Junto a varios lectores de este blog y a otros cercanos, estamos –como el cielo astrológico- en tiempos nacientes que nos tienen removidos, asustados, agradecidos, algo perdidos, igual entusiasmados, aprendiendo a pedir ayuda y a cuidarnos más, con intuiciones sobre pasos nuevos que tenemos que dar pero para los cuales no contamos con muchas pistas ni mapa ni con GPS sino más bien con un lienzo en blanco o caminos abiertos para transitar…

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Por mi parte, sé (‘me mandaron’ a esto vía diversos mensajes y señales) que tengo que dar más clases de astrología, de «AstroÁlmica» como bauticé a mi mirada de esta disciplina que en mí -al igual que muchos que cuentan con sus talentos desde pequeños en determinada área- viene de otras vidas (si no, no me explico cómo sé lo que sé en esta materia, por qué fluye y por qué me resulta conocido), es autodidacta, empírica y canalizada porque, como ya lo he contado, nunca leí del tema pese a tener varios libros y además estudié muy poco; sin embargo la Vida movió sus sagrados hilos para que no usara el periodismo clásico que sí cursé, sino que me empujó hacia la astrología y la consciencia para ponerlas al servicio -con algunas enriquecedoras crisis mediante- vía las lecturas, este blog, la radio, el horóscopo, los rituales, las meditaciones, las charlas, las clases… Si me lo hubieran contado en la universidad, no lo habría entendido ni creído; pero algo en mí siguió con naturalidad -sin cuestionarse demasiado- este propósito del alma de contactar con la psiquis personal y colectiva, de entrar desde muy pequeña -gracias al dolor y al miedo- en el autoconocimiento y en la consciencia, de comunicar otras miradas sobre lo que estamos viviendo y de entregar las mismas herramientas que a mí me sirvieron y la información que me llega en cada lectura y en las clases… Al igual que para otros (tanto cuando te haces caso como cuando no), el camino no fue cómodo al principio, dado -entre otros temas- lo que lo que implica dedicarse desde muy joven a algo que no es tan popular, que antes era «raro» en un país prejuicioso y estrecho como nuestra geografía, pero que siempre es muy gratificante y que cada día me enseña más y más de nosotros los humanos con nuestros caminos del alma y del ego… Nuestra Vida, sus giros, el destino, el amor siempre presente en cada hecho por más que a veces nos cueste verlo, la sabiduría del alma personal y colectiva siguen sorprendiéndome, maravillándome y dejándome una gran certeza interna en cada día de trabajo…
Por eso, aunque mi ego geminiano (por lo tanto, inquieto, sociable, disperso) seguiría feliz de vacaciones y paseos por el sur de Chile y de Argentina explorando bellos rincones, ya estamos en Santiago -junto al equipo- inscribiendo para aprender Astrología desde la Base, en el Taller de Nivel 1 aquí, y también para profundizar en un Segundo Nivel, acá. Claro, es que una parte mía se habría quedado muy contenta y entretenida en lo conocido que me permite más flexibilidad de horarios: en la consulta individual de carta astral y en dar un solo curso para los alumnos del año pasado o para quienes quieren seguir aprendiendo. Pero el camino abierto por el alma es otro y –como varios- tengo que mover los planes, interrumpir vacaciones, preparar material, crear, divertirme en este nuevo capítulo, disciplinarme y dejarme guiar y sorprender… Muchos estamos en nuevos episodios que asumir, pues ya no queda espacio para la duda, la queja, la resistencia… Estamos prácticamente obligados a un reinicio, en el cual, de paso, renovaremos también la compañía y la forma de ver las cosas… Ya habitamos una nueva Era, una nueva Tierra, un nuevo cuerpo, un ego más abierto o menos denso (amén), un alma a la que escuchamos más para que guíe el camino… Todo está en plena gestación, es un tiempo
Todo esto en sincronía con los movimientos estelares. Sí, por fin, luego de siete agitados años, Urano salió definitivamente del fuego ariano (no sé ustedes, pero a mí me tenía muy cansada en especial los últimos dos años), desde donde –entre otros fenómenos- alteró la noción del tiempo, agitó el ritmo de las cosas, potenció las independencias personales y colectivas, incrementó el narcisismo vía la tecnología y las redes sociales, nos empujó a emprender e innovar desde nuestro sello personal, abrió la rabia como agente de cambios, sacudió la búsqueda de identidad, nos devolvió las ganas de innovar y el arrojo…
Y ahora, desde este 6 de marzo -y hasta 2026, ja- hace su entrada nada cómoda a las tierras de Tauro. Pero para Urano, planeta de Acuario, la comodidad no es un tema porque lo suyo es el inconformismo. De hecho, la gente muy acuariana y/o uraniana suele estar en la crítica, en el cuestionamiento, en la diferencia, en el romper moldes, en la rebeldía, en la mente, en la originalidad, en la separación, en la vanguardia, en la ansiedad por el futuro. Urano es aire, vientos, nubes, huracanes, tormentas, truenos, relámpagos, sacudidas de tierra. Rige los terremotos, las erupciones, el cielo, la electricidad, las revoluciones, la tecnología, la innovación, la aeronáutica, la ciencia y –entre otras cosas- la astrología! Además, según mi propia info, junto a su hijo viejo, Saturno, rige el tiempo. Estoy terminando este párrafo y Beatriz, alumna, amiga y parte del equipo me manda esta noticia, sobre una inusual tormenta eléctrica en California… Urano y sus locuras fluorescentes.
