¡¿Qué onda?! Parece que Noé, San Isidro y cualquier ser mítico que rija el agua, se picaron, se juntaron, e hicieron de las suyas.
No se puede pasar de 33 grados de rrrico calorrrr húmedo durante todo el día y que no baja ni por equivocación en la noche, a la tormenta eléctrica con escándalo que te despierta con los truenos y el viento golpeando las ventanas a la mañana siguiente.
No, poh! Den algún aviso al menos… Aunque lo tuve, ahora que recuerdo: una señora ayer en el ómnibus dijo: este calor va a traer agua! Y las otras tres que iban en frente asintieron y se pusieron a conversar del calor, mientras yo me divertía con sus comentarios.
Bueno, el tema es que sí, llovió (chovió, en uruguayo, y/o “diluvió, viste?”), y con escándalo. Si no me cree, puede verlo clickeando aquí: http://www.elpais.com.uy/especiales/galerias/vergaleria.asp?gal_id=815
Y luego, a media tarde, esto parece un sauna porque la temperatura no baja.
Pero al anochecer aparece mi amigo el viento frío y entonces tengo que recuperar alguna bufanda olvidada… Y encima anuncian tormentas para el fin de semana… No se puede jugar así con el arrugado clóset del turista, ni menos con quienes andamos con la incertidumbre a flor de piel últimamente! (Eso lo contaré en otro post)
En medio de esta fluctuación climática donde ni los uruguayos saben qué ropa ponerse, les cuento que me puse cheta, (dícese de “cuica”, “pituca”, “estirada”, “fifi”… cho qué sé). Mmm, resulta que mi única certeza por estos días es que quiero generar un cambio dentro de este viaje y decidí que me mudo de barrio: me voy a Pocitos, uno de los sectores acomodados de Montevideo.

Mi balcón frente al Edificio Presidencial
Es que yo, la linda, actualmente me quedaba en un hostel (no muy agradable ni eficiente, con una energía rarísima) que es como quedarse en Plaza Constitución, en la plaza cívica de la ciudad; en cualquier momento le hacía señas al Presidente de ventana a ventana! Podía ver el cambio de guardia desde mi balcón, por ejemplo.
Ya, me encanta el centro de Montevideo, Ciudad Vieja, Plaza Matriz, el teatro Solís, el Mercado del puerto y toda la onda, pero confieso que me agoté un poco también. Creo que me cansé en parte porque ya lo conozco, aunque siempre hay rincones para sorprenderse, pero también porque los barrios céntricos de muchas ciudades, una vez que el sol se esconde, muestran un lado poco amable; más aún si el puerto está cerca. Y acá se ve bastante marginalidad a ratos, gente que vive en la calle o de pedir limosna y ciertos personajes que dan un poco de miedo para quienes viajamos solas. Seguro son los mismos que vería en Santiago, pero a esos los conozco; creo que es una cosa de códigos, pero también de miedos… algo me está pasó con ellos, con los miedos conscientes e inconscientes… Y les adelanto parte del contenido de mi próximo post: viajamos con nuestros fantasmas.
Volviendo al cambio: ya llegué a mi nuevo hostal, es el Unplugged Hostel, lleva sólo unos meses funcionando, es una casa de dos pisos con recovecos, patio para el parrillero, terraza y bar, en un barrio parecido a Providencia y a la costanera de Viña del Mar, con edificios algo más modernos, casas ídem que conviven con otras clásicas, playa y rambla muy cerca. En fin, ahora voy a explorarlo y a contarles cómo es este lado caro de Montevideo y cómo son mis nuevos vecinos.
Que pasen bien!
Ji.
Que imprecionantes las fotos Jime!!!!!
Que disfrutes tu nuevo barrio! Besos!
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Jimenaaaa miré un lado, miré otro y habia desaparecido! Estás en Unplugged hostel? Invitame a un café o té! jaja besos!
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