Regalos, caos, limpieza… Así está el 2013

Y sin pensarlo mucho, aparezco un sábado en Córdoba, Argentina, escuchando el tííípico aceeento arraaastrado que me causa gracia y ternura… Nos quedamos en el hostel Muzikë, un emprendimiento familiar que recién parte, con mucha calidez y buen diseño, en el centro de la ciudad.

-¿Pero por qué vas a Córdoba?- me dice con asombro una amiga cordobesa que ya perdió su acento después de muchos años en Francia y Chile.

-Porque se nos ocurrió; no lo conozco, es cerca, es barato y es uno de los pocos vuelos que estaba desocupado en el fin de semana largo. Además, yo no tengo ni media expectativa, simplemente voy a pasear y a recibir lo que encuentre; me da igual, el tema es hacer algo distinto; es un regalo -le digo con entusiasmo mientras ella toma su sopa de zapallo en un café de Providencia, y yo estoy en una pausa de mi consulta de carta astral.

-Ah, qué loco. Bueno, tenés que ir a La Cumbrecita, eso es típico y lindo de visitar  en las sierras -agrega mientras me da otros datos e igual sigue con su cara de pregunta por mi destino turístico.

Lago de las Truchas, en La Cumbrecita

Lago de las Truchas, en La Cumbrecita

Y yo, por tanto, voy a la Cumbrecita el domingo. También a Villa General Belgrano que está a una hora, ambos parecen la tierra de Hansel y Gretel y/o de La novicia rebelde, en cualquier momento aparece con los niños cantando…  La primera es una reserva natural y  villa de montaña peatonal donde hay que caminar por senderos y bosques hasta una bella cascada y lago, con calles de piedra y ripio, en que hay tienditas, casas de cuento, hostales, mucha peperina, abedules, robles, pinos, río y aire puro. La segunda, como me dijo otra amiga argentina a quien le gusta mucho esta zona, se parece un poco más a Puerto Varas o a Pucón, de Chile y son dos enclaves de inmigrantes alemanes en Argentina, con su cerveza, tortas, kuchenes, su orden -que no siempre me gusta tanto-, mezclado con el infaltable asado ché que tan merecida fama tiene.

paseo de las artesEl viaje estuvo lindo, intenso, divertido, sabroso y fluido: lo que se dio se dio y lo que no, no era… Como los quinotos (kumquats)  que son difíciles de encontrar en Chile, y que compré en una «frutihortícola» (vaya nombre para una frutería o verdulería) el sábado de noche camino al Paseo de Las Artes (un gran espacio callejero con muy buen arte, diseño y antigüedades al borde de la cañada que cruza la ciudad),  y que luego olvidé en La Batea, una tienda de decoración, hecho que recordé cuando ya terminábamos de cenar con una gancia con limón que nos quitó la sed. Y dije, bueno, alguien disfrutará mis quinotos… Pero al día siguiente, de vuelta de La Cumbrecita nos queda tiempo para ver una parte de la feria que no alcanzamos y paso por la tienda, pregunto por curiosidad, sin esperanza de nada

Quinotos, en una frutería de Carlos Paz, Córdoba

Quinotos, en una frutería de Carlos Paz, Córdoba

porque era un puñado de fruta no más, y una de las chicas salta y dice que me los guardaron en la heladera y los refrescantes quinotos regresan a mí sin esfuerzo… fluyendo….  Además el viaje está cruzado por muchas risas, improvisación, conversación, silencio, naturaleza, ciudad…. Y -confieso que he comido- unos irresistibles churros con chocolate caliente a media mañana con frío y sol (aún puedo saborearlos y podría ir día por medio por una porción, pero por suerte en Santiago sólo hay unos pocos lugares donde venden, lo cual agradezco pues mi intento de comer menos azúcar se vería absolutamente amenazado)… Además, este viaje me regala horizontes amplios en las sierras, esos que a veces es difícil encontrar en el centro de Chile, donde la cordillera -bellísima igual- actúa como un muro que a ratos, al menos a mí, me ahoga… Por eso me gusta el Sur Chileno, también por el verde intenso y su gente…

E igualmente, antes, durante y después, el tema de la intensidad y crudeza de este año está presente en conversaciones y en el compartir con la gente; también la pérdida de certezas -casi no quedan por estos días, al menos afuera, ni media- y la multitudinaria crisis vocacional… Antes de  irme me escribe Paula, una uruguaya que conocí en un hostel de Montevideo a fines de 2009 y con quien hablamos mucho de la vida, de astrología y más. Se vino a Santiago hace un año y me pide que nos juntemos pues necesita hablar porque… está en crisis… Era que no, si somos muchos! Y encima Chile es tierra de sanación, como le digo a varios extranjeros que van a mi consulta y a muchos amigos de fuera… A Vale, una inquieta y creativa cordobesa que conocemos en el viaje,  se le ponen los ojos vidriosos al contarme del crecimiento que está teniendo ahora y de la culpa que siente al poner límites, pero sabe que tiene que hacerlo… Eduardo me escribe porque quiere que le lea el tarot y cuando le digo que me cuente porqué, puesto que estoy en retirada de éste y quiero más antecedentes para saber si abro el espacio o no, también me dice que no sabe «pa’ dónde va la micro (bus) en su vida» y que no confía ni en él mismo, que se siente perdido. «Bienvenido al club y al nuevo tiempo», le digo y conversamos por mail que es muy importante que pida señales, que sepa esperarlas y que tenga alguna herramienta para centrarse: silencio, naturaleza, caminar, meditar, respirar, contemplar… lo que quiera, pero que se ancle, porque De los centrados, atentos y atrevidos será el reino del 2013