Mientras que Tauro, tierra fértil, es energía fija, apegada a lo que ya conoce, lenta, simple, pura, conservadora, sólida, receptiva, concreta, literal, acogedora, manual, corpórea, rudimentaria. Tauro es Gea, Gaia, Tierra, Pachamama. Son los aguayos con que a veces los andinos representan a la madre Tierra en las montañas cubiertas con estas mantas. Tauro son los sabores, aromas, preparaciones, cultivos, colores, artes, costumbres; tradicionales de un lugar o grupo. Son los árboles añosos, el campo con todo su trabajo, sus animales, frutos y alimentos; la tierra húmeda, la arcilla. Tauro es el antiguo trueque que luego se transformó compra/venta con dinero. Tauro es lo que tenemos y el goce de esto. Es nuestro sistema económico. Es aquello que valoramos y a lo que solemos aferrarnos. Son nuestras prioridades, lo basal para vivir cómodos y/o seguros. Son los ritmos de las estaciones. Es el pan que cada pueblo saborea y reconoce como propio.
Urano en Tauro abre un tiempo muy distinto, incierto y creativo. Para mí es un aterrizaje en lo que ya tenemos y en lo que no. Es activar mayor criterio de realidad para movernos; por lo tanto es soltar fantasías, idealismos y exceso de optimismo para en vez de esto comenzar a usar y reutilizar lo que ya está en nuestras vidas: desde un talento hasta un obstáculo. Es dejar de acumular en varios ámbitos y en especial en lo material. Es repensar y rediseñar nuestro adictivo, insano y absurdo sistema de consumo. Es volver al origen: al valor de nuestro cuerpo, de nuestros talentos, de lo que tenemos, de la Tierra en sí con todas sus bondades… Abrimos un tiempo pragmático, muy poderoso para hacer cambios concretos, de verdad y no solo una pose o idea… Ya solo protestar y hacer berrinches fue; ahora es tiempo de gestos concretos frente al sistema que empiezan por nosotros mismos: cada uno podrá buscar formas más sanas y originales de producir, de consumir, de aprender, de estar en este noble planeta. Una de las manifestaciones podría ser que los arriendos cobren más protagonismo que las compras, por ejemplo.
Y otro de los regalos de este nuevo ciclo es -enhorabuena- dejar de correr. Tauro es pausado, mientras que Urano es neurótico e hiperactivo. Después de siete años en Aries, que ama correr, llegar primero y cuya frecuencia es individual, este impredecible planeta intercambiará energía con un signo que desconfía de lo acelerado y del futuro, que más bien quiere quedarse en lo conocido. Ambos -y nosotros- tendremos que ajustarnos para convivir y sacar lo mejor de cada uno; lo taurino no podrá resistirse a cambiar, tendrá que ser más flexible y aprender a confiar en los pasos nuevos que tendremos que dar como humanidad e individuos, al tiempo que lo uraniano tendrá que respetar un ritmo más armónico y tomar en cuenta lo que ya está para transformarlo en vez de querer barrer con todo.
Comenzamos un ciclo para de verdad dejar atrás formas aceleradas, pretenciosas, frías, en automático, desde el rechazo, desde el miedo… Conectar con lo físico, terreno taurino, con nuestra naturaleza corporal y ambiental puede ser una fuente de grandes señales y respuestas… Y ahora que estamos en el inicio de esto, es buen momento para bajar el ritmo, ir a la naturaleza con su poder, o al silencio de la noche o del amanecer y pedirle a la Vida, al alma, que nos muestre, que nos sople, qué pasos nuevos tenemos que dar, qué tenemos que soltar, qué innovaciones en torno a lo profesional y la prosperidad nos aconseja, qué creencias de escasez nos rondan, qué cambio hacemos por nuestra salud, qué podríamos disfrutar más y que hoy no vemos, cómo descansar mejor, cómo acompañamos a nuestros miedos… De esto y más podemos conversar en estas semanas iniciales del viaje de Urano en Tauro que abren para nosotros un mundo nuevo donde construir con más calma, menos autoexigencia y más goce… Escuchemos qué nos dicen y hacia qué acciones nos guían… Feliz ingreso de Urano a Tauro!