anteriores (especialmente si usted viene de tierras cálidas). A veces los usas hasta dentro de las casas porque el viento se cuela por todas partes. Y qué decir en la calle, el sol puede brillar, pero a veces la sensación de frío ventoso no te la quitará nadie de otoño a primavera y aunque a ratos pase, puede sorprenderte en cualquier esquina.

2. PACIENCIA y con mayúsculas. Acá hay un ritmo particular; particularmente leeeeeeeeeeennnntooooo. Es como si no conocieran el ¡ahora!, o el ¡ya! No, acá conocen el “bueno”, y con eso todo puede ser. Como la charla que en el papel dice 20.00 hrs y que en realidad comienza a las 20.45 porque el propio conferencista llega a esa hora. Lo único que hasta ahora vi puntualísimo, es la salida de los buses interurbanos, un agrado. Pero los ómnibuses (las micros de la ciudad) pueden andar más lento que cualquiera caminando; la gente se toma su tiempo para atenderte en las tiendas y no hay apuro por nada, los montevideanos caminan más lento que los habitantes en otras capitales. Hoy, por ejemplo, compré una botella pequeña (petaca) de grapa miel (popular licor local ideal para el frío!) en el supermercado y había que sacarlo de una vitrina aparte. La cajera se levantó, fue hasta otra caja, sacó su estuche de cosméticos  y hurgueteó insistentemente hasta vaciarlo por completo y encontrar la llave para abrirla.  ¿Los que venían en la fila tras de mí reclamaron? Noooo, y eso que todo el asunto debió tomar unos 5 minutos al menos.

3. Perros o ganchos de ropa. Porque obvio que la ropa se vuela -y lejos- cuando la tiendes. No es broma colgar después de lavar y cada uno desarrolla su técnica.

4. Sonrisas. Sí, porque  la mayoría de los uruguayos sonríen poco, entonces cuando lo haces se sorprenden y se contagian.

5. Humor y disposición para hablar. Hace unos días en el supermercado buscaba una lechuga, miré una, la tomé y luego la devolví porque estaba fea y ya me dio lata perder las hojas, lavarla y todo el rollo. En eso se me acerca un señor con boina y barba y me dice: “aquí encontrar una lechuga bonita es como sacarse la lotería!”  Y yo me reí a carcajadas y asentí.

Luego otra señora que me escucha hablar me dice:

-¿De dónde sos?

-De Chile  -le respondo.

Y agrega: -Ahhh, me encanta, tuve una amiga chilena-. Se va y luego vuelve: “Ah, y yo veo todos los programas de allá: veo Pelotón, veo ese de la mañana… –el Buenos días a todos, salto yo-, ese!”, responde. Y finaliza con orgullo: “ah, y veo Calle 7 y Animal Nocturno”.

-¡Aaahh, nooo! -le digo- ¡Pero ves más que yo! -Y nos reímos.

Luego le pido consejo para comprar hamburguesas congeladas, me dice que ella no compra, que las hace –me lo imaginé, le digo-, pero que las de marca Schneck son muy buenas y traen sabor a chorizo: “te vas acordar de mí, estas son uruguayas, con estas te vas a la segura, muchacha”. Y nos despedimos felices las dos.

6. Kilos de menos, es decir, venir bajo tu peso corporal. Es que es inevitable comer asado, bizcochos (croissants de todos los tipos y uno más rico que el otro; son terribles) a la hora del mate, pizza, pastas, milanesas, hamburguesas…  la lista es interminable! Por lo tanto, si usted quiere venir por estos lares, haga dieta como un mes antes si no quiere comprarse ropa más grande o deprimirse a su regreso. Y si la estética no es su problema, pues coma sin culpa alguna y deje que su paladar se alegre infinitamente.

7. Un dedo pulgar sano, ágil y dispuesto a fortalecerse… Llegando a esta tierra sus oídos descansarán. Sí, porque aquí no se habla por celular, aquí se mensajea por celular. Es decir, todo el mundo se manda mensajes y hasta el más anciano y aislado sabe cómo hacerlo. Hablar es más caro que en otros países, entonces los uruguayos son expertos en mensajería móvil y se mandan hasta declaraciones amorosas por SMS. En el ómnibus se escucha a cada instante la alarma de los mensajes. Anoche, un uruguayo que se queda en el mismo hostal que yo, le pidió a otro el celular para responderle un mensaje a la novia y estuvieron yendo y viniendo los SMS como 10 minutos…

En fin, si usted trae todo esto, además de pocas expectativas, un corazón blandito y una mente abierta; seguro su estadía en este país pequeño será una experiencia memorable!

Anímese y venga!

Ji.