Lo que siento es que claramente en este tiempo ya nadie puede evadir los temas pendientes, ni hacerse el loco con nada, ni mantener aquello que está incómodo o a medias o en la oscuridad. La vida obliga este año a definiciones, cortes drásticos, despedidas, limpiezas: a hacerse cargo sí o sí, a sacarnos caretas y auto-engaños. Y también muchos están viendo: sus dones, la poderosa conexión con la Divinidad. Como me dice una amiga por mail, comentando la nota anterior sobre La energía: este tiempo está eléctrico y es un «raspacachos» para todos… Y sí, no podemos obviar las verdades y menos si tenemos trabajo personal encima porque una vez que decides ver (tu vida, el camino, el sentido, lo verdadero) ya no puedes cerrar los ojos ni quedarte mirando el paisaje. Es tiempo de ir al fondo.

ropa lavadoraY al regreso del viaje me encuentro con Paula para hablar de Chile, Uruguay, nuestras idiosincracias, su urgencia de hacer lo que realmente le gusta y no cualquier oficio para sobrevivir, y también conversamos de la lavadora en la que estamos todos en este tiempo, «pero tranquila que ya vamos al primer enjuague, jaja» -le digo, mientras tomamos un pisco sour en un café…. Al llegar a casa tengo un mensaje de Cami que me dice que le alegró mucho mi viaje y que… está en caos, que no sabe qué hacer porque necesita cortar con mucha gente alrededor y además ya no quiere seguir dando clases y que se dio cuenta que lo suyo es la producción y lo administrativo, pero que acaba de entrar a un proyecto donde tiene que enseñar… Y al día siguiente me encuentro con una de mis vecinas de barrio a la entrada de la galería El Patio, en Providencia, que me dice con angustia que la acaban de despedir del trabajo y que sabe que es por algo y para algo, pero que igual siente miedo; es la primera vez en que su base sólida, el trabajo, cae… Y cuando nos despedimos después de un té, me escribe un amigo para contarme que está recibiendo mensajes mucho más directos de sus maestros y que está asustado-feliz… ¡Vaya tiempo este! …De tarde, una sanadora que hasta ahora ha oficiado de periodista y marketera con mucho éxito en grandes compañías, se decide a entregar sus dones y manda un mensaje público que dice: Gracias al consejo de una buena amiga y su guía espiritual, he decidido llevar mis aprendizajes y experiencias espirituales a quienes los requieran. Por ello siéntase libres de contactarme para efectuar consultas personalizadas sobre: – Tarot – Numerología – Meditaciones guiadas para relajación, concentración y quitar ansiedades, entre otros. – Aprender a respirar – Alineación de chakras… Guau!! Me da emoción y la felicito por tremendo paso inspirador (si quiere sus datos, deje un comentario al final de la nota 😉 ).

Y en medio de todo, mi oído izquierdo duele un poco y al rato lo sé: viene el señor resfrío a visitarme. Ya me había amenazado hace unos días. Y le digo a mi cuerpo, una vez que la visita es un hecho y mi garganta arde: Eehh, te pasaste pa’ generoso! Me dejaste viajar sin ninguna molestia y esperaste a que estuviera en casa pa’ mandarme este resfrío. Qué bakán! Gracias! … Me emociona profundamente la nobleza del cuerpo y de la vida que siempre está ahí, sólo que por lo general no la vemos… Luego, las molestias crecen, la nariz se tapa, la fiebre sube y al óleo 31, al té de menta, al limón y al pomelo, se unen la malva y la peperina que me traje de Córdoba (la vida es perfecta) y el tilo que le compro a un yerbatero improvisado que se instala en Pedro de Valdivia y Provi cuando yo voy sorbiendo un exprimido de naranja para llevar recién comprado en el Dominó: naranja en viaje!, dice el maestro de cocina y me río siempre que lanza esa frase… Y desde Mercedes, Su me manda sanación online con sus manos canalizadoras «están yendo a tus oídos», me dice y me pide que abra los brazos desde el otro lado de la pantalla y siento tremenda energía…

Desde mi cama y en mi propia lavadora siento la limpieza de esta gripe y sus regalos de quietud, conexión, purificación, silencio, descanso, ayuda; siento también que muchas cosas se están yendo para varios pasajeros de este blog y muchos seres, que el proceso puede doler, pero que es tremendo regalo e inicio de un ciclo con más claridad sobre quiénes somos, hacia dónde vamos y qué queremos aportar en este viaje-vida lleno de colores. Ahí vamos!