-Ande, seño, cómpreme pa’ que me dé la bendición con la primera venta del día -me dice una chica de Antigua, Guatemala, en el mercado de artesanías, con su bello traje típico, colorido y acinturado.
-Pero si yo te puedo dar la bendición así no más -le digo, mientras hago un ademán de la señal de la cruz y algo más, y ella se ríe. -Has quedado más que bendita, le señalo -y sigo mirando la cantidad de cosas lindas trabajadas a mano, mientras ella me insiste, pero sin acoso.
La gente en Antigua y en Guatemala en general es muy amable. Yo me siento a mis anchas, todo es como me gusta: cortan las palabras -cosa que amo y encuentro que es tremendo ahorro de energía- (seño, usted viene de Guate), usan muchos colores (hay bastante turquesa, morado y anaranjado, tres de mis favoritos), conservan las tradiciones, no comen mucha chatarra pues su comida es riquísima, variada y con muy buena sazón, el ritmo es candecioso, se baila salsa y merengue, el desayuno -mi comida predilecta- es muy importante y está lleno de ofertas de éste, a la gente le gusta conversar sin invadir, sonríen, tienen humor…
Varias veces nos preguntan a Cocó y a mí si somos mexicanas o de Puerto Rico, «es que como son alegres y se ríen» -nos dicen, e intuimos que seguro la mayoría de los chilenos debe parecerles más bien serios.
Es que no se puede viajar -ni pasar por la vida- sin humor, digo yo. Al menos a mí, el humor me ha salvado de tantos dolores y, sin darme cuenta -porque es espontáneo y heredado de mis padres-, me ha abierto tantas puertas que, ahora que me lo dicen en Guatemala, me doy cuenta que es, probablemente, mi primera prenda de equipaje.
En Chile, a veces -dada nuestra parsimonia local- unas cuantas veces me ha costado caro, más de una incomprensión, críticas y hasta envidias, pero por suerte, no puedo dejarlo porque, primero, es sano, y segundo, es parte de mi identidad y, tercero, me cae bien reírme.
Y, entonces, en Antigua, el cajero del banco se ríe cuando le digo que me hace muy feliz al contar tanto billete frente a mí, después de cambiar unos 300 dólares; con Cocó morimos de la risa pues tomamos un bus «de lujo» a Flores desde Guate(mala) que demora 9 horas y que supuestamente será semicama, pero el lujo se reduce a una merienda (pan y una bebida o agua) y una manta de polar que entrega el propio chofer diciendo a cada uno que por favor la devuelva al final del viaje «no vaya a ser que se baje apurada y se le olvide», jajaja; de semicama, de almohada, ni de auxiliar qué hablar; todavía nos seguimos riendo con tanto lujo vivido en una noche donde apenas dormimos por todos los ruidos de chatarra del bus, la tele que nunca funcionó y el chofer al final pidiendo «los ponchitos, por favor»… Hicimos reír a las vecinas de una tienda de artesanías cuando nos sentamos adentro esperando por un vestido que la vendendora fue a conseguirnos y, por mientras, nos pusimos a imitarlas y hacer de vendedoras: adelante seño, cuánto ofrece, seño; para 200 queda bien. Encima Cocó figura con un vestido que se quedó puesto y le digo: «te perdimos, encontraste pega,Cocó, tu futuro está acá, si quieres me devuelvo sola a Chile». A lo que ella responde: «Sí, seño, yo me puedo quedar y le mando estas cositas y hacemos la tremenda pyme en su país, seño»….
Obvio que preferimos andar en tuc-tuc (moto-taxi) una vez llegadas a Flores pa’ reírnos y tener más aventura y el propio chofer se sorprende de que lo elijamos en vez de un taxi (auto) y nos muestra la isla y nosotras reímos con cada gesto gracioso que él hace y al final nos lleva de hostal en hostal consiguiendo un precio más barato y convertido en nuestro representante oficial, pues él se baja a preguntar a cada parte a las 6.30 de la mañana y despierta a cualquiera, mientras yo le tomo fotos y él se da vuelta a conversar sin mirar el camino y nos reímos nerviosas y confiadas a la vez…
Y acá figuramos, en el malecón de la isla, en un café tomando cerveza local y piña colada, a punto de partir a las 4.30 am a las ruinas de Tikal, donde seguro el humor tendrá que estar presente no sólo por la hora, sino además por el calor…Ya veremos, seguro nos seguiremos riendo de más de algo para continuar la aventura maya antes que se acabe el mundo…
jajajajjajajj buena Ji, Cocó!!! …me intereso eso de la cerveza xD!
Me gustaMe gusta
Ven a probar la Gallo o la Dorada Ice, muy buenas! 😉
Me gustaMe gusta
ahhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!! …me tento la Gallo xP
Me gustaMe gusta
Ji – Ji:
que bueno saber que estás en un lugar colorido, caluroso y alegre, y es que acá, en Stgo – City, con sólo dos grados, todos amenecieron de negro, tapados hasta la nariz y cabizbajos como día lunes, y sin gana alguna de ver el eclipse que estuvo in – creí – bleeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!!!!
entonces, sólo me queda dejarte más risas, sonrisas y carcajadas para que te la sigas pasadando the lujo!!!
abrazo, Poli
Me gustaMe gusta
Me imagino eso del color negro, siempre me pone mal tanta gente vestida de tonos opacos, pero así somos.. y podemos cambiar! … así que me llevaré colores de acá y pasta de frijoles, miam! Abrazooos!
Me gustaMe gusta
Estoy aprontas de realizar un viaje y tengo miedo, leer esto me contagias de esperanza, gracias Jimena.
Me gustaMe gusta
Me alegro! entiendo lo de tu miedo, es normal, pero confía y si necesitas ayuda u ojo externo, escríbeme… Desde mi experiencia, lo mejor es dejarse sorprender, sentirse protegida, fluir y disfrutar! Buen viaje! 😉
Me gustaMe gusta
quien me acompaña!!!! yo quiero ir y estar en medio de tanto colorido!!!! sigan compartiendo este viaje, que está risueño y flori. (florido)
Me gustaMe gusta
Yo creo que me voy a quedar, vente en un «bus de lujo», yo te espero con frijoles y huevos estrellados!
Me gustaMe gusta
bus de lujo jajajajajjaja
Dale Ji y Cocó!
Me gustaMe gusta
Pingback: Latino » Blog Archive » Emociones mayas
Qué bonito todo! Y qué bonita la sonrisa de Cocó en la foto! Cada letra que leo me dan más ganas de ir! Gracias por eso!
Me gustaMe gusta